La candidata de Ahora Madrid a la alcaldía de la capital reniega de los actos de campaña tradicionales y los sustituye por encuentros al aire libre con los vecinos. Pide a las bases que se movilicen para convencer a los que no van a los actos.
‘¿Y ahora qué? Ahora Manuela’. El eslogan de precampaña de la candidata de Ahora Madrid a la alcaldía de la capital evidencia que la apuesta del partido instrumental bajo el que se agrupan Podemos, Equo y movimientos sociales se ha adaptado como un guante a los tiempos de lo que ha dado en llamarse nueva política. Manuela Carmena no sólo ha emprendido una personalización extrema de su campaña local -llegando incluso a renegar del partido de Pablo Iglesias-, sino que además se ha sumado a la renovación de las técnicas de comunicación política hasta el punto de cambiar los mítines por los ‘antimítines’.
«Todos estos actos van poco con mi carácter, me gustaría en lugar de estar aquí estar debajo de una mesa», reconocía el sábado en el encuentro ciudadano que mantuvo en Tetuán, donde apenas intervino diez minutos antes de dar la palabra al público. Era el cuarto de los «actos de reflexión» que está organizando para interactuar con los vecinos y «ser entrevistada». Considera que la era de las soflamas unidireccionales ante grandes auditorios está superada y ha cambiado los polideportivos por parques públicos.
La organización rifó una bicicleta como la de la cabeza de cartel para financiarse
Y desde la Dehesa de la Villa, otrora frente de la Guerra Civil, en el 41º aniversario de la Revolución de los Claveles -como se encargó de recordar Mauricio Valiente, que escoltó a la cabeza de lista junto a los también candidatos Nacho Murgui y Montserrat Galcerán-, Carmena se erigió como la gran esperanza de la izquierda para volver al poder en Madrid, 26 años después de que Juan Barranco perdiera el bastón de mando. «Para ello necesitamos mucho de todos vosotros, necesitamos que convenzáis a todos los que podáis, no nos vale solo con los que estamos aquí», alentó.
Unas 600 personas se habían acercado al evento, iniciado a las 18.30 h en medio de amenazantes nubarrones. Como dijo Murgui, aquello era «lo contrario a un mitin» y por momentos se asemejaba más a una romería o fiesta de pueblo que a un acto electoral. Puestos de venta ambulante con comida y libros, corrillos de gente en el suelo alrededor de picnics, un jardín con monitores para atender y entretener a los niños… Hasta se rifó una bicicleta del estilo de la que usa Carmena, una modesta BH de paseo, para «autofinanciar la campaña, que nosotros no pedimos dinero a los bancos», tal y como indicó Ramón Ferrer, maestro de ceremonias. Trescientas papeletas a un euro se agotaron antes de que empezara el ‘antimitin’, la «entrevista de trabajo» a los candidatos, como lo bautizó la cabeza de cartel.
Después del breve introito de los cuatro protagonistas, el micrófono comenzó a rular por el auditorio, hasta dar voz a una veintena de asistentes. Ninguno siguió la petición de Carmena de que les preguntaran más por su pasado que por lo que van a hacer -«la credibilidad tiene que ver con eso», había argumentado ella- sino que tiraron del ‘qué hay de lo mío’ o de reivindicaciones izquierdistas clásicas ante las que algún encuestado torcía el gesto, pues al fin y al cabo también ellos están recorriendo el camino a la centralidad que marca Iglesias.
Rosario de propuestas y una intervención berlanguiana
«No necesito que me habléis de vosotros, ya os conozco y ya os voté en las Europeas, lo que quiero es que acabéis con la contaminación de esta ciudad», soltó el primero de ellos. La organización optó por agrupar las reflexiones del respetable antes de responderlas una a una. Y así fueron sucediéndose las quejas y propuestas con las que Ahora Madrid asegura que está puliendo su programa electoral. Se pidió eliminar el patrocinio de la estación de Sol, rebajar los bordillos de las aceras, cerrar la Castellana los domingos para que la puedan disfrutar las familias, «memoria histórica» para los que han sido desahuciados en los años de crisis, doblar esfuerzos para atraer a los jóvenes -«no veo ni un menor de 30 años aquí»-, revisar todas las contratas del Ayuntamiento… La lluvia de ideas comenzaba a abrumar cuando llegó el momento tenso de la tarde.
Dar la palabra a cualquiera tiene sus riesgos, como que coja el micrófono un caballero hastiado de «los perros y la mierda de los perros», animales que considera «armas en potencia» ante los que urge tomar medidas. El espontáneo -que comenzó su intervención preguntando por qué hay que creerles a ellos y no a los demás políticos y pidiéndoles que firmaran su programa electoral ante notario- enervó al resto del auditorio, muchos de los cuales habían acudido a la cita con sus mascotas. El runrún estalló en abucheo cuando se soltó del todo la melena y reivindicó el derecho a «llevar un revólver» para defenderse de los canes.
«Encabezo esta candidatura porque no es un partido», medió Carmena ante las disputas de las bases
Carmena medió ante el conato de surrealismo berlanguiano y pidió paz: «la democracia es así, debemos escuchar sin abuchear, yo encabezo esta candidatura solo porque no es un partido, aquí hay sitio para todos». A continuación, se salió por la tangente diciendo que a ella tampoco le gusta el patrocinio de Sol y que en efecto revisará las contratas públicas cuando llegue al consistorio.
Aún habría de llegar otro momento de confrontación, más relajado, cuando una interviniente afeó a Galcerán su deseo de que no hubiera gente del PP en el acto. «Soy roja desde que nací pero tengo muchos amigos del PP descontentos y tienen derecho a estar aquí y ojalá haya muchos exvotantes del PP aquí, les tenemos que abrir nuestros brazos, les han engañado», proclamó entre aplausos. Galcerán no sabía dónde meterse. Y es que a la parte más escorada de las listas de Podemos y sus partidos locales instrumentales -Valiente acabó su speech levantando el puño y gritando, guevariano, «¡unidos hasta la victoria final!»- les cuesta amoldarse al giro socialdemócrata que impulsan los dirigentes, en ese trayecto hacia la transversalidad que requiere aparcar las consignas ideológicas que llevan profiriendo toda la vida.
Y para eso están los ‘antimítines’ y el resto de iniciativas de contacto directo «con la gente», para recordarles entre rifas, alegría y alboroto cuál es el camino. Porque desviarse puede provocar que el ‘Ahora Manuela’ devenga Mañana Carmona. O Aguirre.
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