‘Nina forever’: Éramos pocos

'Nina forever'

Este año, la muestra de cine fantástico Syfy que se celebra en los cines del centro de Madrid ha tocado techo en cuanto a la calidad de las películas.

Es cierto que, para muchos de los que pasamos por Sitges casi toda la muestra está vista, pero para los madrileños que no se pasaron por el festival el pasado octubre, supone una oportunidad perfecta para recuperar algunas de sus películas más destacadas. La inauguración de Syfy de este año, de hecho, ha sido con la estupenda The invitation, que ya ganó el premio gordo en Sitges y de la que hablaremos cuando se estrene de forma general en salas. Pero incluso para niños-rata de Sitges como nosotros, Syfy ha escarbado entre algunas novedades del género de este año para darnos alguna sorpresa. Nina Forever es una de ellas: entramos a verla renunciando a revisar en pantalla grande Dentro del laberinto. Más le valía cumplir semejantes expectativas…

Nina Forever es una curiosamente emotiva e inteligente película sobre el equipaje emnocional que se arrastra desde relaciones sentimentales del pasado… contado con zombis. Los protagonistas son una peculiar pareja de jóvenes que cada vez que se acuestan con eróticas intenciones tienen que aguantar la presencia irritantemente sangrienta y putrefacta de la ex de él, muerta en un accidente de tráfico unos meses antes. Lenguaraz, impertinente y poco dispuesta a permanecer bajo tierra, Nina es, como cualquier zombi, una metáfora. Pero en este caso, no de la sociedad de consumo -como en los clásicos de los setenta- o de la deshumanización a la que nos somete la vida moderna -como en iteraciones del monstruo más recientes- sino de algo mucho más mundano: las relaciones que no hemos superado. Y lo hace con un tono a la vez desencantado y sardónico, que se toma su sentido del humor y su tragedia implícita muy en serio. Quizás esa sea su gran fuerza: las situaciones son (a veces) cómicas y grotescas, pero la película no se cuelga el cartel de comedia, y adopta el tono y las formas de un drama indie.

Un ejemplo muy claro: hay un running gag que se va repitiendo a lo largo de la película, que es el de que los protagonistas tengan que tirar las sábanas cada vez que se acuestan y aparece Nina chorreando sangre y fluidos y dejándolo todo hecho un asco. Es un símbolo claro de la situación de dependencia del pasado, tratado con ligereza e inteligencia. Y así con todo: visitas a los padres de la muerta, intentos de la recién llegada de intimar con el zombi para que dejen de estar en posiciones emocionales opuestas… mil matices que, no por casualidad, oscilan todos en torno al sexo. Nina solo aparece en situaciones de alto voltaje erótico, y el sorprendente y muy emotivo final matiza y explica esa cuestión en una dirección muy amarga.

Nina Forever tiene altibajos de ritmo considerables (a lo que ayudó una accidentada proyección que se prolongó más de dos horas por problemas con los subtítulos), pero su potente simbolismo lo compensa todo. Al fin y al cabo, ¿como ponerle peros a una película de zombis que carga las tintas en lo erótico y en los conflictos con los y las ex?

Titulo

Nina forever
Ben y Chris Blaine
2015

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