La relación entre los hipotecados y sus respectivos bancos es algo bastante particular. Por un lado tenemos a las entidades que, como todo negocio que se precie, están orientadas a ganar dinero (en un mercado de hecho muy regulado). Por el otro tenemos al conjunto de los hipotecados, en pie de guerra tras las últimas sentencias sobre cobros indebidos.
Sin entrar en el terreno de las reclamaciones, lo que siempre debemos que tener claro es que si no estamos a gusto con el trato recibido por nuestra entidad, siempre podemos cambiar de banco nuestra hipoteca, con el objetivo de mejorar nuestra situación, señalan desde el comparador HelpMyCash.com.
¿Cómo funciona una subrogación?
Para una subrogación de acreedor, una “mudanza” de hipoteca de un banco a otro, lo único que tendremos que tener es una oferta mejor que nuestro propio crédito. Es decir, lo primero que se necesita es que pidamos ofertas en las diferentes entidades, mostrando nuestra intención de llevar a cabo el cambio.
La clave de este proceso es encontrar una oferta mejor, no sólo para mejorar nuestra situación, sino porque si el trato que nos presentan en otra oficina no mejora la situación que ya tenemos, nuestra actual entidad podrá enervar la subrogación. Esto significa que puede a su vez igualar las nuevas condiciones que nos han hecho, con el objetivo de bloquear el cambio, lo que nos hará permanecer en la misma entidad.
Los pasos son sencillos. Si la nueva entidad acepta nuestra solicitud, tendrán 7 días de plazo para presentar una oferta. Una vez lo hagan, nosotros tendremos 10 días para aceptar o declinar. Al mismo tiempo, nuestro banco de origen ya habrá sido notificado de nuestra intención de cambio y tendrá un plazo de 15 días para enervar la subrogación.
Si al cabo de estos 15 días no hemos recibido respuesta, sólo tendremos que terminar de cerrar el acuerdo con la nueva entidad. Si por el contrario, nuestro banco igualó las condiciones, nos veremos obligados a quedarnos donde estábamos, aunque mejorando nuestra situación (novación mediante).
¿Siempre sale a cuenta?
El proceso de subrogación está sujeto a una serie de costes que implican un desembolso considerable de dinero, por lo que conviene ponderar si nos sale a cuenta o no.
A la hora cambiar de banco, tendremos que hacer frente a un nuevo pago de registro, notaría, gestoría, tasación (si la última tasación del inmueble tuviera más de 6 meses), además de la comisión por subrogación (si la hubiera). El gasto en particular dependerá de factores como el capital pendiente, pero podemos calcular unos 2.000 euros aproximados por cada 100.000 euros de hipoteca restante.
Para tener más control sobre el cambio, podemos acceder también a herramientas gratuitas como esta guía para la subrogación de hipoteca, que nos detalla los aspectos más relevantes, para tener el máximo control de la operación.