Rajoy y Soria: 26 años de amistad y padrinazgo político rotos por un embuste

PP.

La caída de José Manuel Soria no es una más para Mariano Rajoy. El ya exministro de Industria, Energía y Turismo forma (¿formaba?) parte del círculo de más estrecha confianza del presidente del Gobierno. El Gabinete que Rajoy nombró en diciembre de 2011 incluyó cinco nombres de indiscutible lealtad al líder, personas que acumulaban décadas de amistad con él y que jamás -eso pensaba él- le traicionarían: Ana Pastor, Jorge Fernández Díaz, José Manuel García Margallo, Miguel Arias Cañete… Y José Manuel Soria.

Poco a poco, formarían un subgrupo dentro del Consejo de Ministros, manteniendo periódicos encuentros y reportando ante el jefe sin la intermediación de Soraya Sáenz de Santamaría, coordinadora de los Ministerios en su calidad de vicepresidenta. Es lo que se denominó el G5, que luego fue incorporando a otros miembros como José Ignacio Wert, Isabel García Tejerina o Rafael Catalá. Un contrapeso a la todopoderosa Santamaría y sus fieles -Fátima Báñez, Alfonso Alonso, Cristóbal Montoro, con gran ascendencia también en el Grupo Parlamentario Popular-. El G5, más tarde ampliado a G8 o G9 se distinguía por una inquebrantable adhesión a Rajoy, íntimo amigo de todos, en especial de Pastor, Margallo y Soria.

Soria conformaba, junto a Pastor, Margallo y Fernández Díaz, el círculo de íntimos del presidente

Este último puso ayer fin a su carrera política de forma indeseada, tras una semana horribilis en la que ha aparecido vinculado a empresas radicadas en paraísos fiscales sin ofrecer explicaciones verosímiles. El miércoles, tras haber incurrido ya en un buen número de contradicciones, habló con Rajoy y le garantizó que no tenía nada que ver con esas informaciones. Ni una palabra dijo sobre Jersey y la sociedad pantalla con sede en ese paraíso fiscal que controló hasta 2002. El jueves se acreditó esa relación, colmando el vaso de la paciencia de sus compañeros de partido y Gabinete y del propio Rajoy. El presidente, comprobado el engaño, le dejó caer. “Nadie que haya operado en paraísos fiscales puede estar en el Gobierno”, aseveró Montoro ayer. Santamaría suscribió esas palabras, “como no puede ser de otra manera”.

Las confesiones de Rajoy en 2011

Soria deja el Ejecutivo, el Congreso y la presidencia del PP canario, menoscabando así el capital político de su mentor, un ya muy desgastado Mariano Rajoy. Porque el exalcalde de Las Palmas difícilmente hubiera llegado a donde ha llegado sin su padrinazgo. El propio Rajoy cuenta en su libro En confianza cómo, nada más acceder a la vicesecretaría del PP (1990), se puso manos a la obra para “reorganizar el partido allí donde era débil”. Y uno de esos sitios era la isla de Gran Canaria: “Me vi obligado a disolver el partido y refundarlo. Las personas que figuraban como dirigentes locales no estaban particularmente dotadas ni para el diálogo ni para trabajar con otros. Libraban discusiones permanentes entre ellos, a menudo en los periódicos. Lo mejor que podíamos hacer era empezar de nuevo”. Y así fue como llegó José Manuel Soria a la dirección de los populares insulares.

Aznar “se quedó mudo” al ser informado de la catarsis que planeaba su vicesecretario de Organización, pero le dio su confianza: “Haz lo que tengas que hacer”. “Cambiamos a todos los dirigentes de Las Palmas, y en las siguientes elecciones conseguimos la mayoría absoluta en el Ayuntamiento”, escribe el presidente en funciones. Esos comicios fueron los de 1995, con Soria como cabeza de lista. Rajoy sacaba pecho en su libro publicado en 2011 de la jugada y de la “gestora manu militari” que impuso para revitalizar al PP grancanario.

A comienzos de la era Aznar, Rajoy intervino desde Génova el PP grancanario y facilitó el ascenso del exministro

La relación entre ambos se fue estrechando tras los éxitos electorales de 1995 y 1999, también debido a circunstancias personales de Rajoy. Su padre tenía una vivienda en Puerto Rico, al sur de Gran Canaria, donde se trasladó para “reponerse del corazón” aprovechando el “buen clima de las Canarias”. “Desde entonces, voy todos los años a las Canarias; me gustan las islas, el color del cielo, la luz, el sol y su incomparable climatología. Me alegré de poder contribuir eficazmente desde el ministerio a su desarrollo económico”, explica el líder del PP en sus memorias al abordar aquella época de finales de los 90 en que gobernaba Aznar. Esos viajes eran aprovechados casi siempre para ver a Soria e intercambiar pareceres con él.

Abandono de la política local

Luego, el PP pasó a la oposición a nivel nacional, y el líder de los populares canarios dejó la política local para pasar a la insular primero (presidente del cabildo de Gran Canaria de 2003 a 2007) y a la autonómica después (vicepresidente y consejero de Economía de 2007 a 2010, en un Gobierno Coalición Canaria-PP). La segunda derrota de Rajoy en elecciones generales (2008) fue seguida de unos meses de convulsión interna en el partido.

Hubo movimientos para provocar un relevo, en especial desde el PP de Madrid, pero fueron sofocados. El fiel Soria fue encargado de preparar la ponencia política del Congreso de Valencia donde el presidente fue reelegido. Formó equipo junto a Alicia Sánchez-Camacho y María San Gil, en la que fue última experiencia en el partido de la exlíder del PP vasco. San Gil se desmarcó del acercamiento al nacionalismo que buscaba la formación, a lo que Soria respondió con un irónico SMS que luego difundió el diario El Mundo: “María, he recibido tu ponencia. ¡Arriba España!”

Soria se enfrentó a San Gil en vísperas del Congreso del PP de 2008, donde Rajoy fue reelegido

San Gil salió del PP tras estas desavenencias y el político canario permaneció en el círculo de confianza de Rajoy. Coalición Canaria cambió de socio en 2011 y pactó con el PSOE, desalojando al PP del Gobierno autonómico y dejando a su líder mirando hacia la arena nacional. Unos meses después, fue en las listas al Congreso y, tras la gran victoria de Rajoy, recibió el encargo de gestionar Industria, Energía y Turismo en el Gabinete. De nuevo fue en las planchas electorales de 2015 y hasta figuró en las quinielas de posibles candidatos a liderar el PP o ocupar un puesto relevante en la dirección tras el próximo Congreso, aún sin fecha. Pero la última de las sombras sobre su actuación ha acabado con él.

Porque el caso de los paraísos fiscales es la guinda a una serie de oscuros episodios que, si bien nunca acreditaron irregularidades en gestiones de Soria, le alejaron definitivamente de lo ejemplarizante. El caso Salmón, el caso chalet o las polémicas vacaciones low cost del año pasado en Punta Cana fueron minando la credibilidad del exministro hasta dejarle en situación insostenible con las novedades de esta semana. Perdió la credibilidad -como ha señalado Javier Maroto, “el único patrimonio que tiene un político”- pero, sobre todo, perdió la confianza de su amigo, valedor y mentor. Un Rajoy que cuando dispara lo hace siempre con silenciador y poniéndose de perfil, como si con él no fuera la cosa. Ocurre que esta vez casi puede decirse que el ‘homicidio’ presenta el agravante de parentesco.

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