Ciudadanos está en su mejor momento. Su crecimiento se muestra sólido y no sólo pesca en aguas del PP. Muchos votantes socialistas están apostando también por la última apuesta con vocación de centro. La única pregunta que cabe hacerse es si el partido de Albert Rivera tiene un techo y, de tenerlo, dónde se encuentra.
En el Partido Popular están preocupados, pero menos de lo que estaban hace algo más de un mes, cuando sus encuestas internas no hacían más que darles disgustos, zarpazo tras zarpazo. Afortunadamente para ellos, parece que la tormenta Rivera ha amainado y que sus cifras se han estabilizado, en parte gracias a la recuperación del electorado situado más a la derecha del espectro, que ya no tiene un Vox al que votar y que ve en el PP su única esperanza. Pero desde Génova se atisba otro efecto curioso: Ciudadanos está arrebatando votantes al PSOE a gran velocidad. Y aunque es cierto que los socialistas están compensando ese efecto con la recuperación de algunos votantes de manos de Podemos, la situación parece más halagüeña que hace unas semanas.
El problema para los populares es que la tormenta Ciudadanos no esté muerta, que esté de parranda. ¿Y si volviese a arreciar hasta entrar en la escala de huracanes de Saffir-Simpson?
No es del todo política ficción. Aunque en general la cosa parece algo más tranquila, se respira ozono en el ambiente. Algunas encuestas recientes que manejan los populares arrojan datos que podrían ser malos augurios si se expandiesen. No nos referimos a cómo el PP anticipa ya una fuga de su voto en Cataluña a favor de Ciudadanos, o de cómo es más que probable que pierdan la Comunidad Valenciana. El indicador más peligroso son ciertos ayuntamientos considerados como bastiones del partido en los que Ciudadanos aparece como la segunda fuerza más votada, y donde los candidatos de Rivera tienen posibilidades reales de gobernar con muy pocos apoyos. Hablamos de localidades donde, en algún caso, el Partido Popular ha gobernado siempre, y casi siempre con mayoría absoluta.
En el Partido Popular existe la creencia de que van a poder gobernar en muchos sitios con el apoyo de Ciudadanos, pero ¿y si Ciudadanos empieza a verse capaz de gobernar con el apoyo de alguna otra fuerza? Eso supondría un giro copernicano en el debate actual.
A Rivera siempre le vendrá mejor haber gobernado con apoyos que haber prestado su apoyo para gobernar.
Ante las próximas generales, a Rivera le vendrá mejor haber gobernado con apoyos que haber prestado su apoyo para gobernar.
Si realmente se produce algo así, y si además Ciudadanos consigue mantener limpias sus listas y evitar casos vergonzantes como el del candidato a la Alcaldía de Ciudad Real, el partido de Rivera tendría una magnífica posición de salida de cara a las elecciones de este otoño.
Afortunadamente para el campo de Mariano Rajoy, en Ciudadanos por ahora están a la mitad del cuento de la lechera y hay margen de sobra para que se rompa el cántaro. Hay dos piedras que podrían hacer tropezar a la formación de Rivera. En primer lugar, el riesgo de un pinchazo al estilo Podemos. Una caída en las encuestas al acercarse el momento definitivo, quizá por algo tan secundario pero tan impactante como el vídeo viral Desmontando a Ciudadanos. También podría destaparse algún escándalo durante el verano. Un estío que, por cierto, es un asesino de dinámicas políticas. Recordemos lo que pasó con los SMS de Bárcenas y cómo se agostó dicho escándalo.
En segundo lugar, el PP tiene mucha fe en un dato que Carlos Sala comentaba acertadamente en su blog de Lainformacion.com: la opinión de los españoles sobre la economía ha mejorado drásticamente. Esto podría devolver algunos votantes al redil del PP, especialmente si las cuentas siguen por el mismo camino durante lo que resta de año.
Ahora serán los votantes quienes tomen la palabra. ¿Será Ciudadanos una burbuja más o tendrá capacidad de transformar la ecuación de fuerzas en la política española durante los próximos meses? La solución a este cliffhanger, en dos semanas en su urna más cercana.