Nuevo jarro de agua fría para Europa, se vuelven a revisar las previsiones a la baja

El FMI advierte de la falta de un

Un comienzo de año que no ha cumplido con las expectativas, el hundimiento del petróleo y la falta de empuje de EE UU y China han devuelto a Europa a la cruda realidad. El FMI advierte de que es necesario reforzar la Red Global de Seguridad Financiera ante futuras crisis.

Si por algo se caracterizan los mercados internacionales en estos momentos es por su volatilidad, algo que desconcierta tanto a reguladores como a ciudadanos a la hora de tomar decisiones. A principios de este mes, el Banco Central Europeo (BCE) volvió a intervenir en la economía comunitaria con el objetivo de reimpulsar la estancada liquidez entre los agentes. Las nuevas medidas de estímulo –tras el primer paquete de 2014- llegan como respuesta al temor generalizado a una nueva recesión, ya que en los últimos meses todos los organismos internacionales se han visto obligados a revisar sus previsiones de crecimiento a la baja.

El último ha sido el propio BCE, que además de reconocer la imposibilidad de alcanzar el 2% de inflación como mínimo en dos años, ha hecho un ejercicio de autocrítica para ajustar sus perspectivas de crecimiento a la verdadera situación de los mercados. Así, las proyecciones macroeconómicas del regulador europeo prevén un incremento anual del PIB del 1,4% en 2016, del 1,7% en 2017 y del 1,8% en 2018.

Respecto al Índice Armonizado de Precios de Consumo (IAPC), los últimos datos del mes de febrero (-0,2%) fueron una dosis de realidad para el BCE, que vio frustrados sus intentos de mantener en positivo la inflación en 2016. En consecuencia se hizo también una revisión del índice de precios esperado de cara a los próximos ejercicios, con una inflación media anual del 0,1% en 2016, el 1,3% en 2017 y el 1,6% en 2018.

Algo más optimistas fueron las últimas previsiones del FMI, que mantuvieron estable el 1,7% de crecimiento en el PIB europeo para este ejercicio y el siguiente. Respecto a España, el organismo internacional espera un crecimiento por encima de la media comunitaria, que podría alcanzar el 2,7% en 2016 y el 2,1% en 2017.

China + petróleo + Estados Unidos = ¿crisis?

La Unión Europea no es la única que ha tenido que revisar sus previsiones, el resto de indicadores de actividad mundial también confirman una moderación del crecimiento global. Como reflejo de esto la acusada caída del índice PMI compuesto de producción global –refleja la situación macroeconómica de un país- en el mes de febrero, al situarse a niveles justo por encima del umbral de expansión (50).

Entre los principales problemas que lastran la actividad económica está la incertidumbre respecto a China, y en general la desaceleración de las economías emergentes. Mientras el gigante asiático continúa inmerso en un proceso de reestructuración –con el objetivo de aumentar el peso de su demanda interna y reducir su dependencia del exterior-, el resto del mundo se pregunta cuánto durará el frenazo asiático.

Las increíbles tasas de crecimiento de las economías emergentes en los últimos años –pasando a producir el 40% del PIB global- han maximizado su presencia en el escenario económico. Esto ocurre especialmente con China, que representa el 10% del comercio mundial y es un socio de referencia tanto en países desarrollado como emergentes.

Otro foco de conflicto es América Latina, donde a la debilidad de grandes economías como Brasil, se suma el bajo precio de las materias primas, su principal activo comercial. El Banco Mundial confirmó recientemente en un informe que no se esperan incrementos a medio plazo en los precios de las commodities en ninguno de los sectores de referencia. “Los bajos precios en el crudo y el resto de materias primas se mantendrán durante cierto tiempo”, señala John Baffes, autor del documento del Banco Mundial sobre dicho mercado.

Esta tendencia se ve especialmente acentuada en el caso del petróleo, que sólo en 2015 perdió un 47% de su valor de mercado y se espera un descenso de hasta el 27% durante 2016. El exceso de oferta ha desembocado en una sobreproducción que está siendo muy difícil de colocar en el mercado. Como medida de prudencia, el Banco Mundial volvió a revisar a la baja sus proyecciones sobre los precios del crudo elaboradas el pasado octubre; de los 51 dólares por barril previsto en un principio a los 37 dólares por barril para 2016.

Otro actor que no se está comportando según lo esperado es Estado Unidos, que experimentó una acusada desaceleración en el último trimestre de 2015. Por un lado, la decisión de la FED de subir los tipos no ha dado el resultado esperado, ya que no ha logrado incentivar la inversión, lo que retrasará aún más la aplicación de nuevas medidas.

Por otro lado, la apreciación del dólar esta lastrado su mercado exterior, dejando todo el peso del crecimiento en manos de la demanda interna.

Todo esto, unido a la volatilidad de los mercados financieros, genera un clima de poca confianza en los inversores que lastra a la economía en su conjunto. En los mercados ya se habla de una nueva recesión, sin embargo las perspectivas de crecimiento se mantienen relativamente estables para los próximos años. 

Una red de seguridad

Tras la crisis de 2008 se evidenció la debilidad del sistema global y de las economías nacionales, que no tenían recursos para hacer frente a una situación de estas características. A raíz de aquello, el Fondo Monetario Internacional se preocupó por analizar y mejorar la Red Global de Seguridad Financiera (GFSN) –compuesta por las reservas de los diferentes países y las fuentes de financiación y seguros- de cara a futuros shocks.

En su último informe, el organismo internacional advierte de que, a pesar del crecimiento de este entramado y del aumento de los acuerdos internacionales, se observa también un aumento de la fragmentación y del riesgo que podría poner en peligro la efectividad de este instrumento en una nueva crisis.

“La actual configuración de la red es muy costosa y no elimina por completo el riesgo moral”, señala el informe del FMI. Unas predicciones económicas más realistas, incentivos para la adopción de políticas sólidas y sostenibles que reduzcan la incertidumbre, control de la sobreacumulación de reservas y sus costes y, sobre todo, mejoras en la comunicación de los agentes implicados son los principales consejos de la institución.

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