Cuando apenas quedan dos semanas para que se estrene en España Ant-Man (El Hombre Hormiga), la nueva película de Marvel con Peyton Reed a los mandos y Paul Rudd de protagonista, aprovechamos la hormigamanía (vale, nadie se cree que vaya a haber una ‘hormigamanía’) para entrevistar a Ramón Rosanas , el dibujante español que ha insuflado de nueva vida en las viñetas al superhéroe creado por Stan Lee, Larry Lieber y Jack Kirby.
Nota rápida para los menos expertos: aunque la identidad secreta del superhéroe original era Hank Pym, un científico con personalidad múltiple, historial de abuso a mujeres y seguidor potencial de Hannibal el Caníbal, el protagonista de la peli es Scott Lang, un pobre delincuente más loser que un concursante español de Eurovisión, divorciado y sin la custodia.
Fue precisamente el pobre historial heróico de Pym el que llevó a promocionar a Lang como el protagonista de la peli y dejar al personaje original como mentor y, probablemente, compañero de copas de Howard Stark y Peggy Carter. ¿El problema? Había que lanzar al menos algún cómic moderno con el personaje con el que acompañar el lanzamiento.
Nick Spencer y Ramón Rosanas fueron los elegidos. Spencer llevaba ya toda la década trabajando en títulos de Marvel, pero reconozco que no había seguido su trabajo hasta este Ant-Man. El caso de Rosanas es mucho más curioso.
Volvamos a hacer un repaso de un par de datos no demasiado conocidos sobre el mundo del cómic. 1) Hay muchos dibujantes españoles que trabajan para Marvel y DC, y algunos de ellos son verdaderas estrellas. 2) La primera vez que eso pareció posible fue gracias a Marvel UK, la rama británica de la Casa de las Ideas, que dio trabajo a españoles que luego serían superestrellas, tales como Carlos Pacheco, Salvador Larroca y Pascual Ferry.
¿Sólo ellos? No, había otro joven dibujante que estaba a punto de empezar a trabajar para Marvel UK cuando el futuro de esta editorial se truncó. Se trataba de Ramón Rosanas, un dibujante que hasta en el nombre aliterado (Lois Lane, Lex Luthor, Lori Lemaris) tenía escrito su futuro. «Llegué a entintar Motormouth y Death´s Head II, pero cuando estaba preparando un personaje de creación propia, un vampiro que vivía entre Reino Unido y España, se terminó todo», explica el dibujante. «Aún recuerdo una cena con Pacheco, Larroca y Ferry en Barcelona», recuerda. Pero él se quedó por el camino.
Nos reunimos con Rosanas en el pasado Festival Metropoli de Gijón, un evento multidisciplinar siempre que la disciplina a tratar sea friki. Para ser una estrella naciente del panorama artístico estadounidense, Rosanas es un señor ya mayorcillo, calvete y con dos hijas. Es amable, humano y dibuja como los ángeles. Sus cinco números en Ant-Man están hechos con mucho mimo, son muy limpitos y recuerdan al Chris Sprouse de los mejores tiempos.
«Después de Marvel UK hice mucha ilustración para revistas, desde Playboy hasta Elle, y trabajé mucho con McCann Erikson, entre otras, haciendo storyboards e incluso artefinales». Marcas como Coca-Cola, Martini o Páginas Amarillas han disfrutado de sus lápices.
Rosanas no es de esas personas que lamenta las ocasiones perdidas culpando a otros o al destino. «En aquella época era muy perfeccionista, y eso me ralentizaba. Pero en publicidad las fechas de entrega eran aún más cortas. Te pedían 20 fotogramas de storyboard de un día para otro, y eso me hizo tener más soltura».
Pero, pese a su éxito, había algo ahí que coleaba, y veinte años después volvió surgir la oportunidad de trabajar en el mundo del cómic. En 2009 ya dibuja algunos números de The Age of Sentry, una obra que le abrirá las puertas a varios trabajos más, entre los que destaca Spider-Man 1602. Se pega además el gusto de dibujar cómic para las editoriales francesas Dargaud (Éliminer Vassili Zaïtsev) y Delcourt (Fraternités T1: 1792, l’ordre guillotiné)
En todo caso, en 2014 le llegó su primer gran éxito, Night of the Living Deadpool, un cómic que combina con humor los clásicos de zombies con las aventuras del Mercenario Bocazas, un personaje que tendrá su propia película, interpretada por Ryan Reynolds, ya en 2016.
Pero claro, llega Ant-Man y el mercado empieza a darse cuenta de que ha llegado una estrella. El comic está muy bien dibujado, pero lo mejor de todo es que es divertido y original. Recupera personajes clásicos y un poco cutres de Marvel y les insufla de nueva vida, como Griizzly o Machinesmith (ese momento en el que parodia a Run DMC y su temazo Tricky es memorable).
A la hora de citar influencias, Rosanas se queda con el clásico Alex Toth. «Me ha inspirado en todo momento por su aparente simplicidad. El personaje en Ant-Man no puede comerse el fondo y, cuando encoge, todo lo contrario. A la hora de dibujarlo hay que tener en cuenta que no es exactamente un superhéroe, es como uno de esos tipos que se disfrazan para robar».
En general, los gustos del dibujante pasan por los clásicos: Raymond, McKay, Canniff… «Veo los cómics de aquella época y los de ahora y no hay color. Además, de aquella no tenían las mismas facilidades que tenemos hoy. Ahora el cómic y el cine se han retroalimentado. Puedes dar pausa en una película para copiar un plano que te ha gustado, pero en tiempos de McKay no podían hacer esas cosas», subraya.
Rosanas está encantado de ver que Ant-Man se haya colado entre los diez cómics más vendidos de EEUU y seguirá con la serie después del mega-evento veraniego de Marvel que (otra vez) lo cambiará todo. «Siempre que esté con Nick Spencer estoy tranquilo, confío mucho en él».
También ha notado una gran diferencia en los salones del cómic. Le sorprende, por ejemplo, la práctica de los dibujantes estadounidenses de ponerse en los llamados Comic Alley para hacer dibujos a los fans a cambio de dinero. «En Europa se da por hecho que tienes que dibujarle gratis a alguien que viene a que le firmes, y todavía se te pueden quejar de que has tardado mucho. Es muy diferente ir a firmar libros a un stand de salon de cómic europeo y una mesa de Artist Alley de Comic Con en la que, de manera muy extraña, el autor tiene más control de su material».
Vista su producción de los últimos años, parece claro que Rosanas está trabajando más que nunca. «Catorce horas al día, pero que no falte». En medio de la entrevista, por orden de Caja Astur, nos desalojan a las bravas de la sala que veníamos ocupando. Terminamos la entrevista en una silla-pupitre en el gabinete de prensa del festival. Y casi no lo dejan salir vivo. Su portada de Ant-Man con el Elogio del Horizonte de Chillida de fondo, de la que se hicieron medio millar de copias, se vendió en un periquete, y todo el mundo lo quiere firmado. Le dejo firmando ejemplares, disfrutando de su bien merecido éxito.