SABEMOS llega al Congreso de Periodismo Digital de Huesca para relatar su proyecto y aprender. Pero cuando ya empezábamos a sentirnos cómodos, ¡zasca!, la primera en la frente. Las responsables de comunicación de Madrid, Barcelona y Zaragoza han pagado con nosotros, los periodistas, la frustración de los últimos meses en el cargo.
Nótese que el #CongresoHuesca, trending topic nacional y un éxito con 16 años de vida inspirado y guiado por Fernando García Mongay, con el apoyo de instituciones y patrocinadores como Telefónica, es una fiesta del periodismo. El premio José Manuel Porquet al corresponsal multimedia Mikel Ayestaran fue, no sólo aplaudido, sino muy merecido. «Me dijeron que iba a matar la profesión por ser un hombre orquesta del periodismo, pero este premio me demuestra que no ha sido así», declaró.
David Jiménez, director de ‘El Mundo’, aprovechó su ponencia inaugural para hacer una sutil referencia a ‘El País’, que hace poco hablaba de transformarse en un medio digital y de la ulterior e inevitable desaparición del papel. Jiménez afirmó que su medio ya venía siendo un medio digital y que, como quien no quiere la cosa, casualmente tiene una edición en papel. «Serán sólo los lectores quienes nos digan durante cuánto tiempo», subrayó.
Pero en estas que llegó la mesa redonda entre las responsables de comunicación de los ayuntamientos de Zaragoza, Madrid y Barcelona. Todos ellos participados por Podemos y otras fuerzas y que se han visto sometidos a una intensísima presión mediática.
Las tres responsables están claramente superadas por todo. La crítica feroz que volcaron contra la profesión periodística y su credibilidad no fue apropiada. Y no porque no tengan parte de razón, sino porque su papel es el de dialogar con los ciudadanos y una parte de ese diálogo pasa por la capacidad de la prensa de hacer su trabajo en libertad y con su colaboración. Quemar puentes y echar culpas en lugar de tenderlos y aprender de los errores propios es un (otro) error.
Tres cosas parecían preocuparles.
- La primera, el uso genérico de los nombres de Carmena o de Colau para referirse a toda la corporación municipal. Una reivindicación ridícula, habida cuenta que nunca los medios tuvimos problema alguno a la hora de referirnos a «Botella», «Gallardón» o «Trías» como sujeto de las informaciones.
- La segunda, la orientación política de muchos periodistas interesados no en contar la verdad sino en atacar a sus respectivas corporaciones. No puedo negar que la presión que reciben es poco envidiable y que su puesto me parece uno de los más desafiantes que pueda llegar a tener un experto en comunicación. Al menos, se tuvo la coherencia de señalar tanto su inexperiencia como su desorden, cosas con la que los periodistas hemos lidiado en nuestro trato con ellos.
- Lo que nos lleva a la tercera gran queja, la de las «informaciones-anécdota». Porque lo cierto es que dichas corporaciones se han equivocado en ocasiones, muchas veces a la hora de comunicar sus proyectos. Y en el cuento de hadas de la nueva política los errores se pagan mucho más caros y la presión es mucho mayor, incluso por tonterías.
Esto lo he hablado muchas veces con Pedro Serrahima, director de Pepephone. Una compañía que se ha basado en cambiar las reglas del juego de la atención al cliente en telecomunicaciones. Dado que su principal valor percibido ha sido el ser «más buenos» que los demás, el consumidor espera de ellos mucho más, y cualquier decepción será mucho más castigada. Que un operador tradicional te tratase mal era habitual hace algún tiempo (las cosas han mejorado mucho), pero lo descontabas, del mismo modo que, por triste que sea, hemos llegado a descontar la corrupción en muchos partidos tradicionales.
Pero si vas de bueno, te van a juzgar con mucha más dureza, y obviamente aquellos a quienes has hecho quedar de «los malos» utilizarán todas sus mañas para que se te castigue y seas arrastrado a su nivel. Es por esto, y no por otra cosa, por lo que pesan lo que ellos llaman «informaciones-anécdota». La responsable de comunicación del Ayuntamiento de Zaragoza, que lamentó el caso del champú (asegura que no fue gomina), lamentó que mucha gente insistiese sobre el tema. Y ése no es el problema. El problema es que si un ático es grave para Ignacio González, un set de limpieza y un viaje con los «alcaldes del cambio» es grave para Zaragoza en Común. No digo que sean reglas justas, son las que ellos mismos se han puesto. Han decidido ir a comer a un restaurante de costillas sin cubiertos, sin servilletas y con la camisa más blanca que tenían.
Puedo entender su frustración. Espero no tener que estar nunca en una posición como la suya y comprendo muchas de las dificultades inherentes a su situación. Pero no van a conseguir que un periodista hable más de un inofensivo encuentro con ciudadanos que de los problemas con Wanda y el edificio España. Y criticar a la profesión en lugar de entender en qué se han equivocado es otra mala idea de las muchas que han tenido hasta ahora.
Imagen | ‘congresoperiodismo.com‘