Nunca una campaña electoral había empezado un 11 de septiembre. Pero tampoco unas elecciones habían sido tan trascendentales en Cataluña. La Diada de hoy, que acogerá por cuarto año consecutivo una gran movilización popular independentista, marca el inicio del viaje hacia las elecciones del 27 de septiembre que quieren condicionar el sino del proceso catalán. Si la candidatura de Junts pel Sí tiene la mayoría absoluta, sola o con el apoyo de la CUP, se iniciará un proceso de “desconexión” del Estado que culminaría en una declaración de independencia en dieciocho meses. Si no la consigue, Artur Mas dejaría la política y sería muy difícil articular un gobierno alternativo en Cataluña. Las diferencias ideológicas entre las diferentes opciones que abogan por la continuidad de las relaciones entre la Comunidad Autónoma y el resto de España lo hacen casi una utopía.
La manifestación de hoy será, pues, otro termómetro para calcular la vigencia del sentimiento independentista antes de unas elecciones que algunos entienden como plebiscitarias, aunque oficialmente solo se escoge el Parlament. Los eventos anteriores, todos organizados por la ANC y Òmnium Cultural (que forman parte de la candidatura de Mas), fueron un éxito rotundo. Si la convocatoria de esta jornada vuelve a serlo, supondría un empuje de fuerza para los partidarios del “Sí”. En el sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado ayer, Junts pel Sí y la CUP conseguían la mayoría absoluta, pero por muy poco. Muchos opinan que 68 diputados (el 44 % de los votos) no representan una ventaja suficiente como para empezar un proceso de este calibre. Además, Antonio Baños, el líder de la CUP, ya ha advertido de que no facilitará la investidura de Artur Mas como president de la Generalitat. El barcelonés necesitaría una mayoría más holgada para llevar a cabo su hoja de ruta sin depender de agentes externos.
El principal acto del 11 de septiembre siempre ha sido una cita obligada para los partidos y asociaciones catalanistas. La mayoría nunca han faltado a la manifestación, pero el sesgo electoral de esta diada ha propiciado que tradicionales asistentes como Unió, socio del gobierno convergente, o los verdes de ICV -que ahora concurren con Podemos y otras formaciones en Catalunya Sí que es Pot- hayan preferido desvincularse de la movilización. “Si es el inicio de campaña de una candidatura concreta no tiene sentido que nos sumemos”, consideró el candidato de los democristianos, Ramon Espadaler. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que votó Sí-Sí en la consulta del 9 de noviembre, tampoco asistirá porque considera que forma parte de la convocatoria de los comicios. Otros no han desvelado todavía sus intenciones. Artur Mas, que nunca ha ido por respeto a su responsabilidad institucional, podría dar la sorpresa y personarse por primera vez al lado de sus miembros de candidatura en el principio de la Via Lliure. Hace una semana insinuó que quizás sería el momento de participar.
“Las urnas estarán para que los catalanes tomen la decisión más importante de los últimos siglos. Nuestra fuerza proviene de la gente”, aseveró el president de la Generalitat en el acto de inicio de campaña de Junts pel Sí en Barcelona. Con las señeras y las “estelades” que ya tiñen tantos balcones de la capital catalana, los organizadores de la manifestación están convencidos de que la movilización superará, de nuevo, todas las expectativas. Está organizada a lo largo de la Meridiana, un guiño a las zonas más humildes de la Ciudad Condal que no son el tradicional votante de las opciones secesionistas. La Via Lliure ocupará más de cinco kilómetros de la avenida, distribuida en distintos tramos que ocuparán ciudadanos de todo el territorio catalán, hasta llegar al Parlament como gesto simbólico. Aunque el presidente de la ANC, Jordi Sànchez, ha repetido por activa y por pasiva que la Diada ha de ser una celebración libre de confrontación, exhibición y propaganda electoral para garantizar la unidad y la transversalidad de la movilización, todo apunta a que será el mítin más numeroso del Sí. El mismo Sánchez ha asegurado que las inscripciones previas ya superan los 450.000 participantes. Las encuestas auguran una victoria holgada de la candidatura de Mas, pero el interrogante se sitúa en si obtendrá la mayoría que le deje las manos libres ante el electorado independentista.