Hay un sistema infalible para determinar la calidad de un humorista satírico, más allá de considerar la calidad teórica de sus gags, su trazo o su narrativa, todas ellas cuestiones técnicas importantes pero no definitivas. Se trata de una ecuación muy sencilla: si el humorista hace una sátira afín a tu posición (ideológica, social, estética, lo que sea) pero te afecta y molesta, es bueno.
Es inevitable encontrarse justamente dolido por algún comentario de Pedro Vera. Su ojo clínico para retratar la cotidianeidad y ese Olimpo del pensamiento perezoso, la frase prefabricada, el tópico conservador y rancio que es el mundo cuñado nos afecta a todos. Primero con Ranciofacts y ahora con este álbum-secuela, Vera disecciona en ráfagas de citas, ya no gags o chistes, sino directamente ecos de la realidad, ese fango que es pura españaza y en la que todos hemos chapoteado más de una vez: desde las comuniones a las costumbres a la hora de dormir, de las peculiaridades regionales a los bares de viejos. La costra del pensamiento mínimo y común se despliega en Ranciofacts 2 en todo su esplendor, y a todos nos azota con su pestilencia.
Todos hemos dicho “Muchas zenkius”. O “A mimir”. Todos hemos hecho el gesto de escribir en el aire al pedir la cuenta en un bar. Y yo he escrito “un actor camaleónico” en alguna crítica.
La visión de Pedro Vera de la realidad no puede calificarse de especialmente sofisticada, pero es un garrotazo de vinagre y excrementos, y hace lo que mejor hace la buena sátira bruta: sacudir al lector con algo de vergüenza al verse reconocido. Al final, todos somos un poco Roncero, y después del largo recorrido por la España Extrema de Ranciofacts 2, descubrimos que nuestro cuñadismo común está más asentado en la cotidianeidad de lo que creíamos.
Además, Pedro Vera maneja el ritmo de páginas de estructura complicada como estas con la maestría y el callo que acaba dando la implacable publicación semanal: en muchos casos, Ranciofacts funciona por acumulación, y la montaña de tópicos, memeces, lugares comunes y frases hechas suele ser dinamitada por un comentario sardónico del autor en el último momento que da a cada página su justa puntilla.
Vera también se ha convertido en uno de los caricaturistas más despiadados de nuestros tebeos y es un espectáculo gráfico contemplar su exhibición de monstruos. Famosos deformes y malolientes, memes de Internet convertidos en monstruos grotescos y cuñados anónimos pero no por ello desconocidos. Nada desconocidos: son tú y son yo. Ranciofacts somos todos nosotros.
Mi puto cuñado: Ranciofacts 2
Pedro Vera
Astiberri
2015