La venta de Yoigo está llegando a un punto de no retorno. En algún momento, ACS deberá decidir si quiere vender la compañía o no, porque sus actuaciones en este proceso parecen hasta ahora más orientadas a impedir la operación que a facilitarla.
Es el momento de repasar una operación que lleva cerca de cuatro meses bajo el escrutinio público y bastante más en la fase preliminar. Todo comenzó el pasado febrero con el anuncio de la puesta en marcha de un proceso para la venta de Yoigo. No era la primera vez, el grupo nórdico ya intentó deshacerse de su participación en 2013, pero ni Vodafone ni Orange se plegaron a sus exigencias y no logró recaudar los mil millones que pretendía. Bloqueada esa alternativa, decidió darse un plazo de años y poner en valor el activo por su cuenta.
El problema es que no lo consiguió. En los últimos dos años, Yoigo ha sufrido por varios motivos. El primero, el hecho indiscutible de que los operadores españoles han apostado por las ofertas convergentes fijo-móvil, y que la filial de Telia no tiene capacidad de maniobra en ese terreno. El segundo, el que los principales postores de entonces, Orange y Vodafone, compraron Jazztel y Ono, respectivamente, reforzando un oligopolio a tres bandas e impidiendo casi cualquier posibilidad de que la Comisión Europea apruebe la desaparición del cuarto operador y su absorción por uno de los grandes.
Así pues, cuando se volvió a anunciar la apertura de un proceso de venta, las posibilidades de Telia y sus socios, ACS, FCC y Abengoa, pasaban por la adquisición por parte de MásMóvil, una pequeña operadora inflada a base de operaciones corporativas y que parecía capaz de conseguir financiación para hacer una apuesta relativamente humilde. Pero cuando muchos asumían que MásMóvil iba a ser el único inversor, apareció Zegona, un nuevo entrante nacido para comprar operaciones europeas, ponerlas en forma y venderlas después. ¿Su primer objetivo? El mercado español, un lugar con varias pequeñas operaciones independientes que, bajo la misma batuta, podían valer más que la suma de las partes.
Zegona, financiada de sobra y con una directiva de relumbrón, consiguió dos cosas sorprendentes. La primera fue un acuerdo de negociación en exclusiva con Telia y sus socios. En el marco del mismo, logró no sólo presentar una oferta que superaba con creces la propuesta de MásMóvil –fuentes de ésta operadora calificaron entonces de ‘locura’ pagar 550 millones por la compañía de la verdad verdadera–, sino que llegó a un acuerdo total con Telia. ¿Qué sucedió entonces?
Varias cosas al mismo tiempo, con ACS como protagonista y, por tanto, bajo la batuta de Ángel García Altozano, director general corporativo del grupo, presidente de Yoigo desde hace una década y hombre de confianza de Florentino Pérez.
Todas las fuentes consultadas por SABEMOS subrayan que ACS tiene claro un plan industrial para Yoigo que incluye el despliegue de antenas y el cambio de la oferta de itinerancia allí donde no llegan sus redes, de Movistar a Vodafone. La parte de las antenas tenía sentido porque reducía el coste mayorista de la señal y permitía ofrecer tarifas con muchos gigas como la Sin Fin. La parte de la itinerancia era prácticamente obligatoria dado que el máximo responsable operativo de Yoigo, Eduardo Taulet, se ha granjeado estos años la enemistad de Telefónica, haciendo casi imposible llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes. Algunos de los motivos son públicos, como el conflicto suscitado por parte de Yoigo al intentar ofrecer servicios de operador móvil virtual, y las batallas legales al respecto. Otros difícilmente saldrán nunca a la luz.
Este proyecto tenía ventajas, como la ya mencionada capacidad para dar muchos gigas, pero contaba con un obstáculo insalvable: Yoigo no tiene frecuencias en las bandas bajas y nunca va a poder ofrecer una gran señal 4G en interiores. A medida que avance la tecnología, la diferencia de calidad de la señal entre unos y otros se va a magnificar. Para colmo, debido al interés en las tarifas de muchos gigas, Yoigo ha negado sistemáticamente a sus clientes la cobertura 4G en la zonas en las que no tiene sus propias antenas. Aunque había un acuerdo de 4G con Movistar, nunca se llegó a activar: los precios eran demasiado elevados. Llegado el momento de negociar con Vodafone, sólo consiguieron cerrar un acuerdo de 3G precisamente por lo mismo.
En una entrevista, Taulet reconocía a SABEMOS el problema de la cobertura en interiores pero lo matizaba: «Los usuarios intensivos de datos no utilizan 4G cuando están en casa, sino que usan Wifi. Cualquier persona en su casa se conecta a su red fija. Por lo que no hay tanta importancia en la velocidad en interiores, que es donde mejor funciona la banda de 800 MHz. Creemos que la velocidad es más que suficiente. Además es en los núcleos urbanos, que es donde más uso se hace, donde más densificada está nuestra red 4G».
El primer parón
Uno de los problemas de Zegona con ACS fue que la sociedad de inversión inglesa siempre quiso firmar con Movistar. Esto paralizó la situación hasta el punto de que MásMóvil volvió a entrar en la jugada con una oferta de 700 millones de euros. A pesar de todo lo que hayan dicho durante los últimos años, están desesperados por comprar Yoigo.
