MásMóvil va a poder decir por vez primera que es el cuarto operador móvil español. No el «cuarto operador convergente que opera en todo el territorio nacional», ni «el cuarto operador cuyo nombre empieza con la letra ‘M'». El cuarto operador móvil español, justo por detrás de Movistar, Orange y Vodafone. Tras alcanzarse un acuerdo total entre los accionistas (Telia, ACS, FCC y Abengoa), MásMóvil y el fondo de capital privado Providence Equity, se ha firmado un acuerdo y se han adelantado 30 millones de euros hasta que se complete la transacción, tal y como sucedió ya en el caso de Pepephone. El acuerdo se ha cerrado con un valor de empresa de 612 millones, a los que hay que añadir otras garantías.
Esto no quiere decir que la operación esté totalmente cerrada, como tampoco lo está aún la de Pepephone. Aunque el proceso de diligencia debida podría durar meses, sí se ha rubricado un compromiso con garantías por todas las partes para garantizar que todo se desarrolla como está previsto, lo que incluye que MásMóvil supere su ampliación de capital y consiga la financiación bancaria.
Está por ver, en todo caso, cómo se cierran los flecos más peliagudos de la transacción. ¿El más complicado de todos? A priori, el acuerdo de itinerancia nacional. Inicialmente, ACS y el resto de minoritarios pusieron a Zegona la condición de un acuerdo con Vodafone como excusa para bloquear un acuerdo, pero es muy difícil que las entidades vayan a apoyar a MásMóvil o que Providence se meta en esto sin aprovechar las sinergias de Pepephone, que opera en la red de Movistar.
¿Lo más probable? Que ante la posibilidad de cerrar el acuerdo por los 700 millones prometidos, al final los minoritarios se aparten y dejen que el comprador desarrolle su propio negocio.
También será interesante descubrir hasta qué punto Providence se comprometerá en la operación. Fuentes familiarizadas con el proceso subrayaron que existen muchas posibilidades de que la participación del fondo en la compañía resultante sea tan importante que, en realidad, podamos hablar de que, más que apoyar a MásMóvil en la compra, vaya a adquirir la operadora con Yoigo incorporada. Será el retorno del fondo a España después de su participación en Ono, que le supuso un negocio redondo tras la venta a Vodafone.
¿El héroe de la situación? Meinard Spenger, presidente de MásMóvil, que ha superado meses de negociaciones hasta conseguir llegar al final de un camino que muy pocos hubieran creído posible. El mismo consultor de McKinsey que acabó en primera posición en el MBA del Instituto de Empresa y que diseñó con su amigo Christian Nyborg desde una playa de Lisboa el germen de un operador móvil virtual independiente, ha surfeado por las procelosas aguas del capital riesgo y la gran empresa española hasta culminar la creación del que debe convertirse en el cuarto operador móvil español. Y, para colmo, lo ha hecho en medio de una complicada situación personal.
El mismo directivo que decía que la oferta de Zegona por 550 millones era «una locura» y que su plan de negocio era capaz de subsistir sin Yoigo, siempre supo, dijera lo que dijera a los demás, que no había futuro para la empresa que dirigía, un extraño conglomerado de empresas y marcas cotizado en el MAB, sin adquirir un operador y una marca respetados. De hecho, es más que probable que al cierre de la operación el nuevo operador sólo utilice dos marcas de cara al consumidor: Yoigo y Pepephone.
En el proceso de adquisición MásMóvil hizo muy bien tres cosas. La primera, conseguir los activos de fibra y ADSL que la Comisión Europea obligó a vender a Orange y Jazztel. Unos recursos dificilísimos de aprovechar sin una marca, sin capital para ampliar las inversiones y sin apenas dinero como para pagarlos. La segunda fue asegurarse la compra de Pepephone, sacando 20 millones que poner sobre una mesa sin la aprobación de la junta de accionistas del grupo ni garantías de que podría conseguir el resto del dinero. Ese acuerdo hacía que el número de clientes del conglomerado ascendiese hasta cerca del millón de usuarios, lo que facilitaba, sobre el papel, un enorme potencial de sinergias para la compra de Yoigo.
Todo esto, aunque siempre lo negó, era un plan destinado a hacerse con el cuarto operador. Que no había un plan B se demuestra por el dinero comprometido. Daba igual la prudencia, era Yoigo o muerte. Y ha sido Yoigo.
Una cuarta cosa que hicieron bien los amarillos fue ser pacientes y torpedear la compra por parte de Zegona, ejerciendo cada pulgada de presión a su disposición, y logrando que ACS le prefiriese. ¿Hizo bien la compañía que preside Florentino Pérez? Desde luego, Ángel García Altozano, su director general corporativo y presidente de Yoigo durante años, puede presumir de haber negociado de la mejor manera posible para conseguir la operación más ventajosa.
De nada sirvió que Zegona tuviese un equipo directivo más preparado y con mucho mejor historial, o que su financiación estuviese siempre más clara, o que convenciesen a Telia para entrar. Nada importó: MásMóvil se llevó el gato al agua.
Ahora tardará aún semanas o meses en terminar de lavarlo y ponerle un lazo, pero podrá presumir de haber conseguido lo que muchos consideraban imposible. Cuando MásMóvil diga que es el cuarto operador español, ahora sí, habrá que callarse.