Génova diseña una campaña austera y de perfil bajo que solo incluirá dos mítines multitudinarios (en Málaga y Madrid). Los populares confían en mantener los 7’2 millones de votos de diciembre y sacar al menos siete puntos a Unidos Podemos. Creen que Ciudadanos sobreactúa en los ataques a Rajoy para tratar de contener su desgaste, continuado desde hace un mes. Ni Aznar ni líderes internacionales aparecerán junto al candidato popular en esta campaña.
Movilizar a las más de siete millones de personas que el 20 de diciembre votaron al PP. Ese es el gran objetivo de Mariano Rajoy para las generales del 26-J, a celebrar apenas seis meses después de las anteriores y sin que se observen cambios estimables en el comportamiento socioelectoral de los españoles. La principal batalla está en la izquierda -ver si se confirma o no el sorpasso de Unidos Podemos al PSOE-, limitándose las capacidades de Génova a tratar de recuperar sufragios que volaron a Ciudadanos -el 13’7% de votantes de Albert Rivera que se declara “conservador” es un nicho marcado en rojo- o pasaron a la abstención.
Ninguno de esos empeños, en cualquier caso, es tan prioritario como amarrar los 7’2 millones de papeletas del 20-D, que en un contexto de baja participación como el que se espera puede suponer dos o tres puntos más de respaldo electoral (hasta el 31%) y entre seis y ocho escaños adicionales (hasta los 129-131). El director de campaña, Jorge Moragas, confirmó este lunes al presentar la estrategia que la barrera del 30% es el gran objetivo a superar. “El resultado ideal”, explicó, es “romper sobradamente esa barrera” que en muchas encuestas ya se rebasa por unas décimas. Moragas dijo desconfiar de todos los sondeos que se están divulgando estos días, sobre todo de la proyección de escaños que hacen a partir de muestras “muy reducidas”.
Génova cree que puede superar la barrera del 30% y calcula que el techo de Iglesias está en los 5’5 millones de votos
En este sentido, cobran especial importancia los estudios del CIS, cuyo sondeo preelectoral se conocerá el jueves y acompañará estimación de diputados. La base de miles de entrevistas estratificadas y repartidas por toda la geografía nacional sobre la que se hará el cálculo le dota de mayor credibilidad, pues las generales son en realidad 52 elecciones distintas -tantas como circunscripciones- y las variaciones respecto a diciembre se producirán en un puñado de provincias estratégicas. Así, fuentes del equipo de campaña popular explicaron que un 31% de los votos significaría sacar “al menos siete puntos” al segundo -presumiblemente Unidos Podemos-, que en ninguna encuesta supera el 24% de intención de voto y tendría su techo en los 5’5 millones de votos.
Rajoy “recorrerá España todo lo que la agenda le permita”, anunció su lugarteniente, que recordó que en el mes de mayo el presidente del Gobierno en funciones visitó 14 provincias. Al contrario de lo que hará Pablo Iglesias y en la línea de Pedro Sánchez y Albert Rivera, el candidato del PP protagonizará todos los actos que pueda, al mismo tiempo que redoblará sus apariciones televisivas. Esta vez acudirá a El Hormiguero -en 2015 acudió Soraya Sáenz de Santamaría en vez de él- y a otros programas de infotainment claves para llegar a determinadas audiencias.
Arranque en Alicante y Murcia
Los populares darán el pistoletazo de salida a la campaña en Madrid, con la tradicional pegada de carteles en la madrugada del jueves al viernes. Al día siguiente, Rajoy visitará Alicante y Murcia, dos de las provincias que más escaños reparten y que más proclives han sido al PP los últimos años. Todos los actos serán modestos, potenciando la cercanía al ciudadano y utilizando la calle y espacios abiertos como escenario. “No vamos a hacer grandes mítines”, dijo Moragas, aunque habrá dos excepciones: una en Málaga -la fecha está por determinar pero seguramente sea el segundo fin de semana de campaña, 18-19 de junio- y otro en Madrid -el último día, viernes 24-.
