1. Selfie en Machu Picchu
Esta noticia llenó en su día los telediarios y las redes sociales. Un turista alemán sintió la arrebatadora necesidad de hacerse una buena foto en Machu Picchu, con los Andes peruanos de fondo. Para ello, Oliver Park y sus 51 años entraron en un área restringida y se pusieron al borde de un acantilado.
Park quería una buena foto, de esas que te hacen sentirte orgulloso en Instagram, y decidió hacerse el selfie mientras saltaba para dar la sensación de que estaba en pleno vuelo. La foto no sabemos si consiguió hacerla, pero el vuelo sí: se desequilibró y cayó acantilado abajo. Los equipos de rescate tuvieron que rescatar el cuerpo de la montaña.
2. Cuidado con los fuegos artificiales…
Este también se puso creativo. Un hombre de Calais, en el estado de Maine, estaba encendiendo fuegos artificiales con sus amigos en el patio trasero de una casa. Fue entonces cuando se vino arriba y decidió que iba a convertirse en un ninot viviente.
El hombre se colocó encima de la cabeza un tubo de mortero de fuegos artificiales y, por supuesto, lo encendió. La explosión acabó con él al instante debido a los daños que le provocó en el cráneo, y sus amigos también sufrieron diversos daños y quemaduras.
3. Cazando conejitos
Para ser un cazador, hay que tener instinto de cazador. En la ciudad de Doncaster, Inglaterra, vivía uno de estos astutos hombres que atrapan a sus presas sin piedad.
El cazador en cuestión quería profanar una madriguera de conejos. Contaba con una bolsa llena de hurones, un perro de caza y herramientas para cavar. Pero no, quería ser él mismo quien atrapara al escurridizo conejito. Ató a su perro a un árbol cercano y se lanzó con la cabeza por delante. El astuto cazador fue encontrado asfixiado con la cabeza atrapada en la madriguera, sobresaliendo su torso y piernas en un ángulo de 45 grados con el suelo. Los conejitos fueron demasiado listos para él.
4. Robar en gasolineras tiene sus peligros
Venga, vamos con fuego. En el pueblo brasileño de São João de Meriti, un ladrón va a una gasolinera y le pide a un dependiente que le llene el depósito con etanol. Cuando el pobre empleado le va a cobrar, el criminal se niega y le pide dinero, con lo que el dependiente le da los 40 dólares que lleva encima. Poca cosa para el pistolero, que pide más.
Al trabajador de la gasolinera le entra el miedo y se le ocurre empezar a llenar de etanol el coche del ladrón. El bandido, loco de furia, dispara contra el empleado. Suerte para el dependiente, que esquiva la bala. Mala suerte para el ladrón, que con la chispa del disparo consigue prender su coche y sufrir graves quemaduras en el 87% de su cuerpo.
5. La democracia te puede asfixiar
El 19 de octubre de 2015 se celebraron en Canadá elecciones federales. El debate sobre si se debe permitir votar con el rostro cubierto estuvo muy presente. Los partidarios acudieron a las urnas con el rostro cubierto de diferentes formas.
Un hombre de 24 años quiso dar la nota (o tenía poco presupuesto) y fue a votar con una bolsa de plástico en la cabeza. La cosa iba lenta y tuvo que esperar 45 minutos para introducir su papeleta. Y claro, para qué quitarse la bolsa de la cabeza. Se desmayó y falleció horas más tarde debido a complicaciones respiratorias.
6. Si vas al volante, nada de onanismo
¿Y no va a haber ninguna de sexo? Pues sí. Un hombre de 58 años iba de madrugada conduciendo por el estado de Michigan, lo que a priori parece bastante aburrido. Al hombre en cuestión también debió de parecerle un rollo, así que se quitó los pantalones y se puso una película porno mientras se masturbaba al volante. Sin cinturón, para darle más emoción. ¡Cuántas cosas a la vez! Demasiadas. Perdió el control del coche y salió despedido por el techo solar, muriendo en el acto.
7. Buscando adrenalina
Todo un Premio Darwin. En el condado de Boulder, en Estados Unidos, dos hombres querían vivir emociones fuertes y pensaron que la universidad podría dárselas. No penséis que se graduaron o algo así, qué va. Una madrugada que el viento soplaba huracanado, se colaron en el campus de la Universidad de Colorado y escalaron una grúa de construcción de unos diez pisos de altura.
Los hombres se ataron a la grúa con cuerdas y se quedaron colgando de la misma. Uno de ellos comenzó a balancearse y consiguió balancear la grúa entera, que se estrelló contra el edificio de una central eléctrica cercana. Lo sorprendente es que solo falleció uno de los dos.
8. Más adrenalina y alcohol en una tirolina
El neozelandés Mosis Tohu, de 53 años y 130 kilos, estaba en una función de Navidad en un parque de aventuras con 16 compañeros de trabajo. Le debía de parecer todo un rollo, porque no se había subido al autobús para ir al parque y ya estaba bebiendo. Y así siguió. Bebió, bebió y bebió.
Cuando consideró que iba lo suficientemente contento, decidió probar por su cuenta una tirolina y sin ponerse el arnés. Rompió el mecanismo y cayó desde una altura de dos metros. Tranquilos, todo bien, se sacudió el polvo y se levantó. Lo malo es que no le fue suficiente, y arrastró el dispositivo hacia una zona en la que iba a conseguir más altura. Mosis no se acordó de que lo había roto antes y falleció al caer de nuevo.
9. Selfies con trenes
Cuatro colegas de la universidad de Nueva Delhi estaban haciendo un viaje en coche al Taj Mahal. Planazo. A mitad de camino pensaron que las fotos del Taj Mahal ya están muy vistas, demasiado mainstream, y quisieron llevarse un recuerdo inolvidable.
Pararon el coche en las vías de un tren, se bajaron y esperaron a que llegara el convoy para hacerse un selfie. El tren llegó, ellos no se apartaron a tiempo y fallecieron. El postureo, en dosis desmedidas, es perjudicial.
10. Quiso ser viral…y se puede llevar un Darwin
Vamos con el último. Una tendencia de las redes sociales llamada #DontJudgeChallenge o #djchallenge atrajo la atención de Shawn Jackson, un chico de 22 años de Miami. Consistía en publicar fotos en las redes de uno mismo en las que se saliera feo para luego «transformarse» y publicar fotos normales. Un seguidor le sugirió a Shawn que se echara ácido de batería en la cara para hacerse la foto. Aceptó.
Se fue con su novia a comprar el ácido. Ella no parecía muy convencida y trató de disuadirle. Chica lista, pero Shawn quería ser viral. Se salpicó la cara con el ácido, que acabó por consumirle el rostro y la vida. Sin embargo, no falleció por las quemaduras sino por culpa de un paro cardíaco. Las emociones fuertes a veces tienen un alto precio.