Las inminentes elecciones municipales y autonómicas están marcadas por el protagonismo de los partidos emergentes y su influencia en la gobernabilidad futura de ayuntamientos, diputaciones y gobiernos regionales. Pero si a todo ello le añadimos un factor inesperado, que puede marcar el futuro político de una capital como Valladolid, estamos ante una situación sin precedentes. El actual alcalde, Javier León de la Riva, que repite como candidato del Partido Popular, se enfrenta este lunes 27 de abril a un juicio por un delito de desobediencia de cuya sentencia depende hasta su propia candidatura porque una hipotética condena le apartaría de la carrera electoral y forzaría a su formación a un ‘Plan B’ con otro cabeza de lista.
La historia tiene su origen en un edificio de 1950 ubicado en la céntrica Plaza de Zorrilla de Valladolid, un lugar privilegiado donde la antigua Caja Duero tenía establecida su sede principal en la ciudad. Allí se erige en la actualidad un bloque de viviendas surgido tras su remodelación en un proceso que otorgó en 1997 la catalogación de protegido. Entre otras obras, se realizaron unos trabajos de transformación de viejos trasteros en áticos habitables. Y aquí empieza el lío, al que se suman dos detalles más: en dicho edificio tiene establecida su residencia el alcalde de Valladolid que, a su vez, había sido vicepresidente de la entidad financiera propietaria del mismo durante doce años. Sin embargo, estos matices no están sujetos a dudas jurídicas y lo que se plantea es un delito de supuesta desobediencia (artículo 410.1 del Código Penal) porque una sentencia de 2008 anula las licencias y obliga a demoler esos áticos creados a partir de los trasteros para devolver el inmueble a su estado original.
El caso, está claro, no es nuevo pero ha estallado a las puertas de una convocatoria electoral que ya cuestionó la idoneidad de contar con Javier León de la Riva como cabeza de lista por el Partido Popular de Valladolid. Hubo debate. Interno y externo, que condicionaron y prolongaron la decisión de los responsables populares. Pero el pasado de este comprometido asunto ha tenido varios episodios en los juzgados. Tras la primera denuncia, un fallo en 2013 decidió el sobreseimiento al entender el titular del Juzgado de Instrucción número 2 “que no resultaba acreditada la concurrencia de conducta criminal y, por tanto, no resulta justificada la perpetración del delito”.
La Federación de Vecinos Antonio Machado, personada como acusación particular, se unió a la Fiscalía de Valladolid en la presentación de un recurso de apelación que llegó a elevar hasta la Sección Cuarta de lo Penal para que cumpliera la sentencia inicial de abril de 2008 del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Pero, sobre todo, insistía en un incumplimiento de los posteriores autos de junio de 2009, julio de 2010, marzo de 2011 y marzo de 2012 que ordenaban a León de la Riva, “bajo su directa y personal responsabilidad, en un plazo de tres meses, ejecutar la demolición de las obras de rehabilitación y a reconstruir los elementos protegidos ilegalmente demolidos o modificados”.
El alcalde de Valladolid declaró en sede judicial como imputado en noviembre de 2012 para argumentar que no disponía de una documentación fiable que le permitiera cumplir con la sentencia y devolver el edificio a una situación de legalidad tras autorizarse un exceso de edificabilidad. Añadió León de la Riva que su voluntad siempre ha sido atender las exigencias del fallo judicial aunque el Ministerio Fiscal mantenga que la actitud del primer edil expresa “la intención de desobedecer, como negativa u oposición voluntaria, tenaz, contumaz y rebelde, obstinada y recalcitrante a acatar el mandato, que revela el propósito de desconocer deliberadamente la decisión de la autoridad judicial”.
TODO UN CIRCO MEDIÁTICO
Hasta aquí las cuestiones jurídicas que dan paso a un show político cuyas consecuencias son impredecibles. De momento, el alcalde de Valladolid se enfrenta a todo un circo mediático este lunes que le pondrá en el ojo del huracán de un paseíllo indeseado para declarar de nuevo y esperar no solo la sentencia definitiva, sino su trasiego por los medios de comunicación locales, regionales y nacionales. El Juzgado ha tenido que habilitar una ubicación concreta para la prensa contigua a la sala de Vistas ya que se han acreditado más de 50 profesionales. Lo nunca visto para un candidato a menos de un mes de las elecciones municipales. Una especie de todo o nada político porque una sentencia condenatoria le inhabilitaría sin la posibilidad de esperar a un hipotético recurso.
