El PSOE considera que el líder morado está “abrasado” a ojos de una mayoría de electores. Estima que la coalición Unidos Podemos no ha conseguido el “efecto bola de nieve” que buscaba y puede ir a la baja en las próximas semanas. “La situación puede ser parecida a la que se vivió en las autonómicas de Madrid el año pasado”, explica el equipo de campaña socialista.
El deterioro de la imagen pública de Pablo Iglesias es el clavo ardiendo al que se aferra el PSOE. Cuando ya todas las encuestas presentan el sorpasso en votos de Unidos Podemos al socialismo como inexorable, Ferraz tira de orgullo y tesón para intentar que tal cosa no se produzca. Perder la hegemonía de la izquierda por primera vez en democracia sería el colofón a un hundimiento que ya dura siete años y colocaría al partido de Pedro Sánchez en una situación muy difícil, comprometiendo hasta su existencia como fuerza política relevante.
En medio de esas malas noticias, que el PSOE combate con una campaña que pone en valor todo lo logrado con el régimen del 78 -deslizando que está en riesgo y subrayando que esos éxitos fueron impulsados por Gobiernos socialistas-, han encontrado una espita de esperanza demoscópica: el desgaste que acusa el candidato de la coalición Unidos Podemos. Los socialistas están convencidos de que la mala imagen pública de Iglesias puede lastrar sus expectativas electorales y evitar el sorpasso, tanto en escaños como en votos.
Los socialistas creen que 1’5 millones de electores votaron a Podemos para provocar un cambio y no para que Iglesias fuera presidente
“Está abrasado como líder, despierta rechazo en una gran mayoría de ciudadanos”, explicaba esta semana un miembro del equipo de campaña de Sánchez. Los estudios cualitativos que maneja la formación y el análisis pormenorizado de otras encuestas así lo acreditan. El PSOE considera que una parte muy importante de los que en diciembre votaron a Podemos, “hasta un millón y medio de electores”, lo hicieron para provocar un cambio de Gobierno más que por adhesión al proyecto morado. “A esos les ha fallado al votar no a un presidente socialista y permitir que Rajoy siga en La Moncloa”, concluyen las mismas fuentes, resumiendo el que es el principal mensaje de campaña de Sánchez.
Su estrategia en positivo –Un sí por el cambio– quiere presentar como culpable del bloqueo político a quien pudo y no quiso relevar al PP del poder. Pretende apelar así a ese electorado que eligió la papeleta morada “para utilizar a Podemos como garantía de que el PSOE no se mueva hacia la derecha”, no para hacer a Iglesias presidente del Gobierno. La actitud del líder emergente estos meses, indican desde la cocina socialista, ha decepcionado a muchos de los que votaron y ese es uno de los nichos que tiene que conquistar Sánchez.
Por eso, es frecuente escucharle tildar de “intransigente” a su adversario y hasta ha llegado a decir que, si es por Podemos, jamás logrará acceder a La Moncloa. El PSOE cree que así puede recuperar a antiguos votantes socialistas desencantados, gente que no quiere un viraje radical como el que introducirían Iglesias y Garzón, sino una gestión moderada, con sensibilidad social y que enmiende los aspectos más comprometidos y polémicos de la era Rajoy.
Peor valorado que Sánchez y Rivera
El desgaste de Iglesias es vital para que Unidos Podemos no aparezca como una alternativa seria de Gobierno. El último barómetro del CIS, realizado en abril y difundido en mayo, recoge una valoración de 3’16 para el líder de Podemos, a quien los españoles ponían en enero una nota de 3’78. En el estudio postelectoral, elaborado entre enero y marzo, era del 4’06. En noviembre, la primera vez que el CIS incluyó a los emergentes en sus sondeos, era del 3’87. El deterioro es evidente y el PSOE considera que se notará en la evolución demoscópica de la coalición de izquierdas. No ha gustado su actitud tras el 20-D y así se notará en las urnas.
