El desquiciado sistema capitalista que rige nuestras vidas prepara una nueva crisis económica a corto plazo. Once años después del crack de 2008 no hemos aprendido nada y las elites financieras han seguido basando la creación de riqueza en un modelo productivo agotado que condena a cientos de millones de personas a la más absoluta pobreza y a la destrucción del planeta. Nadie en las altas esferas mundiales se ha planteado rectificar las políticas erráticas y como consecuencia de ello nos vemos abocados a un nuevo colapso de los mercados producto del atracón del dinero, del beneficio absurdo a toda costa y de la especulación como forma de organizar las sociedades.
Según los expertos, ya hemos entrado en un contexto de desaceleración económica que pueda llevar a la recesión a Italia por culpa de su endeudamiento y también a Alemania, gran locomotora de la economía europea que está perdiendo fuelle. Además hay otros factores que oscurecen aún más el panorama: el Brexit duro, una sombra amenazante que sigue planeando sobre la UE; la guerra comercial que Trump ha declarado a China a costa de los aranceles; la inestabilidad en países como Turquía o Venezuela; y el frenazo a las exportaciones. Todo ello hace augurar lo peor. La euforia de la supuesta recuperación ha quedado atrás; hemos entrado en otro momento ‘depre’ de la economía y ya se sabe que cuando los mercados están “de bajón” los más vulnerables suelen pagar el pato.
Algunos economistas auguran una “tormenta perfecta”, entre ellos el comisario europeo de Presupuestos y Recursos Humanos, Günther Oettinger. “Los mejores años han quedado atrás y las perspectivas van a oscurecerse algo. La recesión no estará lejos si confluyen estos riesgos”, ha asegurado lacónicamente durante un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum. Esos riesgos “pueden repercutir en toda la UE”.
Oettinger ha alertado de los peligros de que Europa no esté capacitada para afrontar los retos de la actual revolución digital. “Queremos seguir siendo competitivos donde ya lo somos y serlo donde no lo somos”, ha añadido.
Ante esta tesitura, las mismas recetas neoliberales que se han mostrado fracasadas siguen siendo la única solución. “Necesitamos una Europa más fuerte, con una estrategia común, completar el mercado interior, firmar acuerdos comerciales con todos los países que quieran, necesitamos trabajar mucho en la formación de nuestros ciudadanos, más solidaridad entre los Estados miembros y, por supuesto, un presupuesto que nos permita financiar estos objetivos”, ha asegurado Günther Oettinger.
Es evidente que el modelo está agotado y que el mundo necesita una revolución económica si quiere ir hacia un futuro mejor. La economía súper productiva de explotación, gasto y despilfarro solo sirve para esquilmar los recursos y sumir a la mitad de la población mundial en la miseria. Urge apostar por una economía sostenible, como también resulta imprescindible crear un gran impuesto mundial a las grandes fortunas y multinacionales, así como a las transacciones financieras, para un mejor reparto de la riqueza. La desigualdad es el gran cáncer de la humanidad. En el mundo se mueven al día 2 billones de dólares, casi el doble de la riqueza de España, una cantidad ingente de riqueza que siempre va a parar al bolsillo de unas cuantas familias. Solo con un 0,1% de esos beneficios se podría acabar con el hambre en la Tierra. Ello permitiría que millones de personas no tuvieran que plantearse emigrar a los países ricos, aliviándose el insostenible flujo migratorio. Si además se lanza un Plan Marshall para el tercer mundo, muchos países podrían salir del subdesarrollo en beneficio de toda la humanidad.
Por supuesto, habría que terminar con los paraísos fiscales. Solo en 10 años las empresas españolas han sacado 6.000 millones de euros hacia países donde el dinero negro fluye como un maná, generando graves desequilibrios a las economías internacionales. Y evidentemente se hace necesario una mayor regulación de los mercados para que el sector público, base del Estado de Bienestar, recupere el control de la economía, así como mayor inversión estatal en la creación de empleo. La Banca Pública puede ser una buena alternativa. Mientras llega la recuperación económica, es preciso incluir una renta básica ciudadana de 600 euros como mínimo. Los ricos deben saber que no estarán seguros en un sistema como el actual donde la mayoría de los ciudadanos no pueden vivir. De seguir por este camino habrá conflictos, revoluciones y guerras en todo el mundo. El contrato social de Rousseau es más necesario que nunca.
Todo eso es lo que nos jugamos los españoles el próximo 28A. Seguir por el camino de la injusticia que genera el capitalismo salvaje o abrir el futuro a un nuevo modelo económico mucho más humano y sostenible.