¿El problema? Es casi imposible que MásMóvil consiga el dinero para hacerlo si no renuncia también al plan de mudarse a Vodafone. Porque si Zegona prefería quedarse con Movistar, MásMóvil lo necesita desesperadamente. A pesar de que hay dudas sobre hasta qué punto los amarillos no han informado correctamente a sus accionistas con cosas como la compra de un activo tan estratégico como Pepephone –muchos no entienden cómo el consejo pudo aportar una señal multimillonaria a fondo perdido a los dueños de Pepe sin el respaldo y sin informar a la Junta–, asegurarse a la operadora de lunares parecía un acierto estratégico.
Sobre el papel, Pepephone iba a facilitarles unas sinergias de 30 millones de euros anuales que ayudarían a financiar la operación. Ahorros que no se aplicarán durante los dos primeros años si se mudan a Vodafone y los clientes de Pepephone se quedan ‘atrapados’ en Movistar –donde sí tienen 4G de primera calidad, también en interiores, en todo el territorio nacional–.
Los bancos con los que se ha hablado para conseguir financiación son perfectamente conscientes de esta situación y han planteado claramente sus dudas al respecto a la hora de financiar. MásMóvil, que además está negociando con un gran fondo, Providence Equity, para que acuda a la ampliación de capital, probablemente se topará también con sus reticencias a la hora de pasar a Vodafone, si tanto lo dificulta todo. Es un proceso que beneficia –y con dudas– a Yoigo en caso de que se mantenga independiente, pero que supone un problema de difícil solución para los compradores que están hoy sobre la mesa.
La especulación más frecuente en estos momentos en el sector es que Eduardo Taulet ha conseguido convencer a ACS de que existe un futuro independiente para Yoigo, y que ACS no tendría ningún problema con seguir bloqueando una operación sobre la que tiene derecho de veto y mantener la situación como hasta ahora. Existe incluso un sector dentro de Telia que considera que no es el momento para vender, y que contempla volver a poner el freno a la venta durante otros dos años si en los próximos días no se cierra la transacción.
El problema es que existe el riesgo de que Yoigo valga aún menos dentro de dos años.
¿Ultima oportunidad para sacar tajada?
Se trata de una compañía que ha hecho un magnífico trabajo durante sus diez años de vida, ayudando a mejorar la competencia en el sector español del móvil, pero actualmente es incapaz de seguir avanzando. Las tiendas de Yoigo han vivido un retroceso constante en los últimos años, por ejemplo, a medida que la subvención de terminales ha dejado de ser tan importante, y Taulet ha estado más orientado en mejorar la rentabilidad que en atacar de verdad al mercado y captar clientes de forma agresiva.
El de la distribución es otro de los problemas de Yoigo, con pleitos por parte de franquiciados y dudas sobre qué harán con el canal los nuevos dueños. Actualmente el grueso de las franquicias lo lleva ByMóvil, una empresa cántabra cuyos dueños consiguieron hacerse, recientemente, también con toda la distribución, sustrayéndosela al grupo Brightstar 2020 a través de la sociedad Interbox.
En el sector consideran que esta externalización del canal, uno de los éxitos de Taulet a su llegada a la compañía, genera también dudas por parte de los compradores. Si bien el hecho de que MásMóvil haya convertido en director general del canal residencial a Germán López, salido de Brightstar 2020, amigo personal de Taulet y con un conocimiento íntimo de este peculiar canal, tiene que considerarse como un punto para el equipo amarillo.
En todo caso, conviene recordar lo que decía hace menos de un año Taulet de MásMóvil: «Aquí se ha montado una burbujilla que a unos les interesa financieramente y a otros desde el punto de vista competitivo. Habrá que dejarles y de aquí a un año veremos. Ahora, por lo tanto, habrá que ver cómo valora el mercado el proyecto de MásMóvil. El mundo financiero es muy libre, pero pienso que MásMóvil no va ser el cuarto operador de este país. Otra cuestión, también, es que facturan la décima parte que nosotros y ganan la décima parte que nosotros. Y no tienen red, ni marca, ni tiendas. Al final parece una amalgama de compras hechas por un holding financiero de empresas sin mucho en común».
«Taulet se juega su futuro y está jugando sus bazas con maestría», apuntan a SABEMOS fuentes del sector, que consideran que Altozano está acertando al seguirle el juego. «No sé si el plan de Taulet o su continuidad son de verdad importantes para ACS, pero lo que está claro es que García-Altozano tiene motivos para presumir porque ha conseguido subir el precio con su actitud», añaden. «Pero si la amenaza de un acuerdo con Vodafone es un farol, tiene que saber retirarse a tiempo».
El actual acuerdo con Movistar vence a finales de año, y si quiere irse a Vodafone, Taulet deberá anunciarlo con seis meses de antelación. A primeros de julio, vamos. Si lo hace, no habrá marcha atrás.
¿Cuáles son las opciones?
Si de verdad para ACS y Telia lo importante es el precio, quedarse en Vodafone dará igual y la compañía se venderá a quien antes ponga un montón de billetes sobre la mesa. Fuentes de Movistar confirmaron su intención de llegar a un buen acuerdo con el primero que lo quiera, y confirmaron que las dificultades con Taulet serán fáciles de limar en cuanto haya otro interlocutor a los mandos. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
Pero otra opción es que ACS, simplemente, apueste por no vender y arrastre a Telia a pasarse al menos otros dos años atrapada en el mercado español sin garantías de que en 2017 el precio no volverá a desplomarse y las minusvalías de la operación, a acrecentarse. Hoy consideramos excelente una oferta de 700 millones cuando hubo una de 1000 sobre la mesa. En 2017 quizá sean 400.
Las apuestas son altas. Hagan juego, señores.