Podemos reniega de las protestas callejeras

Marcha del cambio

El partido de Pablo Iglesias no apoya las manifestaciones del cuarto aniversario del 15-M, como tampoco estuvo presente en las del 1 de Mayo ni en las republicanas del 14 de abril. Su estrategia de moderación no casa con este tipo de protestas y la única excepción fue la ‘Marcha del cambio’ del 31 de enero, que se esforzaron en vender como «movilización en positivo».

Pertenece a la secretaria de Análisis Político y Social, Carolina Bescansa, la frase con la que la dirección del partido de Pablo Iglesias desdeñó las reivindicaciones del sector crítico en momentos de convulsión interna: “vosotros sois el Podemos de la protesta y nosotros el de la propuesta”. Una máxima que resume la estrategia de moderación que la formación morada lleva meses implementando para no ser percibido como un partido radical. Uno de los reflejos más importantes de esa táctica se ha dado en las calles: desde que entró en las instituciones, Podemos ya no promueve protestas ni manifestaciones. Y estas en general se han reducido sensiblemente. Lejos quedan ya los tiempos de las concentraciones diarias en las plazas y de rodeos al Congreso de los Diputados.

El último ejemplo de ello es el distanciamiento de Iglesias con los actos organizados por el 15-M para celebrar su cuarto aniversario. El epicentro de los mismos tendrá lugar en la madrileña Puerta del Sol el 23 de mayo, día de reflexión. Podemos se ha desvinculado por completo de esa iniciativa, pese a que sigue revindicando al movimiento indignado como parte de su esencia. ¿Animaría el secretario general a que sus compañeros secundaran esa protesta? “En ningún caso, estamos obligados a respetar la jornada” de reflexión, señaló ayer en los micrófonos de Radio Nacional.

Monedero emplazó al partido a recuperar el «frescor» del 15-M cuando abandonó la dirección

Es más, Iglesias añadió que respeta el derecho a manifestarse de los miembros del colectivo “siempre que no se violente la jornada de reflexión electoral”, algo que considera “muy importante”. Y todo ello apenas unas semanas después de que el exnúmero tres de Podemos, Juan Carlos Monedero, le reclamara la vuelta al “frescor” del 15-M y dimitiera ante lo desvirtuado que ha quedado el proyecto que ayudó a crear.

Este mismo domingo Monedero insistía en entrevista con Iglesias que había que distinguir “entre los que estuvimos y los que no estuvieron” en las protestas de mayo de 2011, ya que estos últimos tienden a “intelectualizar” el 15-M despojándole de su sustancia. Ningún efecto parecen haber producido estas palabras, habida cuenta de que el partido sigue centrado en echar el resto en la campaña electoral y tiene poco tiempo para implicarse en las iniciativas más polémicas de sus bases.

Para lograrlo, las manifestaciones son prescindibles, aunque las bases más ideologizadas no acaben de compartirlo. Podemos amagó hasta la víspera del 1 de mayo con secundar de algún modo las protestas de los sindicatos con motivo del Día Internacional del Trabajador. La reunión del Consejo de Coordinación del 27 de abril no tomó decisión alguna al respecto, más allá de mostrar “solidaridad” con trabajadores “en conflicto” con sus empresas, como los de Coca-Cola o Movistar. Rafa Mayoral, secretario de Relaciones con la Sociedad Civil y Movimientos Sociales, fue el encargado de explicarlo en rueda de prensa: “el mensaje que queremos situar es ese, va a ser muy difícil que llegue”. En cuanto a apoyar las manifestaciones de los sindicatos, indicó que “lo veremos durante la semana”. Finalmente, Podemos se desmarcó de las protestas.

La ‘Marcha del Cambio’, una excepción «en positivo»

Como también se había desvinculado de las manifestaciones del día de la república, el 14 de abril, a las que solo acudieron miembros de algunos círculos a nivel personal. Ningún dirigente. Allí sí estuvo el coordinador de IU, Cayo Lara, que aprovechó para hurgar en la herida de la indefinición de Podemos y exigirles una explicación para la ciudadanía: “No se puede ser monárquico y republicano a la vez”.  

Lo cierto es que el partido de Iglesias ni siquiera se había sumado el año pasado a las protestas que sectores de la izquierda convocaron tras la abdicación del Rey Juan Carlos I. Únicamente en Navarra Podemos estuvo activamente implicado en esos movimientos que reclamaban un referéndum sobre la forma de Estado antes de que el Congreso diera luz verde a la coronación de Felipe VI. En las ‘Marchas de la Dignidad’ del 21 de marzo hubo mucha presencia de las bases de Podemos pero la dirección decidió una vez más hacerse a un lado.

Iglesias quiere evitar asociaciones desagradables con símbolos de la izquierda radical o con protestas que acaben en incidentes

Y es que desde que vieron que su proyecto político podía calar e incluso convertirse en partido de mayorías, cada decisión ha estado estudiada al milímetro. Y una prioridad ha sido evitar fotos indeseables en las calles junto a banderas o símbolos que pudieran identificarlos con la izquierda radical, así como participar en protestas que pudieran acabar con incidentes. La única excepción -sin contar con actos muy focalizados como la marea blanca, que sí han seguido contando con respaldo de Podemos- fue la del 31 de enero, cuando Podemos convocó la ‘Marcha del cambio’ con la que inauguraba su precampaña y empezaba a calentar el terreno de un año repleto de citas electorales. Año que querían convertir en histórico para ellos, irrumpiendo en todas las instituciones como fuerza de mayorías.

Sin embargo, la formación morada se esforzó en destacar el carácter “positivo”, casi festivo, de ese evento. Y aún lo sigue haciendo a día de hoy. Su número dos, Íñigo Errejón, señaló hace unas semanas, en el momento de presentar el lema y el calendario de esta campaña, que aquel fue el “hito de la movilización en positivo”, de la “recuperación de la ilusión”, la antítesis de una iniciativa “contra” algo.

En torno a 100.000 personas participaron en la marcha, que concluyó con Pablo Iglesias proclamando varias veces que “soñamos, pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños”. Actitud que se aleja del espíritu contestatario que en un principio caracterizó al partido y a las protestas respaldadas por sus dirigentes. The times they are a-changing, que cantó Dylan.

Imagen | Flickr – Daniel López

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