La conferencia ICT 2015 que se ha celebrado en Lisboa ha servido a la Comisión Europea para demostrar que los fondos que dedica a la innovación se traducen en proyectos que sitúan a la UE a la cabeza de algunos campos científicos y que el dinero es útil para los emprendedores con buenas ideas.
Entre todas las propuestas que han acudido a la feria, una de las que más fondos comunitarios está recibiendo es la que investiga el cerebro humano. The Human Brain Project trata de desentrañar los misterios de la mente en múltiples aspectos, para lo que se sirve de las últimas tecnologías de computación y de más de 1.000 millones de euros de financiación de la Comisión para todos los equipos involucrados.
El gran premio de la muestra se lo ha llevado el proyecto Usemp, que ha desarrollado una herramienta que permite a los usuarios de las redes sociales conocer quién tiene acceso a sus datos privados y también qué valoración comercial tienen, gracias a lo que pueden tener un mayor control sobre su privacidad.
Pero en la feria también se han podido tocar los avances científicos. Por categorías, la iniciativa Rockin Monarch se ha hecho con el galardón al mejor proyecto de transformación tecnológica. El equipo responsable ha diseñado un simpático robot que puede hacer las veces de asistente doméstico pero también puede ayudar en instalaciones hospitalarias, especialmente con su interacción con niños.
Otro de los premiados, entre los que también se incluye el macroproyecto sobre el cerebro humano, ha sido la aplicación No One Left Behind, que ayuda a aprender a programar a los diseñadores del futuro.
Contribución al mundo real
La organización del evento ha separado a un puñado de proyectos que destacan por el impacto que podrían tener en el día a día de los europeos.
Uno de ellos es ICT4water, suma de iniciativas financiadas por la Unión Europea para innovar en el campo del consumo y suministro de agua. Uno de los proyectos es Wateronomics, que pretende instalar infinidad de sensores en las tuberías de los edificios para conocer mejor el gasto de agua y los contratiempos o daños que se pueden producir.
Otro de los desarrollos que se ha podido ver es EasyImp, una plataforma que conecta sensores y dispositivos en la ropa –wereables– para evaluar el ejercicio que hacen los usuarios. José Henriques, responsable del proyecto, explicó a SABEMOS que ya hay una empresa que está participando en el proyecto, la española Nuubo, y que la ambición de la industria es que los sensores se acaben integrando directamente dentro de los tejidos de la ropa.
En los pasillos del Centro de Congressos de Lisboa se han visto muchos robots, como el de Rockin Monarch pero también como el que interactuaba con los niños en un juego educativo, Emote. No obstante, la inteligencia artificial también ha estado presente en el terreno virtual, donde la aplicación Alfred para móviles quiere hacer de asistente para personas mayores.
Ideas, proyectos
Todos estos proyectos han sido financiados en el marco de las ayudas a la innovación que otorga la Comisión Europea.
Aunque los políticos comunitarios que se han pasado por la feria durante la semana han destacado en numerosas ocasiones que estas ayudas son necesarias, el modelo todavía tiene algunas asperezas que se podrían limar. Es lo que se deduce tras hablar con uno de los miembros del equipo del asistente virtual Alfred, Tim Dutz, que encara unos meses turbulentos.
Esta idea se encuentra en su fase final, la que se centra en buscar usos comerciales para lo que se diseña. En este punto es cuando las empresas colaboradoras en los proyectos son decisivas, porque el de la CE es un plan de cofinanciación entre el mundo público y el privado.
Cuando acaba el periodo de cofinanciación -habitualmente, 3 años-, algunas compañías que participan en estas iniciativas no están interesadas en sacar los productos al mercado. Ciertas empresas prefieren, simplemente, quedarse con la parte que han contribuido a desarrollar, el tramo de código que han pagado, como explica Dutz a SABEMOS.
Por eso muchas de las ideas que se han podido ver esta semana en Lisboa se van a quedar en eso, en ideas. Algo que Tim Dultz espera que no le pase a él pero que, en cualquier caso, habrán ayudado al progreso científico europeo.