Bajo el subtítulo Un ensayo romántico sobre el buen gusto, el clasismo y los prejuicios en el pop, el crítico Carl Wilson parte en Música de mierda de un absoluto subjetivo (todo el mundo piensa que la música de Céline Dion es una mierda) para, partiendo de una certeza (Dion es una de las artistas más veneradas del mundo, con un show diario en Las Vegas y millones de discos vendidos) hacer un descenso a las alcantarillas del gusto y las ideas preconcebidas. Si es tan horrible, ¿por qué es tan venerada? Y en cualquier caso, ¿es tan espantosa su música como para merecer semejante avalancha de odio?
Carl Wilson analiza fríamente la percepción generalizada que se tiene de la artista (después de analizar friamente qué demonios es eso de “analizar fríamente” y cómo, en términos de crítica cultural, es un propósito poco menos que imposible) para luego intentar desentrañar el fenómeno de su éxito.
Habla con fans. Acude al espectáculo de Las Vegas. Analiza sus discos (Música de mierda fue publicado originariamente en una colección de libros dedicada a analizar albums clásicos de la historia de la música). Y llega, entre muchas otras, a la conclusión de que el gusto es algo demasiado complejo como para usar a Céline Dion como guía o mártir: entran en juego condicionantes culturales, cómo nos gusta vernos, cómo nos gusta que nos vean y, casi por encima de todo, qué imagen no nos gusta de nosotros mismos y cómo hacmos todo lo posible por mantenerla encerrada en el armario del gusto pop.
Para enhebrar toda esta lógica, Wilson indaga en los estudios sobre estética de Paul Valéry, Walt Whitman, David Hume o Kant, entre muchos otros filósofos y teóricos. Y también se embarca en un fascinante descenso a los abismos de la música sensiblera, una que le lleva a discutir (y en cierto sentido apreciar) la vertiente más populachera y accesible de la música popular previa al pop tal y como lo conocemos.
Céline Dion, como el mismísimo Titanic, como uno de sus infinitos gorgoritos en cualquiera de sus éxitos, se zambulle hasta las profundidades y sale a flote en todas estas teorías, corrientes y estilos, su aparente simplicidad musical es, precisamente, lo que hace tan difícil el entenderla y juzgarla. Wilson la usa como un lienzo en blanco para hablar de lo que nos gusta y nos disgusta, a él el primero.
El resultado es un volumen teórico que va mucho más allá de la premisa de su punto de partida y, sobre todo, que cubre un hueco muy necesitado de textos teóricos en nuestro idioma: más allá de la historiografía y el anecdotario del rock, el análisis de sus entrañas, sus resortes y su sentido. No deja de ser significativo que tenga que ser una editorial tan inclasificable y no especializada como Blackie Books la que haya dado un paso tan valiente en esa dirección.
FICHA
Música de mierda
Carl Wilson
2007