El gigante asiático inunda el mercado global de acero barato y amenaza la viabilidad de la industria europea y americana. Los productores chinos tiran los precios para exportar a medio planeta su enorme excedente, mientras Bruselas y Washington se preparan para imponer barreras comerciales a un producto a precio de saldo.
El del acero es un mercado excepcional. En algunos sectores económicos China es el principal consumidor del mundo (la mayor potencia económica global en ciernes, un mercado desproporcionado, una economía con hambre de casi todo… ya se sabe). Y en otros sectores, el gigante asiático es el mayor productor del planeta.
Pero en el caso del acero, China concentra al tiempo tanto la mitad de toda la producción mundial (823 millones de toneladas de un total global de 1.670 millones en 2014) como la mitad del consumo (710 millones de toneladas frente a los 1.537 millones de demanda mundial). Y en el sector se anticipa que las proporciones se consolidarán en los próximos años. O incluso en el caso de la producción el peso chino puede acabar siendo aún mayor.
China genera tanto acero como el resto del mundo conjuntamente y también consume lo mismo que todo el resto del planeta, por lo que el comportamiento del sector siderúrgico del país asiático tiene un impacto a escala global. Durante algo más de una década, el Gobierno de Pekín ha impulsado inversiones millonarias para levantar una gigantesca industria del acero que atendiera el hambre (hasta hace poco insaciable) de su economía por este material. La magia de la economía planificada.
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Pero con su crecimiento económico ralentizándose (de incrementos del PIB por encima del 10% de manera sostenida ha pasado a un enfriamiento con un alza de sólo el 7%), y con la voracidad de la industria y la construcción chinas más que contenida, China se ha encontrado con una situación de enorme sobrecapacidad en su producción de acero. Pero lo que en cualquier otra economía conllevaría un parón de la inversión y un recorte de la producción, en China se ve de otra manera.
Un mercado inundado de acero barato
Las factorías del gigante asiático siguen produciendo al mismo ritmo –incluso mayor- que cuando su economía se mantenía a velocidad de crucero. Y la sobreproducción de las plantas chinas se ha derivado hacia la exportación, inundando medio mundo con su acero y lo ha hecho tirando los precios. En lo que va de año, el acero que China coloca en otros países ha bajado su precio un 30% con carácter general (el precio real depende del producto concreto y del mercado al que llega) y es ya entre un 10 y un 20% más barato que el producto que generan sus rivales.
En el mercado sobra acero. Según las cifras que maneja Comité del Acero de la OCDE, la sobrecapacidad de producción de los grupos estatales chinos será de entre 325 y 425 millones de toneladas en 2015, cuando la demanda de acero en China el año pasado prácticamente se estancó y este año caerá en torno a un 1%. El resultado es que las factorías chinas previsiblemente exportarán un récord de entre 100 y 110 millones de toneladas este año, en torno a un 20/25% más que en 2014, que ya marcó un máximo histórico.
“La industria mundial está siguiendo inevitablemente la rebaja de precios que impone China. Si no, no se vende. Y si no se vende, hay que cerrar las fábricas”, advierte Andrés Barceló, director general de la Unión de Empresas Siderúrgicas (Unesid), la patronal española del ramo. El sector europeo del acero, según datos de la patronal continental Eurofer, ha visto cómo sus ventas se han desplomado casi un 25% en los últimos tres años, lo que ha provocado en paralelo un fuerte recorte del 29% en las inversiones.
Los clientes -empresas de automoción, industria de todo ámbito, construcción…- eligen el acero ‘low cost’ procedente de China, menguando aceleradamente el negocio de los proveedores del resto del mundo. Los productores coinciden en que el comprador español es especialmente sensible al precio, así que las importaciones de acero procedente de China no han dejado de crecer, lo que ha encaramado a España al tercer lugar en el ránking de países europeos en volúmenes de compras (por detrás de Italia y de Holanda).
