A finales de 2011, la entonces secretaria de Estado y actual precandidata a la Presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, aprobó la venta de aviones de combate norteamericanos a Arabia Saudí por un valor de 29.000 millones de dólares, una cantidad enorme incluso bajo los estándares de los acuerdos de armas entre los dos países.
El acuerdo suscitó de inmediato la alarma del gran aliado de Estados Unidos en Oriente Próximo, Israel, que advirtió de que este tipo de acuerdos podría desequilibrar la balanza de poder en la región. El acuerdo coincidió con las reiteradas preocupaciones del propio Departamento de Estado sobre la situación de los derechos humanos en Arabia Saudí.
El argumento utilizado por el departamento de Clinton para aprobar el acuerdo fue que éste era beneficioso para “los intereses nacionales”. En la rueda de prensa convocada en Washington para anunciar la medida, un adjunto del Departamento de Estado, Andrew Shapiro, declaró que el acuerdo se había convertido en una “prioridad máxima” personal para la propia Hillary Clinton. Shapiro, asesor de la propia Clinton desde sus tiempos de senadora, explicó que “la Fuerza Aérea y el Ejército de Estados Unidos mantienen excelentes relaciones en Arabia Saudí”.
Pues bien. Según una investigación llevada a cabo por la prestigiosa revista digital International Business Times (IBTimes), las “excelentes relaciones” no se circunscribían ni mucho menos al ámbito de los gobiernos de los dos países.
Años antes de que Hillary Clinton fuera nombrada secretaria de Estado por el entonces flamante presidente Barack Obama, el Reino de Arabia Saudí había aportado al menos diez millones de dólares a la Fundación Clinton, la muy filantrópica empresa puesta en marcha por el expresidente Bill Clinton, por su esposa Hillary Rodham (por su nombre de soltera y de «pre-precandidata») y por la hija de ambos, Chelsea.
Bill Clinton junto a su hija y copresidenta de la Fundación, Chelsea Clinton
Apenas dos meses antes del acuerdo, prosigue IBTimes, Boeing, la poderosa empresa contratista del Departamento de Defensa que manufactura el F-15, uno de los cazas especialmente deseados por las autoridades saudíes, donó 900.000 dólares a la Fundación Clinton, según informó la propia compañía en un comunicado.
El de Arabia Saudí es sólo un ejemplo. El Departamento de Estado aprobó, durante el mandato de Clinton, hasta 165.000 millones de dólares en acuerdos de compra-venta de armas a 20 países cuyos gobiernos han donado fondos a la Fundación Clinton, según ha comprobado IBTimes a partir de los datos de la propia fundación.
El Departamento de Estado vendió armas, en la época de Hillary Clinton, a países donantes de la fundación
Las cifras correspondientes a los tres años fiscales en que la actual precandidata presidencial ejerció el cargo (entre octubre de 2010 y septiembre de 2012) duplican las correspondientes a las ventas de armas aprobadas para esos mismos países en un periodo de tiempo similar durante el segundo mandato del presidente George W. Bush.
A todo ello, el departamento de Clinton autorizó otros acuerdos garantizados por el Pentágono (valorados en 151.000 millones de dólares) con 16 países que también aportaron fondos a la Fundación Clinton. Estos acuerdos coincidieron con el fuerte incremento de las exportaciones militares norteamericanas que acompañó a la llegada de Obama a la Casa Blanca, que si bien supuso un aumento en un 80 por ciento de las ventas de armas a todos los países del mundo, en el caso de los Estados que aportaron fondos a la Fundación Clinton el incremento fue nada menos que de un 143 por ciento justo en el mismo periodo de tiempo.
Entre los favorecidos figuraban grandes «democracias» como Argelia, Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos, Omán y Catar
Como no podía ser menos, las empresas contratistas estadounidenses también aportaron sus buenos fondos a la fundación del clan Clinton, fondos que, en algunos casos, fueron donaciones personales puras y duras a Bill Clinton. Estas firmas, y sus subsidiarias, suscribieron contratos con el Pentágono valorados en 163.000 millones de dólares gracias, precisamente, a las gestiones del Departamento de Estado entre 2009 y 2012.
Entre los países favorecidos por los acuerdos se encuentran democracias tan consolidades como Argelia, Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Omán y Catar, todas ellas muy generosas con la tantas veces mencionada Fundación Clinton. Los acuerdos fueron posibles incluso a pesar de los informes que el propio Departamento de Estado había publicado sobre los problemas de corrupción y de violaciones de derechos humanos registrados en estos países.
Hillary Clinton en persona llegó a acusar a algunos de estos países de no comprometerse lo suficiente en la lucha contra el terrorismo. En diciembre de 2009, un cable publicado por el célebre portal de filtraciones Wikileaks revelaba que la secretaria de Estado había declarado que Estados Unidos se había propuesto, como “prioridad estratégica”, convencer a las autoridades saudíes para que pusieran fin a la financiación del terrorismo. El mismo documento aseguraba que la cooperación de Catar en esta materia era “la peor de la región”, que Kuwait no estaba actuando adecuadamente contra los terroristas cuyas bases financieras se encontraban en el Emirato y que varios donantes radicados en Emiratos Árabes Unidos habían “aportado apoyo financiero a una gran variedad de grupos terroristas”.
Según la publicación digital, “la campaña presidencial de Hillary Clinton y la Fundación Clinton no han querido responder a las preguntas de IBTimes” relacionadas con estas informaciones.
Imagen | Clinton Foundation