Por esta razón, las encuestas en Valladolid no sirven de mucho. Pese a los indicadores que ubican en el arco municipal a nuevas fuerzas políticas como Ciudadanos o ‘Sí se puede Valladolid’ (la marca blanca de Podemos), nadie es capaz de medir el impacto directo de este juicio por una simple cuestión de imagen. La cercanía de esta citación judicial con el inicio de la campaña electoral ha puesto en bandeja todo un argumento para la oposición porque estamos hablando de un auténtico ‘animal político’ que lleva acumulando mayorías absolutas desde 1995. Ya ganó cuatro años antes, pero se quedó sin la posibilidad de gobernar por un pacto entre Partido Socialista e Izquierda Unida. Esa unión de fuerzas de izquierdas saborea la expectativa de estar ante su gran ocasión si la casa de la discordia irrumpe como un elemento más a tener en cuenta dentro de la dividida intención de voto.
Aunque el PP de Valladolid confía en su absolución y une a la sentencia en este sentido la posibilidad de repetir mayoría absoluta, no oculta que ha comenzado a trabajar en otros escenarios con el encargo de una encuesta sobre las preferencias de los votantes en el caso de no poder contar con su candidato titular.
RECONOCIDA INCONTINENCIA VERBAL
Javier León de la Riva es un político singular. Ginecólogo de profesión, buena parte de su actividad en la vida pública ha estado ligada a su pasión por el municipalismo. Lleva 20 años como alcalde de Valladolid, a los que hay que añadir otros cuatro en la función de portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento. Antes fue consejero de Cultura de la Junta de Castilla y León con la presidencia de José María Aznar. Incontrolable para los suyos, no ha dudado en criticar abiertamente a su propio partido si se considera perjudicado. Polemista bien formado, acumula un curioso historial de perlas dialécticas por esa reconocida incontinencia verbal que le ha generado numerosos problemas a lo largo de su trayectoria. Entre sus frases para el recuerdo, calificó a la ex ministra Chacón como “la señorita Pepis vestida de soldado” o lanzó un dardo directo a su rival socialista en 2007, la ex portavoz del PSOE en el Congreso, Soraya Rodríguez: “me han acusado de todo menos de violar a la candidata, pero se comprende”.
La última ocasión que sacó a relucir esa capacidad de generar polémica se convirtió en trendig topic con unas declaraciones sobre las denuncias por violencia de género: “Hay veces que en un ascensor a mí me da cierto reparo entrar depende con quién me encuentre dentro. Porque hay veces que el fenómeno puede ser al revés. Tú piensa que entras en un ascensor y hay una chica con ganas de buscarte las vueltas, se mete contigo, se arranca el sujetador o la falda y sale gritando de que la has intentado agredir”. Las reacciones en cadena le costaron un serio disgusto al edil vallisoletano, al que la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y Malos Tratos le acusó de propagar “una apología del terrorismo machista”.
Tiempo atrás, cuando llegó a la Alcaldía, declaró que quería las calles de la ciudad libres de “pulgas, piojos y putas”. Tampoco se ha reprimido al referirse a la igualdad entre hombre y mujeres: “No creo en paridades, me parecen paridas. No admito las cuotas, porque así nos va”. Pero una de sus frases más célebres se la dedicó a Leire Pajín cuando fue nombrada ministra de Sanidad en 2010: “Es una chica preparadísima, hábil y discreta, que va a repartir condones a diestro y siniestro, y que va a ser la alegría de la huerta. Cada vez que veo la cara y los morritos de Leire Pajín pienso lo mismo, pero no lo voy a contar aquí”. Estas palabras le costaron el plante de la ministra de Cultura, Ángel González Sinde, que se negó a asistir a la Semana Internacional de Cine de Valladolid.
Este león indomable de la política local se enfrenta ahora a una situación nueva e impredecible. Algunos piensan que se ha metido en un callejón sin salida, pero otros tiran de la hemeroteca política para recordar que nadie ha podido derribarle en las urnas.