‘Patent trolls’, especuladores, crowdsourcing… la cara B del mercado mundial de patentes

Pared de patentes premiadas en la sede de Motorola.

Cada año se solicitan más de 2,5 millones de patentes, de las que menos de la mitad acaban siendo concedidas. La propiedad intelectual e industrial y la innovación se han convertido en todo un negocio en el que abundan los actores que ganan cuando hay conflicto.

16 de Junio de 2015. Una firma estadounidense llamada White Knuckles IP demanda al gigante de los videojuegos deportivos Electronic Arts (EA) ante un juzgado del estado de Utah por infringir hasta en una decena de ocasiones una de sus patentes (la US 8529350 B2). En concreto, los representantes legales de White Knuckles acusan a EA de haber utilizado su tecnología patentada para la actualización del césped en juegos como el NCAA Football 14 o el Tiger Woods PGA Tour 2014.

La intención de los dueños de White Knuckles fue considerada por los miembros de la Fundación Frontera Electrónica (especializada en la defensa de los derechos digitales) como la «pantente estúpida del mes» en su blog, debido a las vaguedades y generalidades que sus dueños aseguraban haber registrado como ideas intelectuales suyas. Tal como señalan los autores del blog de la FFE, detrás de esta «estúpida» patente lo que hay en realidad es un trol (patent troll en inglés) que se quiere hacer de oro.

Pero ¿qué es un patent troll? Tal como explican desde la Fundación Frontera Electrónica son firmas sin otra actividad más que «usar las patentes como armas legales», en lugar de como herramientas con las que crear nuevos productos o llegar a nuevas ideas. «En vez de esto, los trols están en el negocio de los litigios (o simplemente en la amenaza de litigios). Normalmente compran patentes baratas de compañías en declive que están buscando cómo monetizar los recursos que les quedan», explican.

Para una firma de alta tecnología que quiera desarrollar una nueva patente, el verse sometido a un litigio de meses o incluso años puede suponer no solo millones en costes legales, sino pérdidas millonarias por coste de oportunidad. El recurso habitual a estos trols, por tanto, es acceder a un acuerdo extrajudicial como mal menor. «Como en países como Estados Unidos el sistema de registro de patentes es menos concienzudo que el europeo, las empresas que consiguen comprar patentes antiguas lo suficientemente vagas especulan con ellas para pleitear y hacer negocio», explica Josep María Pujals, responsable de la Oficina Ponti, despacho especializado en propiedad intelectual.

El ‘prior art’, la clave

¿Por qué este recurso a los litigios? Ser el primero en inventar algo (o poseer una patente vinculada a ello) significa, a grandes rasgos, el derecho a percibir un royalty cada vez que otra firma utilice siquiera de forma indirecta tu propiedad intelectual. Es el caso, por ejemplo, de Fractus, una firma catalana pionera en el desarrollo de antenas fractales para móviles. Aunque ya no es quien fabrica el 100% de la producción mundial, sí que percibe royalties de firmas como Samsung, Apple o Sony por haber desarrollado esa tecnología. La clave sería por tanto tener la patente originaria de una determinada tecnología.

En los juicios sobre patentes, rige lo que se conoce como el prior art. Esto es «cualquier evidencia de que tu invento ya era conocido», según explican desde la Oficina de Patentes Europea. El prior art no tiene por qué existir ya físicamente o estar comercializado; puede ser bastante que alguien, en algún lugar, haya descrito, mostrado o fabricado algo que contenga un uso tecnológico «que sea similar a tu invento», añaden.

«Mirar si una patente es válida y rebuscar en el prior art es muy costoso», señala Pujals. Según cálculos del mercado, los litigios de patentes suponen un coste anual de 12.000 millones de dólares. Por eso, ha emergido todo un mercado internacional alrededor de los inventos: unos para atacar y ganar dinero pleiteando y yendo a juicio contra las firmas innovadoras. Otros para defenderse de estos trols y especuladores. Precisamente dentro de este último grupo se incuye la iniciativa Article One Partners (AOP), una firma que mediante el crowdsourcing busca aquellas patentes que puedan invalidar los ataques de los trols.

¿Cómo funciona AOP? Lo explica Josep María Pujals: «Con una patente concreta lanzan un proyecto para que en todo el mundo se encuentre el prior act de la misma. De esta forma se invalidaría cualquier posible patent troll. Es, por decirlo de alguna manera, un crowdsourcing que trolea a los trols», opina.

Otro de los mecanismos que han desarrollado los innovadores contra el mercado especulativo de las patentes son las llamadas centrales de compras (defensive patent aggregation en inglés). «Clientes como Appel, Microsoft o Samsung se unen y compran patentes que potencialmente podrían usarse para litigar; de esta forma evitan que la pueda adquirir un trol, o tienen un arma contra los mismos», justifica Pujals. Es, en esencia, como un sistema de subarrendamiento de patentes por el que se paga una cuota. Una de las empresas líderes en este subsector es RPX Corp.

Más de 1,1 millones de patentes nuevas al año

Cada año se solicitan en el mundo más de 2,5 millones de licencias para patentes (ver gráfico inferior). Lógicamente, no todas las patentes logran la concesión, aunque las cifras de aquellas que son autorizadas muestran la magnitud del mercado de la propiedad intelectual e industrial: solo en 2013 (últimos datos disponibles) se concedieron 1,17 millones de patentes, según datos del organismo internacional que las regula (el WIPO).

Por países, son China y Estados Unidos las mayores potencias patentadoras. El gigante asiático, que ahora pasa por un momento de ralentización de su economía, registró en 2013 más de 700.000 solicitudes de patentes; más del doble que Estados Unidos, que registró alrededor de 300.000. Muy lejos se sitúa la Unión Europea.

Precisamente para incentivar el mercado de patentes en Europa se está ultimando la puesta en marcha de la conocida como Patente Unitaria Europea, un proyecto internacional mediante el cual la concesión de una patente en cualquier país que esté adherido supone de forma automática el reconocimiento en todos los países miembro. Pese a las evidentes ventajas del proyecto, España es el único país que se mantiene al margen todavía, con el argumento de que se discrimina a la lengua española.

FOTO: TRAVIS WISE en FLICKR

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