«Más vale que la nueva recesión de 2017 nos pille con un Gobierno estable»

Recesión Juan Ignacio Crespo

Cuando termina la entrevista, el economista Juan Ignacio Crespo se dirige a su móvil para comprobar uno de los muchos indicadores que tiene en cuenta para vaticinar una recesión para 2017. “El comercio mundial cayó en marzo un 0,5%”, dice. “Me esperaba una mayor caída en marzo y una recuperación en abril”, reconoce con humildad.

En ¿Por qué en 2017 volveremos a entrar en recesión? (Deusto), Crespo detalla ciertos síntomas de enfermedad que le conducen a pronosticar una caída de la economía para el año que viene. Todo apunta en la misma dirección: el comportamiento de los mercados de materias primas, los tipos de interés negativos y la actividad de Singapur, el “indicador adelantado” de la marcha de la economía para Juan Ignacio Crespo.

Sonríe cuando se le compara con otro oráculo, el de Omaha, Warren Buffet. Más quisiera, replica, pero lo cierto es que Crespo también es inversor: “Yo pongo mi dinero donde pongo mis palabras”. Tanto como para apostar -con éxito- hace 3 años una parte de sus ahorros a la subida del dólar.

“No hay que dejarse marear”, defiende, por los economistas que se refugian en un lenguaje oscuro y efectista, diseñado para ensalzarse a ellos mismos y para alejar al común de los mortales del funcionamiento del mundo. ¿Por qué en 2017 volveremos a entrar en recesión? es justo lo contrario, aunque información hay, y mucha, sobre cómo gira el planeta del dinero.

La primera pregunta está en el título del libro: “¿Por qué en 2017 volveremos a entrar en recesión?”.

Estamos en un momento complicadísimo. Se junta que China ha desacelerado muchísimo su crecimiento. Cuando se inicia la crisis en 2007-2008, China crece al 15% anual y ahora está creciendo al 6,7%, es decir, menos de la mitad. Eso ha provocado la caída del precio de las materias primas a lo largo de los últimos 8 años, ha metido en crisis a los mercados emergentes, ha hecho que el comercio mundial se haya estancado y todo eso sería suficiente para que pudiera desembocar en una recesión global. Pero además se suma que la economía americana está en una expansión muy larga, que se inició en julio de 2009. Este julio se van a cumplir 7 años [hace el cálculo]… Hace ya 84 meses.

Se nota que eres matemático.

[Ríe] Cuando lleguemos a final de año serán 90 meses de expansión. Sólo ha habido dos expansiones en la historia de 160 años Estados Unidos que hayan superado los 90 meses. Conforme va pasando el tiempo, la probabilidad de que la expansión siga viva se va reduciendo. Para colmo, la Reserva Federal ha empezado a subir los tipos de interés, y eso siempre frena las economías. Pero hay un hecho que es prácticamente el miserere: que las empresas americanas han dejado de dar beneficios y han entrado en pérdidas. Eso prácticamente siempre es una recesión cantada, y cuando no es un crac de bolsa muy importante.

Todo esto llega cuando nos vemos saliendo de la crisis. ¿Esta sucesión de crisis y recuperaciones no tiene fin?

Yo distinguiría entre crisis y recesión. En España la crisis se inició en el año 2008, hemos tenido dos recesiones, pero el rebote entre la primera y la segunda fue tan pequeño que todo el mundo lo ha vivido casi como una recesión de 2008 a 2013. Luego llevamos dos años buenos, 2014 y 2015, que han permitido que la tasa de desempleo bajara del 27% al 21%, pero así y todo sigue habiendo un paro registrado de 4 millones de personas. Aunque la situación haya mejorado es normal que todo el mundo perciba que es una crisis casi continua, pero mi idea es que este estancamiento secular está a punto de terminarse cuando pasemos el golpe del año 2017.

Pero va a ser un golpe muy duro, porque el mercado laboral tarda más en repercutir las subidas del PIB que las bajadas.

Tarda también en repercutirlas, lo que pasa es que en España cuando se pararon las obras todo el mundo se fue al paro. Va a pasar algo parecido con la nueva recesión pero con el empleo en el sector servicios. Con contratos de 3 meses es evidente que el impacto va a ser muy rápido. Eso es muy malo porque nos pilla con un nivel de desempleo muy alto, pero a la vez tiene un aspecto bueno: que ya no hay burbuja que pinchar. La construcción generará paro pero ya no ese paro masivo.

No obstante, en el libro mencionas que podemos volver a ver niveles de paro del 25% o 26%.

Sí, volver a los máximos de la recesión anterior, pero no peor.

¿De manera inmediata, en 2017?

No, eso siempre tiene un décalage. Pero bueno, será entre 2017 y principios de 2018.

¿Se siente como un ave de mal agüero?

