Las falsificaciones suponen una pérdida media de 26,3 millones anuales en la industria de la moda. La territorialidad de las leyes de Protección Intelectual choca con la vocación de internacionalización en el sector. Estados Unidos lleva la ventaja a España con el reconocimiento de intangibles como los procedimientos de trabajo.
¿Cómo contabilizar la creatividad, el diseño o la experimentación? Todos los sectores tienen sus peculiaridades, pero el de la moda se enfrenta actualmente a grandes retos fruto de la globalización. Al proceso de lanzar una marca y de poner en marcha la maquinaria productiva, se suma ahora la protección de ésta frente a eventuales copias en cualquier parte del mundo.
“El mercado de la moda tiene que convivir con las copias, siempre ha sido así, y existen ejemplos de grandes marcas que han triunfado de esta manera”, explicaba Javier García San Miguel, director de Marketing y E-commerce en Intropia, durante la presentación del informe sobre «Protección e Internacionalización de la Marca» de Mindway y Pons Intellectual Property.
Sin embargo, una cosa es la copia y otra es la piratería. En un entorno hiperconectado todos compartimos una serie de referentes que nos pueden influir a la hora de desarrollar nuestro producto. “La copia es muy relativa, todos estamos en el mismo mundo y vemos lo mismo, es normal que se desarrollen productos similares”, explicaba Eduardo Jones, co-fundador de la marca Mr. Boho.
Más allá de las similitudes, el problema de la industria textil está actualmente en las falsificaciones, que suponen unas pérdidas de 26,3 millones de euros anualmente en la UE y la pérdida de aproximadamente 363.000 empleos directos, según la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (OAMI).
“La mafia se ha vuelto bastante fashionista. Actualmente el crimen organizado funciona como si se tratarán de empresas multinacionales, se han sofisticado mucho. Estás prácticas no sólo tienen un impacto económico, sino un fuerte impacto social”, señalaba Lilyana Georgieva Stancheva, abogada de Pons Intellectual Property.
La piratería es un problema que afecta especialmente a España en comparación con los vecinos europeos; sólo en 2015 el sector perdió un 15,8% de las ventas debido a este fenómeno, datos sólo comparables a los de Rumanía (15,8%), Bulgaria (17,5%) o Grecia (18,7%), y afectó a un 13,5% de trabajadores, sólo por detrás de Grecia (17%). Esto se traduce en que 50.296 empleados del total que perdieron su trabajo debido a estas prácticas ilegales eran españoles.
Además, la industria de la moda es la principal víctima de las falsificaciones: de los 2,6 millones de productos falsificados que la Agencia Tributaria intervino en 2015 –valorados en 129,9 millones de euros-, el grupo más relevante por valor fue el de las gafas, que acaparan el 45,5% del total, seguidas de textil, calzado y complementos, que sumaron el 20,6%, y por último relojes, cuyo valor supera los 21 millones de euros. Es decir, casi el 80% de las falsificaciones en España inciden sobre la industria textil.
La protección de la marca
España es uno de los países más vinculados al sector de la moda dentro de la UE; que constituye el 5% de sus exportaciones industriales, frente a la media del 3,3% europea, y el 6% de sus importaciones sobre el total industrial, por encima también del 4,6% de la UE-28. Respecto a la producción nacional, la moda constituye un 3% del total y representa un 6% del empleo. Millones de euros y, sobre todo, millones de personas que se nutren del mismo negocio.
“La moda es un sector especialmente relacionado con la sociedad, incluso se reconoce el derecho a la vestimenta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos”, añadía Lilyana.
Sin embargo, las prendas o accesorios que adquirimos en la tiendan son sólo el último paso de un largo y complejo proceso que comienza con la protección de la marca. “La moda tiene un fuerte componente de creatividad que tiene que ser protegido. La marca es el nexo de unión con los clientes y la carta de presentación. Además del diseño o las patentes, España debe avanzar en otras áreas como el secreto industrial o los derechos de autor, donde la jurisprudencia todavía no es muy clara”, explicaba Isabel Cortés Martínez, directora de Marca Internacional en Pons Intellectual Property.
Respecto a esto, Estados Unidos es el espejo en el que Europa debería mirarse. El gigante americano lleva la ventaja en esta área con el desarrollo de normas en torno al secreto industrial, la propiedad intelectual en mercados como el textil o el registro de los procedimientos de trabajo.
La tendencia general ha ido evolucionando hacia el registro simultáneo de las marcas en varios países como forma de facilitar los trámites a los empresarios.Por un lado se encuentra la marca de la Unión Europea, dependiente de su Oficina de Propiedad Intelectual (EUIPO), que posibilita la venta y protección en todos los países de la UE-28 a través de un único registro.
A nivel mundial se encuentra la Organización Mundial de la Protección Intelectual (OMPI), dependiente de la ONU, que permite el registro progresivo en diferentes países como Egipto o India, donde los trámites y costes administrativos son una barrera de entrada. En Latinoamérica destaca el Pacto Andino, que garantiza la protección en Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, y en África la Aripo y la OAPI, cada una encargada de un conjunto de regiones.