Pixar ya no es el mejor estudio de animación

'Toy Story 3'

De acuerdo, el titular es un poco cebo de clics , pero sólo un poco. Lo justo es decir que Pixar ya no es siempre el mejor estudio de animación y que, por varios motivos, la competencia le está superando de manera regular cuando antes eso había sucedido apenas en una o dos ocasiones.

Este nuevo entorno se debe a varias cosas: En primer lugar, como cualquier empeño que conjuga lo artístico y lo económico, Pixar ha empezado a mostrar altibajos

Esplendor y caída del imperio Pixar

Tampoco es que sea algo tan nuevo. Es legítimo afirmar que la segunda película del estudio, Bichos, fue una de las más pobres de su primera etapa. ¿Era mejor que Antz, la película que lanzó Dreamworks ese mismo año? Va en gustos, pero en todo caso la diferencia no era tan grande.

Pero a partir de ahí se produjo una racha esplendorosa que llegó hasta junio de 2010, con el estreno de Toy Story 3, a mi entender la película más perfecta de Pixar y su cumbre artística. Más de un lustro después, sigo sin comprender cómo pudo ganar el Oscar a la mejor película ese año una película tan discreta como El discurso del rey. «Prejuicios contra la animación» es la única respuesta que se me ocurre.

El éxito artístico de Toy Story 3 tapó un hecho llamativo que también se produjo el mismo año, el estreno de Cómo entrenar a tu dragón, de Dreamworks, una película de animación extraordinaria que, cualquier otro año, habría sido merecedora de todos los galardones, pero que se topó con el muro, hasta ese momento infranqueable, de Pixar. También se estrenó otro film importante en 2010, Enredados, así como el primer éxito del estudio francés Illumination, Groo, mi villano favorito.

Hasta entonces, los principales rivales de Pixar en taquilla habían sido películas regulonas, como las de la saga Shrek o las de Ice Age, pero salvo meritorias y alternativas excepciones (como Coraline, 2009), no había color.

Pero las cosas cambian, y la de 2010 se convierte en la peor década en la historia de Pixar. En 2011, 2012 y 2013 se estrenaron, respectivamente, Cars 2, Brave y Monsters University. Dos películas derivativas y una problemática que, pese a su calidad objetiva, nunca pareció del todo un producto adornado por la mascota de la compañía, Luxo Jr. 

El descalabro de ‘Cars 2’

En el primero de estos funestos ejercicios, casi cualquier cosa que estrenó la competencia era mejor que el engendro perpetrado por John Lasseter. Afortunadamente, para el estudio, se estrenó poco. El Oscar lo ganó la estrambótica y divertida Rango, de Gore Verbinski, pero la película del año fue, con diferencia, la espectacular Kung Fu Panda 2, de Dreamworks, con Guillermo del Toro como asesor artístico.

Aunque en 2012 Brave sí ganó la estatuilla dorada, no está claro que fuese merecido. Obviamente, era mejor que la mediocre Hotel Transilvania de Sony, que Lorax o que Madagascar 3. Pero es que fue un año buenísimo para la animación. Se estrenaron por ejemplo Piratas, de Aardman, Frankenweenie (de Tim Burton y Disney), o ParaNorman, de Laika, erigida en la nueva reina de la stop-motion. 

Con todo, lo más importante de ese año es que surgieron dos fenómenos insólitos al mismo tiempo. Pixar no sólo se vio adelantada en la faceta artística por su viejo rival Dreamworks con El origen de los guardianes, muy superior a la repercusión que tuvo, sino que incluso Disney, su propia casa madre, le comió la tostada con la espléndida (y también infravalorada) Rompe Ralph. Hay quien piensa, con buenos motivos, que Brave era mejor que su competencia. Años atrás no había espacio para la duda. Era un paseo militar de la empresa cofundada por Steve Jobs.

El año de Frozen

Ya en 2013, Monsters University surge como una precuela simpática de Monstruos S.A, pero no sacó siquiera la nominación para los Oscar. Aquel fue, sin ninguna duda, el año de Frozen. Y no sólo por el éxito económico, que fue abrumador, sino también por el artístico, con la continuación de la simpática deconstrucción del mito de la princesa que ya se había iniciado en Enredados. Otra vez la matriz le robaba el protagonismo a la filial. 

También Dreamworks se mantenía por delante de Pixar con la magnífica The Croods, otra joya poco valorada. Pero fue un año regular para la animación estadounidense. Illumination lanzaba la secuela de Groo y Sony, la de Lluvia de albóndigas, en ambos casos con resultados desiguales. 