No. En el año 2009 yo hablaba de recuperación aunque luego fue mucho más débil, y en el año 2012 yo era el único en España que decía que saldríamos de la crisis en 2013, que 2014 y 2015 iban a ser buenos y que luego en 2016 y en 2017 llegarían las dificultades. Yo no soy ni optimista patológico ni pesimista o pájaro de mal agüero: yo miro y lo que veo lo traduzco. Las economías son siempre así, ciclo alcista y ciclo bajista; yo he encontrado un método que me permite verlo, pero es un método que está al alcance de todo el mundo.

Está claro que son ciclos alcistas y ciclos bajistas, pero ¿se puede evitar esta nueva recesión? Entiendo que como mucho se podrá paliar.

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Eso se palía con gasto público, con inversión pública en proyectos que generen empleo. En algún momento hablo de capitalismo de Estado, con una política que incluya las obras públicas para generar empleo. Como el plan Juncker ha planteado, con poco éxito por ahora.

Y para evitar una quiebra de la banca, ¿la regulación de los mercados de capitales será suficiente para acabar con sus problemas de solvencia?

Los bancos necesitarán una nueva ronda de capitalización porque si entramos en recesión aumentará el paro, y al aumentar el paro crecerá la morosidad. Aunque no será una situación mucho peor que la que hemos vivido. Eso exigirá una nueva ronda de capitalización, pero no sólo para las entidades españolas sino para toda la banca europea. Y ya no digamos de la banca china.

En el libro indicas que los bancos españoles no van a ser los más afectados porque han pasado por un proceso de reestructuración que los ha dejado preparados para las vacas flacas.

Efectivamente, pero así y todo si vienen las vacas flacas afectan a todo el mundo. No obstante, a los bancos no se los cargaron los inmigrantes que no podían pagar la hipoteca, se los cargó el crédito promotor. Y eso ya no va a ser un problema nuevo. En ese sentido, la banca va a estar mejor preparada pero partiendo de una situación de debilidad.

Algunos sectores han demonizado el gasto público, así como el endeudamiento. Sin embargo tú defiendes en esta obra que endeudarse va de la mano del crecimiento.

En eso no hay que ser fanático. Ni de derechas ni de izquierdas. Las fórmulas económicas funcionan en determinadas situaciones y no en otras. El gobernante perspicaz y exitoso es el que sabe dar con la fórmula que va a funcionar. El que se pone fanático lo hace simplemente para salvaguardar una posición ideológica en un sentido o en otro. Además, hay un factor de suerte. Al gobernante que la tiene y las cosas le van bien todo el mundo lo considera un gran estadista, pero en realidad es un guardia de tráfico que ha tenido la suerte de que lo han puesto un domingo en la plaza de Cibeles en vez de ponerlo un lunes con nevada.

¿Y a ti no te han seducido nunca desde las esferas del poder para hacer de guardia de tráfico?

No.

¿No se han puesto nunca en contacto contigo?

¡Qué va! En el libro cuento que cuando [Mariano] Rajoy ganó las elecciones, el PP adoptó el guión que abandonó el PSOE y viceversa. Yo no saldría a poner a parir a Rajoy ni tampoco a [José Luis Rodríguez] Zapatero. Criticaría cosas de uno y de otro. No estoy en la pelea política, por eso es difícil que a mí se me acerquen para plantearme nada.

Volviendo a la deuda, en el libro mencionas que hay parte de las políticas monetarias de quantitative easing (QE) que no te parecieron adecuadas. ¿Los QE han servido para algo o nos hemos vuelto un poco locos?

El quantitative easing era completamente necesario en 2008 en Estados Unidos. Por otro lado, la inyección de Draghi [Mario, presidente del Banco Central Europeo] de 2012 es la que consigue mantener unida la zona euro. Sin embargo, el QE que inicia Mario Draghi en marzo del año pasado ya sobra, crea más problemas de los que resuelve. Nos mete en tipos de interés negativos, que ponen las finanzas con la cabeza para abajo y los pies para arriba.

En un mundo al revés puede tener sentido pero, ¿hasta cuándo pueden justificarse los tipos de interés negativos? La Reserva Federal ya los está subiendo.

Porque en EEUU tienen un proceso de expansión económica que ya dura 7 años. Su inflación se está acercando un poquito al objetivo del 2% y han creído oportuno empezar a subirlos. Pero Japón los ha introducido en terreno negativo, al igual que la Eurozona, y eso va a acabar creando más problemas de los que resuelve. Por eso me sobran. Las medidas de emergencia son para situaciones de emergencia.

El objetivo del BCE es llegar a un 2% de inflación y no lo están consiguiendo.

No lo están consiguiendo porque persiguen el horizonte. Van a tocar el horizonte y cuando se acercan, el horizonte se aleja cada vez más. No puedes conseguir el objetivo de inflación mientras las materias primas tienen una caída de precios como la que han tenido. En un año en el que el petróleo cae de 115 a 27 dólares, es evidente que los precios no van a subir. En los años 80’, cuando la obsesión era la inflación se utilizaba el cálculo de la inflación subyacente, pero los bancos centrales ya no miran ese dato. ¿Por qué? No lo sé. Pero si los bancos no prestan no hay inflación.