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“Estamos en una situación de emergencia. Si seguimos así en Europa y en España se dejará de producir acero. Se está dejando caer al sector. Competimos con empresas que no se mueven por los impulsos del mercado y que tienen capital infinito por ser públicas. Las empresas chinas pierden dinero vendiendo a esos precios, pero les da igual”, alerta Barceló. “Las compañías chinas no son más competitivas, porque los costes de producción son prácticamente los mismos para cualquier empresa del mundo. A no ser que por más competitivas entendamos que tienen la posibilidad de no devolver los enormes que soportan con el permiso de las autoridades”, sentencia el director general de Unesid.
Vender para perder dinero
Según denuncian sus competidores, el producto chino se comercializa directamente a unos precios de derribo que están poniendo en peligro la continuidad del sector del acero en Europa y Estados Unidos… y en Latinoamérica, y en Australia, y en Corea y en India… Desde las empresas siderúrgicas de estos países las acusaciones de dumping (la práctica ilícita de vender un producto por debajo de su precio de producción para eliminar rivales) se multiplican. Y desde la patronal siderúrgica china se acusa a sus rivales internacionales de propugnar un proteccionismo mal disimulado.
La batalla por frenar al sector siderúrgico chino -y, con ello, el desplome de los precios- se ha enconado en los últimos meses. Y es que a finales de 2016 muchos países afectados por el actual escenario del sector pueden perder el único instrumento de defensa que pueden ejecutar ante la deriva del gran rival asiático.
Estados Unidos y la Unión Europea tienen abiertos varios expedientes antidumping contra China, lo que ha derivado en el establecimiento de aranceles disuasorios para frenar la entrada de diferentes productos de acero chino mediante el encarecimiento de las importaciones. Y, de hecho, las patronales de una orilla y otra del Atlántico reclaman nuevas sanciones a otros productos del acero para poner coto a la política del gigante, y la Comisión Europea y el Departamento de Comercio de EEUU estudian imponer nuevas barreras.
Perder la última línea de defensa
Sin embargo, el sector siderúrgico global ve con pavor la posibilidad de la Organización Mundial del Comercio (OMC) reconozca en diciembre de 2016 a China como una economía de mercado, lo que impediría que sus países miembros aplicaran medidas antidumping contra el gigante asiático. En un insólito comunicado conjunto hasta nueve asociaciones siderúrgicas de todo el mundo (varias de EEUU, Europa, Canadá, Brasil, México…) reclamaron a sus gobiernos que frenen la pretensión de Pekín de conseguir la consideración de economía de mercado…. Fundamentalmente, según argumentan, porque no lo es.
“Considerando el permanente y significativo papel que el Gobierno chino tiene en muchos aspectos cruciales de la economía de país, y en especial en las empresas públicas del acero, parece claro que China dista mucho, en estos momento, de ser una economía de mercado”, denunciaron las patronales en el texto consensuado.
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Los productores internacionales de acero consideran que ese reconocimiento daría alas a sus rivales chinos y llegaría en el peor de los momentos posibles: en el culmen de la sobrecapacidad de la producción mundial, con las exportaciones chinas en máximos históricos y con los precios internacionales por los suelos.
Desde la española Unesid y la continental Eurofer, se reclama, no ya no perder la posibilidad de imponer sanciones comerciales contra los precios de derribo chino, sino que Bruselas reforme sus procedimientos para aligerar el establecimiento de aranceles. “Con esta erosión de precios, la industria europea no puede esperar seis meses de caída del negocio para que Bruselas decida abrir un expediente y otros seis o nueve meses más para imponer medidas provisionales”, sostiene el director general de la patronal española. “Con esos plazos, mientras se espera a establecer aranceles, muchas empresas entrarían en concurso de acreedores”.
En Reino Unido y en Estados Unidos, las grandes acereras ya han iniciado procesos de ajuste, con cierres de plantas ya anunciados y con recortes de actividad y de plantilla en las factorías que seguirán activas. En los mentideros del sector, se da por hecho que las medidas también llegarán a España. Y las empresas miran indisimuladamente a Oriente en busca de culpables.