No todas las consecuencias del Brexit iban a ser desastrosas, aunque la mayoría sean funestas. La salida del Reino Unido de la Unión Europea podría requerir que la política de bajos tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) se mantenga durante más tiempo del previsto para paliar las turbulencias financieras que el divorcio británico va a generar.
Durante la presentación del Informe Económico y Financiero de Esade, el director del estudio, David Vergara, ha resaltado que el Brexit “eleva la probabilidad” de que el BCE mantenga los tipos de interés bajos durante más tiempo. “Lower for longer”, como se dice en inglés.
Esta es una circunstancia que favorece especialmente a España, dado que algunos países de la Eurozona como Alemania ya estaban clamando contra la actual política del BCE de tipos bajísimos. La hiperactividad monetaria del BCE a la hora de prestar dinero se traduce en más recursos para el sistema bancario, algo que les viene bien a los países periféricos que tienen que refinanciar su deuda pero no tanto a las robustas economías del norte de Europa.
El Brexit ya está teniendo consecuencias para las entidades europeas, que se han anotado pérdidas onerosas en bolsa desde que se conociera el resultado del referéndum británico. Así que para asegurar la viabilidad del sistema bancario es necesario que el BCE siga inyectando dinero en este mercado, por lo que la continuidad de los tipos de interés negativos está casi asegurada.
No obstante, tampoco se puede confiar en que esta política se mantenga ad eternum, dado que fue concebida como una solución temporal para un problema extraordinario.
David Vergara (Esade): “Estaría muy sorprendido si les fuera bien fuera de Europa”
Asimismo, no se puede deducir que el Brexit es malo para el Reino Unido pero bueno para Europa. “El impacto se ha producido ya. Las cotizaciones de los bancos europeos han sufrido mucho”, ha indicado David Vergara. Sin embargo, no ha habido un gran impacto diferencial en las entidades que operan en el mercado británico, dado que todas en general han caído en el entorno del 20%, según sus datos.
Sin duda, la depreciación de la libra y la futura ralentización de la economía británica van a pesar mucho en el devenir de las empresas nativas o establecidas en el país insular. “Estaría muy sorprendido si les fuera bien fuera de Europa”, ha resumido Vergara.
Desde el punto de vista económico el Brexit plantea serios interrogantes sobre la capacidad exportadora del Reino Unido, que habrá de renegociar multitud de tratados comerciales con otros países sin el respaldo de otros 27 socios comunitarios detrás. Además, desde el punto de vista político el país está partido en dos -por edades y por clases, pero también por nacionalidades, con Escocia amenazando con un segundo referéndum-.
Pero el del Brexit no es un problema que afecte en exclusiva al otro lado del Canal de La Mancha. Existe un riesgo de contaminación que genere otros movimientos centrífugos y euroescépticos en otros países, como ya se puede apreciar en Francia con Marine Le Pen y en Austria con el ascenso de los ultraderechistas del FPÖ. “Una mala solución del tema del Brexit es lo peor para la economía del Reino Unido y para la europea”, ha resaltado David Vergara.
Por el momento, los efectos directos a nivel de divisas son limitados, pero estamos estamos en una fase inicial de un proceso que durará 2 años.
También es demasiado pronto para vaticinar la caída en desgracia de la City londinense como centro neurálgico de las finanzas. Anunciar que la urbe va a perder su peso a nivel internacional supone “no conocer las capacidades que tiene Londres como plaza financiera no europea sino mundial”. Eso sí, la salida de la UE podría desencadenar que la ciudad dejara de ser la capitalidad del euro, para lo que ya se proponen candidatas como París, Fráncfort y Madrid.
El caso español
Los expertos de la escuela de negocios Esade también han analizado la situación de la Economía española, que se mueve entre las dificultades de las finanzas públicas y los buenos datos de empleo cosechados el mes pasado. En su opinión, España tiene que afrontar varios retos a corto plazo.
“La discusión del déficit la tenemos mal enfocada”, según David Vergara, porque España se está centrando en cómo prorrogar las sanciones o el cumplimiento de las exigencias de la Eurozona, más que en cómo reducir el desfase entre ingresos y gastos públicos. La conversación debería girar alrededor de la posibilidad de subir impuestos o recortar gastos y no poner el foco sobre cómo seguir incumpliendo los objetivos de déficit, con lo que se “evita la discusión sustancial”.
El país tiene una deuda pública que supera el 100% del PIB, así que el déficit es un asunto de la máxima importancia si no se quiere rebasar este umbral. Por lo tanto, las autoridades españolas deberían ponerse manos a la obra cuanto antes y optar por recortar o por subir impuestos.
“Es necesario que haya un Gobierno que haga frente a estas decisiones”, ha afirmado el profesor de Economía de Esade, Josep Comajuncosa.
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