Para conseguir inflación se está planteando la solución del helicóptero de dinero, de repartir dinero directamente a los ciudadanos. ¿Qué te parece?

Bueno, es la renta básica con otro nombre. Suelo bromear cuando digo que Pablo Iglesias llega tarde con la renta básica porque la va a dar el Banco de España antes.

Todo porque los bancos no dan crédito. ¿Hay alguna forma de estimularla concesión de crédito?

Sí, los proyectos rentables. Eso es un círculo virtuoso que nacerá después de este golpe de la recesión, pero para eso se tienen que dar ciertas circunstancias y que las empresas americanas vuelvan a invertir. Las compañías estadounidenses tienen 1,7 billones de dólares de exceso de tesorería; hay 5 empresas con medio billón, entre las que están Apple, Alphabet (Google) y Microsoft.

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Las tecnológicas no están viendo oportunidades.

A las tecnológicas les sobra el dinero y no pagan impuestos porque lo tienen todo fuera de EEUU rotando por paraísos fiscales. A lo mejor verán oportunidades en el futuro. Todo eso vendrá, y la recuperación de la productividad es fundamental para el crecimiento.

¿En España estamos en unos niveles aceptables de productividad?

La productividad ha subido mucho porque si desaparecen del empleo 3 millones de personas, el producto dividido por una cantidad mucho menor te da una productividad mucho mayor. Pero claro, es una cosa un poco perversa.

Es una forma un poco chapucera de que salgan las cuentas.

Más que chapucera, diría dolorosa.

España es un caso aparte. Así las cosas, con los incumplimientos de déficit, ¿esto se va a volver contra nosotros en la próxima recesión?

Lo digo con la frase de [Íñigo] Errejón: hay que correr y atarse los cordones. Hay que crecer y reducir el déficit, en cada momento elegir la dosis adecuada para que la reducción del déficit no se cargue el crecimiento. En eso está la magia de alguien que pueda gobernar con cierta habilidad y que no dependa sólo de los vientos de la fortuna.

¿Existe alguna opción para correr y a la vez atarse los cordones?

El término medio existe. Si reducimos este año el déficit desde el 5,1% al 4%, 11.000 millones, el año que viene la deuda sobre el PIB no será del 105% sino del 104%. Entonces se consigue que la deuda sobre el PIB no crezca tan deprisa.

¿La inestabilidad política y las nuevas elecciones van a influir negativamente en cómo se afronta la recesión?

Mejor que una recesión te pille con un Gobierno estable. Pero si no hay un Gobierno estable tampoco pasa nada, siempre y cuando no haga disparates excesivos. Si te pilla con Varoufakis [Yanis, exministro griego] al frente de Economía y dices que no vas a pagar, automáticamente todos te retiran las líneas de liquidez. Pero eso es un caso extremo de insensatez, que no creo que fuera la insensatez de todo Syriza. Esos 6 meses en los que Varoufakis estuvo de ministro de Economía fueron muy perjudiciales para una Grecia que ya estaba muy perjudicada.

Hay algunos partidos que han propuesto hacer una auditoría de la deuda española…

Proponían.

Proponían. Así que lo importante es tener un discurso moderado.

La realidad es muy extrema pero luego es muy moderada también. Cuando alguien gestiona una empresa, una familia o un Estado, hay un criterio básico: ¿hay dinero en caja? Ese es el criterio que manda, es así de crudo.

Ese argumento se parece al discurso del actual Gobierno, que simplifica la economía nacional hasta convertirla en un hogar. Pero un Estado tiene muchos más instrumentos para salir adelante que un hogar.

Claro, y por eso estamos vivos. Si no, estaría todo el país como una familia desahuciada. El Estado ha estado gastando más de lo que ingresa durante 8 años, hasta pasar de un 37% de endeudamiento sobre el PIB al 100%. Fíjate si hemos gastado en exceso; eso una familia no lo puede hacer. El Estado sí, por eso la economía es distinta, pero no lo puede hacer indefinidamente.

Si ahora se aproxima una recesión en 2017, como explica en su libro, España tendrá que seguir endeudándose para desarrollar políticas anticíclicas, ¿verdad?

Claro.

Un endeudamiento sin fin.

Hay fin. El BCE puede cancelar esa deuda que está comprando, antes o después, o puede convertirla en deuda perpetua.

O sea que de esta saldremos.

Naturalmente que saldremos. En el libro hablo de un ciclo de crecimiento de 17 años hasta 2035. Los ciclos son así; estamos en esa etapa de estancamiento secular que yo opino que se está terminando. Pero falta un golpe duro.

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