Es fácil perderse en el agujero negro de odio y conmiseración (y el ego desmesurado que ambas cosas llevan entre líneas) de estas primeras y primerizas entregas de Peepshow , el comic autobiográfico de Joe Matt que hasta ahora permanecía inédito en España.
Sobre todo teniendo en cuenta que Matt estaba por entonces buscando aún una voz autoral propia, y con cierta asiduidad cita a sus referentes (Robert Crumb aparece de forma explícita), experimenta con el formato (hay páginas que son auténticos acertijos, aunque poco a poco Matt va adquiriendo cierta sobriedad narrativa que acabará definiendo su obra) y, en general, da bandazos en busca de qué quiere contar y cómo quiere contarlo.
Ese es el gran problema de Peepshow, que aproximadamente la mitad del volumen es experimentación dispersa de un dibujante aún verde (pero con un talento natural para la narración gráfica asombroso). Y ese es también su gran logro: casi a tiempo real (para nosotros unas horas, para él un proceso de años, como se puede comprobar porque todas las entregas están fechadas, como no podría ser de otra manera con una personalidad tan obsesiva como la de Matt), podemos ver cómo al autor le asaltan las dudas acerca de si su vida es tan interesante como para contarla, y qué tono emplear.
En toda la obra flota una preocupación que se verbaliza en las últimas entregas: ¿se debe contar todo, se debe embellecer, se debe incluso radicalizar para que Matt aparente ser un bicho mucho más despreciable de lo que realmente es? La coda la pone el estupendo cómic escrito y dibujado por el coprotagonista ocasional de alguna de las entregas, Seth, que dibuja un retrato absolutamente despiadado y devastador de Joe Matt… amén de compatible con todo lo que hemos leído contar al propio Matt sobre sí mismo. Cuando el lector cierra el volumen, primorosamente editado por Fulgencio Pimentel, la duda que intuíamos que atormentaba a Matt se intensifica: de acuerdo, todas estas historias de masturbación compulsiva, misantropía galopante, vanidad desbordada y vagancia patológica son reales. Pero… ¿cuánta realidad hay en ellas?
Al final se impone el sentido común y nuestra experiencia como lectores del concurrido subgénero de los comics autobiográficos: Peepshow está maquillado y usa la honestidad absoluta como un recurso narrativo y un truco. Pero lo cierto es que desde el momento en el que el lector se plantea si será todo verdad porque, y rezamos para que alguien como Joe Matt nunca se cruce en nuestro camino, es demasiado horrible para ser verdad. Y desde ese punto de vista, más o menos biográfico, más o menos mentiroso, Peepshopw es un triunfo.
Peepshow
Joe Matt
Fulgencio Pimentel