La grave crisis abierta en el Partido Popular por la rebelión de los barones territoriales tras los comicios del 24 de mayo queda zanjada con cuatro caras nuevas en el segundo escalón de poder en Génova y con algún mínimo retoque en el Ejecutivo. Ésa es la decisión final de Mariano Rajoy, que ayer descartó tajantemente una crisis de Gobierno. Se jugará, por lo tanto, las elecciones generales con las mismas caras en su Gabinete. Eso sí, Rajoy ha ordenado mayor coordinación y comunicación, según cuentan fuentes de Moncloa a SABEMOS.
A Rajoy le resulta incómodo que los periodistas le pregunten con reiteración por los cambios en el Ejecutivo que preside. Así lo demostró en la rueda de prensa que ayer ofreció junto al primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, con motivo de la XXVIII cumbre hispano-lusa, celebrada en la localidad costera de Bayona, en Pontevedra.
Ante la pregunta de los informadores de que finalmente vaya a hacer algún cambio en el Gabinete, Rajoy aseguró textualmente que “no va a haber nada de lo que se pueda entender como una crisis de Gobierno”, informa la agencia Efe. En su opinión, no tiene sentido llevar a cabo una amplia remodelación del Ejecutivo, a pocos meses de los comicios generales, que se celebrarán, si no hay adelanto electoral, en la segunda quincena de noviembre.
Cuestionado por la posibilidad de que se lleve a cabo algún ajuste puntual, aunque no tenga categoría de crisis, el jefe del Ejecutivo intentó zanjar el asunto anunciando que no quería hacer más comentarios al respecto. «Cuando haya algo, si lo hay, ya lo sabrán», sentenció en un tono áspero y desapacible en el trato.
Sin crisis de Gobierno a la vista, el presidente verá cumplida su intención de agotar la legislatura con casi todos los ministros que nombró a principio de su mandato. En estos tres años y medio, sólo han causado baja tres nombres: Miguel Arias Cañete, Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Mato. A ellos podría unirse Juan Ignacio Wert, en el caso de que el jefe del Ejecutivo acepte sus pretensiones de dejar el Gobierno para irse con su actual esposa a París.
El jefe del Ejecutivo desoye la petición de los barones
Con su decisión de no acometer una crisis de Gobierno, Rajoy desoye la petición de varios barones territoriales del partido, que insistentemente le han reclamado un cambio de caras en el Ejecutivo con el objetivo de dar un impulso a la acción gubernamental en este tramo final de la legislatura.
Al mismo tiempo, el jefe del Ejecutivo intenta cerrar la pugna que han protagonizado desde el principio del mandato los sectores enfrentados dentro del Ejecutivo: la facción sorayista, y el grupo de ministros críticos con la labor de la vicepresidenta, que lideran Ana Pastor y José Manuel García-Margallo. A esos dos bandos Rajoy ha puesto ya los puntos sobre las íes. Según las fuentes de Moncloa consultadas por este periódico digital, el jefe del Ejecutivo ha dado las oportunas instrucciones para que todos remen en la misma dirección. “El presidente no tolerará ni la más mínima disensión interna dentro del Gabinete”, aseguran las mismas fuentes.
Sin cambio de ministros y cerrada la vía de agua que supone un gobierno desunido ante el objetivo común de ganas las elecciones, Rajoy quiere centrarse en mejorar las labores de coordinación y comunicación del Gobierno, ambas bajo la responsabilidad de la vicepresidenta y portavoz, Soraya Sáenz de Santamaría.
Instrucciones a los ministros para que pisen más la calle
Rajoy está muy sensible con esta cuestión después de escuchar a destacados dirigentes del Gobierno y del partido, con los que ha mantenido numerosas reuniones desde las pasadas elecciones municipales y autonómicas para llevar a cabo un diagnóstico en común de la situación. Todos ellos le hablaron de la mala relación entre Soraya y Cospedal, del peso demoledor de las siglas, de la falta de coordinación en el Gobierno y de la ausencia de una verdadera política de comunicación en Moncloa.
Según las fuentes consultadas, Rajoy trata de dar solución al primer asunto con el desembarco de su mano derecha, Jorge Moragas, en la sede de la calle Génova como director de la campaña electoral. Para arreglar la segunda cuestión ha nombrado a los cuatro nuevos vicesecretarios, con los que Rajoy trata de dar una imagen de renovación, frescura y juventud.
En cuanto al tercer y cuarto problemas, además de comprometerse él mismo con la labor de coordinación y comunicación, el jefe del Ejecutivo ha dado órdenes precisas a todo el Gabinete para que involucren en la solución de las deficiencias detectadas. Sin mermar ni un ápice el ámbito de responsabilidad de la vicepresidenta y portavoz –a la que mantiene en los cargos con las mismas funciones que hasta ahora-, Rajoy pretende que Sáenz de Santamaría cuente con la mayor ayuda posible, según las fuentes de Moncloa antes citadas.
En este sentido, el presidente del Gobierno ha dado instrucciones a sus ministros, en la misma línea que su petición a los dirigentes del partido, para que se dediquen a comunicar los logros del Gabinete y salgan más a la calle con el objetivo de relacionarse con los ciudadanos.