Una de las palabras mágicas para vender pastillas o suplementos en los últimos años es antioxidante. El marketing alimentario ha hecho que nos sintamos como un trozo de hierro herrumbrado y que solo vamos a recuperar el aspecto juvenil y lozano a base de atiborrarnos de los dichosos antioxidantes. ¿Realmente vale la pena la inversión? ¿Sirven para algo?
Veamos. La principal forma que tienen nuestras células de conseguir energía es una reacción llamada fosforilación oxidativa en la cual se oxida un azúcar (glucosa) y la energía obtenida se obtiene para sintetizar una molécula llamada ATP que es la principal fuente de energía para los procesos celulares. La forma de sintetizar esta molécula depende de un proceso quimiosmótico (ya sé, la palabra suena rara, pero hace referencia a iones que se transportan a través de una membrana, concretamente la membrana interna de las mitocondrias, que vienen a ser el orgánulo de la célula que hace de central energética).
En este proceso interviene una cadena de transporte de electrones a través de una membrana, necesaria para la síntesis de ATP… y aquí viene el problema. Los electrones sueltos son muy inestables, ya que enseguida reaccionan con alguna molécula. Pero para hacer un enlace químico normalmente hacen falta dos electrones. Si tenemos un electrón soltero se forma una molécula que reacciona con lo primero que pilla, lo que viene siendo un radical libre… qué ¿esto ya empieza a sonar a suplemento alimentario?
Los radicales libres son moléculas muy reactivas y que causan daño a nivel celular ya que provocan reacciones químicas no deseadas que a la larga pueden causar diferentes problemas. Una de las formas de luchar contra estos radicales libres es con moléculas antioxidantes, que son moléculas capaces de aceptar estos electrones desapareados. En las plantas el proceso de fotosíntesis también necesita de una cadena de transporte de electrones por eso utilizan moléculas antioxidantes como los carotenos o las antocianinas que hacen esta función.
Aparentemente tomar antioxidantes es bueno ¿no? Si previenen la oxidación y la oxidación es un proceso problemático a nivel bioquímico cuanto más mejor. Un momento, no tan rápido. Antioxidante es un término muy genérico, hay diferentes moléculas antioxidantes que actúan por diferentes mecanismos. Otro problema añadido es que si el antioxidante es ingerido pasa el baño ácido del estómago y luego tiene que ser absorbido por el intestino. Muchos no superan esto y como entran salen. Los que superan estos filtros y pasan al torrente sanguíneo se encuentran una nueva barrera, que es ser absorbidos por las células, y los que no, pasan a la orina.
Así que en muchos casos los suplementos de antioxidantes solo sirven para que no se oxide la cañería del desagüe, ya que acaban en el retrete, ya sea en amarillo o en marrón. Y como todo en la vida los excesos siempre son malos. Un exceso de antioxidantes, como de cualquier otra molécula, puede dar problemas. En una reacción química partimos de unos sustratos para obtener unos productos, pero si tenemos un exceso de producto lo que sucede es que la reacción va a la inversa y de los productos llegamos a los reactivos. Por lo tanto un exceso de antioxidantes puede producir oxidación celular. Hay otros problemas más específicos. Por ejemplo, un exceso de vitamina C puede favorecer la aparición de piedras en el riñón.
Y por último, hay que tener en cuenta que hay procesos celulares en los que se producen oxidaciones, por lo que atiborrarse a antioxidantes puede interferir con ellos. Por ejemplo, hay un tipo de células cuya forma de actuar es producir moléculas oxidantes como el peróxido de hidrógeno, popularmente conocido como agua oxigenada. Estos linfocitos tienen un papel importante en controlar la proliferación de las células cancerosas y de hecho son la primera línea de defensa. Si tenemos el torrente sanguíneo lleno de antioxidantes lo que hacemos es disminuir la eficacia del sistema inmune.
Así que en general, si quieres antioxidantes, como fruta y verdura, y los suplementos, para casos concretos y porque te lo dice el médico.
Imagen | ‘Vitónica‘