Rajoy, que en mayo visitó 14 provincias, protagonizará en campaña todos los actos que la agenda institucional le permita
Acorde con ese perfil bajo, Génova prescindirá de toda la publicidad exterior -banderolas, vallas y demás atrezo característico de campaña-, lo que le permitirá reducir el presupuesto un 30% respecto al de diciembre. Es el mayor recorte “cuantitativamente” de los grandes partidos. Tampoco habrá eventos con líderes internacionales ni con el expresidente del Gobierno, José María Aznar, cada vez más distanciado de su sucesor. Moragas quiso quitar hierro a este último asunto, asegurando que el presidente de honor “no necesita invitación expresa y él lo sabe” para participar en mítines, si bien apuntó que no está prevista ninguna aparición suya.
En cuanto al mensaje, se bombardeará con la retórica en positivo presente desde el eslogan –A favor– que pretenden contraponer al “no” que PSOE y Ciudadanos dieron a Rajoy tras el 20-D. Un discurso que se acompaña de la defensa de la gestión de Rajoy -con el foco puesto en la economía-, una especial atención a las redes sociales y guiños claramente dirigidos a combatir la catalogación de nasty party -partido antipático para los electores que no lo votan- que suele perseguir a las formaciones que acusan el desgaste del poder y la consecuente dificultad para sumar apoyos. Así se explica desde la serie de spots que se difundirá estos días -y que tuvo el primer episodio el lunes, con los gatos como protagonistas- a la nueva versión del himno del partido y hasta el aire ‘moderno’ que pretende tomar el merchandising electoral.
Os presento el spot de campaña del @PPopular #26J #Afavorhttps://t.co/9ERwPLZrD5
— Mariano Rajoy Brey (@marianorajoy) 6 de junio de 2016
Con la estrategia, confían en alcanzar las citadas cifras de más del 30% de los votos y en torno a 130 diputados, conservando la mayoría absoluta del Senado. Unos números que pondrían más tierra de por medio con el segundo clasificado y reforzarían la legitimidad de Rajoy para luchar por la investidura. En ese momento, llegaría la etapa de las negociaciones postelectorales, de la que Génova rehúsa hablar -se dicen centrados en el “pacto con los españoles”- y en la que Rivera de nuevo está llamado a jugar un papel central.
Moragas cree que Rivera levantará el veto al presidente al día siguiente de las elecciones: «No tiene sentido»
El PP le sigue afeando su acuerdo con el PSOE y sus contactos con Podemos -una de las claves discursivas para seducir al electorado de centro derecha- pero sabe que, llegado el momento, tendrá que entenderse con él para conservar La Moncloa. Bien porque entre ambos sumen mayoría absoluta -cosa improbable a tenor de los sondeos- o bien como primer paso para buscar la necesaria abstención del PSOE. El escenario es lo suficientemente complejo de por sí, pero a ello se le añade el veto explícito de Ciudadanos a Rajoy, que prácticamente a diario lleva a portavoces naranjas a proclamar que el actual presidente no puede ser el líder de la próxima etapa política y que el PP ha de regenerarse para ser creíble en la agenda reformista que en todo caso se tendrá que confeccionar.
Rivera lo repitió este lunes, tildando a Rajoy de “podemita” por entender que comparte con Iglesias la tendencia a lanzar propuestas “populistas”. Moragas calificó de “boutade” la comparación, señaló que el presidente de Ciudadanos había tenido “un mal día” y se dijo confiado en que el veto sobre el presidente se levantará en cuanto cierren los colegios electorales. “Creo que al día siguiente de las elecciones ese planteamiento del señor Rivera no tendrá sentido”, señaló el director de campaña popular, puesto que ve inexplicable “arrogarse ese derecho y esa capacidad de decisión en nombre de los españoles” de rechazar “a quien haya ganado las elecciones, haya tenido respaldo democrático mayoritario” y hacerlo además desde “una posición minoritaria”: “No me parece que tenga mucho sentido y seguramente él se dará cuenta”. En veinte días comenzaremos a verlo.