Ojo al responsable de la detección de santos en fases tempranas, que España se ha convertido en una nueva Corte de los Milagros.
Que nadie espere leer aquí ni una palabra sobre el fondo de la situación de Arnaldo Otegi. Por lo que a mí respecta puede dedicar los próximos años de su vida a cumplir con su inhabilitación, descubrir el porno por internet y tuitear, que viene a ser a la política lo que mirar las obras para los jubilados.
Lo que sí quiero es llamar la atención sobre un fenómeno curioso, y es la enorme capacidad de Podemos para coger cualquier tema y hacer que, de inmediato, miles de personas se pongan de su lado de forma acrítica y por peregrina que sea la premisa.
Repito que no voy a hablar de los motivos que llevaron a la cárcel al dirigente vasco, pero coincidirán nuestros lectores conmigo en que nunca gozó Otegi de la más mínima simpatía de mucha gente fuera de su ámbito natural de actuación. Sin duda, habrá quien durante estos años le haya querido mucho en su tierra, no voy a abundar sobre los motivos de eso. Para mí tiene el mismo sentido que mandar cartas de amor a un asesino en serie. Tampoco me voy a meter en cómo alguien así puede hablar sin sonrojarse de empezar en la política. Y digo bien, empezar. Porque en política de verdad no tienes el apoyo de un grupo de amiguetes empeñados en matar a quienes no piensan como tú.
Pero cada vez que he hablado de él con gente de Madrid, Andalucía, Extremadura, las dos Castillas, o Murcia, por poner un ejemplo, el «que se pudra» ha sido mucho más recurrente que el «liberemos todos a ese mártir por la libertad de Euskadi». Hasta hoy, claro.
Escucho que la sentencia ratificada por el Supremo que dio con sus huesos en la cárcel le ha convertido en un mártir. En un héroe. #OtegiFree es trending topic en Twitter.
No. No han convertido a Otegi en un héroe la justicia, la casta o la opresión españolista. Han bastado sólo unas horas y unas pocas declaraciones de Pablo Iglesias, cuyas declaraciones se leen como simpáticas fetuas por miles de personas, muchas de las cuales no han vivido los teléfonos analógicos ni las consecuencias de las matanzas etarras. Los Millenials ven ahora en Otegi a una suerte de nuevo fenómeno hipster al que seguir por recomendación expresa del líder.
El mismo partido que hace unas semanas abogaba por escrito por acabar formalmente por la separación de poderes ha conseguido no que Otegi sea liberado -eso ha sido cosa del mismo sistema que lo encarceló-, sino que, mágicamente, a mucha gente le parezca un tipo de puta madre.
Y oye, eso tiene que contar como milagro. De mierda, pero milagro a fin de cuentas.