Podemos hace una lectura muy distinta de esos datos. El hecho de que estén mejor valorados que Iglesias tanto Alberto Garzón (4’69) como Xavier Domènech (4’19), Albert Rivera (3’99), Joan Baldoví (4’51) o Pedro Sánchez (3’74) no lo ven preocupante.
Los españoles ponen a Iglesias en el último CIS una nota de 3’16, por debajo de las de Garzón, Rivera o Sánchez
La valoración de líderes es algo “difícil de interpretar”, según Carolina Bescansa, experta en análisis demoscópico y número tres de la formación morada. Bescansa pone como ejemplo el hecho de que Rajoy ganó las elecciones pese a tener “la peor valoración como líder en todas las encuestas de los últimos cuatro años”, algo que a su juicio debe mover a la “prudencia” a la hora de enjuiciar estos datos.
En declaraciones hechas el jueves en TVE, Bescansa aseguró que “los liderazgos fuertes tienden a hacer medias con distribuciones muy polarizadas, generan muchísimo apoyo por un lado y muchísimo rechazo”. Por eso, conviene atender a las “medias de dispersión” para ver cuán “desviadas están las valoraciones en relación a la media”. “Te aseguro que la desviación estándar de Pablo Iglesias no es la misma que la de Albert Rivera o Pedro Sánchez”, indicó al periodista que le preguntó por este tema. “Hay que mejorar, por supuesto, pero creo que es un dato que hay que tomar con precaución”, zanjó.
En efecto, la estimación de voto que hacen las encuestas parecen darle la razón. Pese a la mala valoración que se otorga a Iglesias, su coalición está al alza y supera a otras con liderazgos más reconocidos, como Ciudadanos y el PSOE. Ferraz recela de estos datos. Considera que la articulación de Unidos Podemos ha tenido una entusiasta acogida entre la parroquia más entregada y ha espoleado a los electores más escorados y activos de estas formaciones, pero “no ha logrado el efecto bola de nieve que buscaba”. Esto es, no ha conseguido el efecto multiplicador. Ahora no llegarían a los seis millones de votos que Podemos, las confluencias e IU cosecharon en diciembre. Y con el paso de las semanas, conforme se pase el boom del acuerdo Iglesias-Garzón, pueden ir retrocediendo.
«Los liderazgos fuertes tienden a hacer medias con distribuciones muy polarizadas», explica Bescansa, que no ve preocupante la baja valoración de su líder
Ferraz estima incluso que pueden estar hinchados en algunas encuestas. La situación sería parecida a la que antecedió a las elecciones autonómicas en Madrid el año pasado. “Había sondeos que decían que Podemos nos pasaría y les ganamos por siete puntos; otras, nos daban dos escaños más que Ciudadanos y al final les sacamos veinte”, recuerdan las fuentes citadas. El electorado socialista es menos entusiasta, más reflexivo y se dice en las encuestas más dudoso que otros. Por eso Sánchez tiene más margen para crecer, explica su equipo, que otros candidatos.
Podemos hace una valoración muy distinta. En su opinión, si se atiende a “la valoración más o menos crítica o más o menos positiva que cada uno de los electorados tiene sobre lo que ha hecho su propio partido [desde el 20-D], que es lo más importante”, se ve que “hay gente que votó a Ciudadanos o al Partido Socialista que no está de acuerdo con la estrategia que siguió Ciudadanos y que siguió el Partido Socialista, y ese es un porcentaje significativo, relevante, importante”. Bescansa considera que Sánchez y Rivera tienen “un volumen de salida importante” en sus electorados. “No todos los electorados gozan de la misma salud, hay electorados que están en mejor forma y hay electorados que están en peor forma”.
Y eso es lo que les lleva a creer que pueden ganar, no ya al PSOE, sino también al PP en las próximas generales. Calculan que necesitan sumar entre 500.000 y 800.000 nuevos votantes de aquí al 26-J para lograrlo. Una bolsa similar a la que Ferraz calcula que Unidos Podemos puede perder, y ellos ganar, en estas cuatro semanas. El tiempo dirá quién tiene la razón.