Casi la mayor sorpresa (más desde el punto de vista artístico que comercial) fue el que Blue Sky (Fox) presentase Epic, una película mucho mejor que la mayor parte de sus esfuerzos hasta la fecha (como la ya muy repetitiva saga de Ice Age o las insoportables Rio). ¿La sorpresa del año? El viento se levanta, del clásico Hayao Miyazaki.

El 2014 fue un año en blanco para Pixar, con ningún título que presentar, y que de nuevo aprovecharon para brillar Disney (Big Hero Six), Dreamworks (Cómo entrenar a tu dragón 2) y Laika (The Boxtrolls). 

Pero, amigos, nos encontramos con 2015 y con la película que probablemente le dará a Pixar una nueva estatuilla el 28 de febrero, Del Revés. ¿Es buena? Sin duda. ¿Es original? ¡Qué duda cabe! ¿Es la mejor película del año? Competía con Anomalisa, una rareza, y con otra película propia y bastante mala, El viaje de Arlo

Sí, probablemente merece el Oscar y se lo va a llevar en un año en el que Dreamworks presentó su peor película en años (Home), en el que Disney no estrenaba, y en el que los Minions demostraron que sólo merecen protagonizar tazas y camisetas. Pero, ¿es tan buena o sólo una vuelta de tuerca más a la fórmula Pixar? Porque en un estudio que ha convertido prácticamente todas sus películas en una derivación de «¿y si (x) tuviera sentimientos?» –los juguetes, los bichos, los monstruos, los peces, los superhéroes, los coches, los críticos, los robots, los vecinos antipáticos y tu madre–, Del Revés no deja de jugar a «¿y si las emociones tuvieran emociones?»

Dudas en el horizonte

Las cosas no pintan demasiado bien de aquí en adelante. Como ya he mencionado, Arlo, la peor película del estudio sin contar las secuelas, fue una muy mala señal –¿y si los dinosaurios tuviesen emociones?–. Y tampoco hay mucho más en el horizonte. Por buena que vaya a ser Buscando a Dory, el film que estrenarán en 2016, la experiencia habla regular de las segundas partes de Pixar. 

Y sí, en 2017 veremos Coco, la película ambientada en el Día de los Muertos que prepara Lee Unkrich (Toy Story 3). Pero tengo serias dudas de que sea necesaria la Toy Story 4 que se estrenará en 2018 y todavía falta mucho para volver a ver a Brad Bird al mando de Los Increíbles (2019). 

Mientras tanto, sus rivales no se están durmiendo. Disney ha comenzado fuerte 2016 con la magnífica Zootrópolis, que es a la animación de animalitos lo que fue Astro City para los superhéroes (y no nos olvidemos del Black Sad de Juanjo Guarnido). Además, el trailer de Kubo and the two strings de Laika es sencillamente delicioso, y tengo mucha curiosidad por los dos títulos de Dreamworks, Kung Fu Panda 3 y Trolls. Illumination presentará La vida secreta de las mascotas y nos toparemos con Moana, la primera princesa Disney de la Polinesia. Paramount, además, tiene al antiguo jefe de animación de Frozen al frente de su nueva división de dibujos animados y cuenta con proyectos interesantes, como Amusement Park, la película con Ilion Animation de la que ya os hablamos por aquí.

Diferencial tecnológico

El segundo punto a tener en cuenta que explica el incremento de la competencia tiene que ver con la tecnología propiamente dicha. Nunca olvidemos que Toy Story es del año 1995, el mismo año en el que se lanzó Windows 95. Y, por tanto, una revolución no sólo narrativa sino una cumbre técnica.

Pero la tecnología de animación 3D que ellos mismos impulsaron se ha convertido en una commodity y hoy en día las diferencias de calidad entre productos de primera no son siempre tan significativas como solían. 

Si a similar tecnología le añades competencia por el talento, es obvio que el panorama va a estar más equilibrado.

En realidad, no es muy distinto a lo que ha sucedido con el iPhone y Android. El primero aún retiene la fama, pero las diferencias se han reducido. Hoy en día, incluso buena parte de la animación que se hace para televisión es mejor que muchos de los productos de la década de los 2000, especialmente de aquellos que han envejecido peor.

Conclusión

¿Va a seguir siendo Pixar relevante? Si no fuese por Del Revés, la respuesta no estaría tan clara. Pero por el momento todo apunta a que sí, por más que estén contando en exceso con el éxito de las secuelas y promoviendo pocos productos originales. 

Lo que está claro es que, del mismo modo que Apple reinventó el teléfono, Pixar reinventó la animación. Pase lo que pase, incluso si ambas dejan de innovar por completo y se dedican a vivir de las rentas y de sus éxitos pasados, nunca dejarán de ser leyenda en sus respectivas industrias.

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