Nikola Mirotic tiene durante el mes de septiembre (en el Eurobasket) la oportunidad única de demostrar a todo el mundo lo que lleva un año queriendo demostrar: que podía haber dominado el baloncesto FIBA de manera clara y absoluta.
Precisamente su salida del baloncesto FIBA es la que le puede generar una molesta sensación de ansiedad. Sus últimos cuatro partidos en España se saldaron con una media de 15 minutos por encuentro y la pérdida del título de Liga Endesa (contra el Barça, que duele más). No solo eso. Se despidió perdiendo la Euroleague y dejando enemigos en los más fieles allegados a Pablo Laso que le pusieron la cruz (para siempre).
Su marcha a la NBA no se produjo entre algodones ni pétalos de rosa. De hecho, parecía una contradicción huir a la mejor liga del mundo para escapar de España. Además, se acurrucaba en Chicago en las manos de Tom Thibodeau, uno de los “maltratadores” oficiales de rookies. Pero tal era la necesidad de Mirotic por salir de España que hasta Philadelphia 76ers hubiera sido un buen destino.
Y es que, aunque cueste asumirlo, Mirotic tiró por tierra su proyección de “mirlo blanco”, no se sabe muy bien por qué (o por quién). Unos echan la culpa al jugador, a que realmente era más humo que realidad su capacidad de juego, a su fragilidad mental, y a que fue el Real Madrid quien le hizo grande. Los otros, apuntan directamente a Pablo Laso, su forma de jugar y el favoritismo que entregó a ciertos jugadores, entre ellos Sergio Rodríguez.
Ambos argumentos se autorrebaten entre ellos con la teoría gallinista. Es decir, qué fue antes, el huevo o la gallina. ¿Bajó Mirotic su nivel y por eso perdió su rol?, ¿o fueron las decisiones de Laso y algunos compañeros las que llevaron al ala-pivot al ostracismo de los tiros esquineros y poco más? Cuesta mucho imaginar que un jugador como Mirotic, que durante buena parte de su penúltima temporada (12/13) como jugador blanco dominó partidos con extrema facilidad, hubiese perdido toda su magia, y que no fuese capaz de estar a nivel aceptable, por ejemplo, frente al veterano jugador Bostjan Nachbar (que le pintó la cara), o que en ataque no aparezca por ningún lado.
La realidad, de forma estadística, es que llegaron menos bolas a sus manos. Los sistemas de Laso rara vez tenían ejecutor a Mirotic. No eran fantasmas: en su última temporada promedió 7 tiros de campo por partido, 2 menos que la temporada precedente.
Este es el panorama y el reto que se encuentra Mirotic en su vuelta a Europa. ¿Ser el jugador de su penúltima temporada en Real Madrid y muchas fases de su campaña en la NBA? o ¿el jugador perdido y sin afección que estuvo los dos últimos meses en la casa blanca?
Rol sencillo vs. Rol complejo
El jugador de origen montenegrino lo tiene muy fácil. Las aspiraciones de España para conseguir un billete a los Juego Olímpicos de Río de Janeiro pasan por las manos de Pau Gasol. Simple, rotundo y trágico. Como el pívot catalán a estas alturas de su carrera es menos un superhéroe y más un jugador mortal, necesitará ayuda. ¿De quién? En principio se espera que de la cohorte blanca: Sergio Llull, Rudy, el ‘Chacho’ e incluso Felipe.
Por eso el rol de Mirotic es muy simple. Si no quiere embarrarse en ser capaz de demostrar que posiblemente sea una referencia al nivel de Pau Gasol (si la exageración es mucha pido disculpas), solo tiene que dar un paso atrás. Nadie le echará en falta. Delante de las suyas hay varias manos que deben pedir la bola. Puede irse a su esquina, estar en un 40% en la línea de tres como su última temporada en Real Madrid, y listo.
Pero… puede tomar la vía de en medio. Ya ha manifestado que se ve como un ‘4’, aportando cosas de ‘4’ y, lógicamente, siendo el ‘4’ que España necesita. Puede tener determinación, actuar como líder junto a Pau, ser ese “jugador joven” que encandiló a Europa y que ha entrado con fuerza en la NBA. Fuerte en la zona, ágil para ser un ‘3’ que descoloca a los rivales. Determinante desde la línea de personales…
Dudar de Mirotic sería algo obsceno. Dudar de lo que pasa por su cabeza, un sentimiento comprensible. Dudar de su calidad, no haberle visto jugar. Al margen de polémicas alimentadas desde la trinchera mediática en torno a Serge Ibaka y lo que debe demostrar el jugador de los Bulls es absurdo. Son diferentes, distintos, compatibles y complementarios. ¡Ojalá un día pudieran estar los dos! Pero como de momento eso son soflamas alegóricas, la realidad es que Mirotic ha vuelto a Europa y seguro que lo hace con la escopeta cargada. Es balcánico, que nadie lo olvide.