El culebrón ya ha acabado pero las secuelas se van a reproducir durante los próximos meses. La primera consecuencia de la homologación por parte del juez del plan de reestructuración de Abengoa es que los que no se han adherido tienen las de perder. Sin embargo, todavía tendrían una ventana de oportunidad en diciembre para evitar las quitas del 97% que se establecen en la sentencia que cierra el preconcurso de la compañía.
Fuentes cercanas a la negociación del plan de reestructuración han asegurado en declaraciones a SABEMOS que se va a convocar un periodo de adhesiones extraordinario para que los acreedores que no suscribieron el plan de rescate de Abengoa puedan sumarse al acuerdo. De esta forma el 14% de los tenedores de deuda, los disidentes que no firmaron el plan, podrían acogerse a las condiciones que la compañía diseñó para los que cooperasen.
“Todavía no se sabe cuándo, pero será aproximadamente en diciembre cuando se abra el plazo, que será de 5 o 6 días”, han indicado las fuentes consultadas, que han añadido que en cualquier caso el periodo extraordinario no será demasiado amplio.
El 14% de los acreedores parece un porcentaje menor frente al abrumador 86% de los titulares de deuda de Abengoa que sí suscribió el acuerdo, 11 puntos porcentuales por encima del mínimo exigido para que evitar el concurso de acreedores. Sin embargo, el 14% de la deuda total de la compañía, 8.624 millones de euros según el auto del juez Pedro Márquez, asciende al nada desdeñable importe de 1.207 millones de euros. Los propietarios de ese pasivo disponen de otra oportunidad, a no ser que quieran dilapidar esa fortuna.
La homologación judicial del acuerdo de reestructuración obliga a los disidentes a asumir ciertas condiciones. La principal -y más dolorosa- es la quita del 97% de la deuda. De esta forma, si no se adhiere nadie más al plan de reestructuración en diciembre los acreedores disidentes podrían decir adiós para siempre a 1.171 millones de euros.
No acaba allí el marrón. El 3% de deuda restante, 169 millones de euros, estaría sujeto a una carencia: los acreedores no podrían reclamar la devolución de ese principal adeudado hasta dentro de 10 años y lo cobrarían sin intereses. Por lo tanto, la deuda de los rebeldes se vería primero jibarizada y después secuestrada hasta dentro de 10 años.
La alternativa que tienen es adscribirse al marco de la Nueva Abengoa, con quitas menores y a cambio de convertir parte de la deuda en capital. El 70% de la deuda existente de Abengoa se va a capitalizar en un 40% de las acciones de la compañía. El 30% restante de la deuda se refinanciará mediante nuevos instrumentos financieros.
Pese a que la oferta parece más atractiva que una quita del 97%, las fuentes del mercado consultadas no creen que se produzca un aluvión de adhesiones en la “repesca” de diciembre. Los grandes acreedores ya suscribieron el plan en octubre, por lo que no puede haber un gran tenedor de deuda cuya recapitulación suponga un vuelco. Todo hace pensar, según las fuentes conocedoras del rescate de Abengoa, que no habrá una amplia mayoría de los disidentes que se quedarán en sus casas durante la prórroga de cinco o seis días.
Antes de que comience la “repesca” de los acreedores disidentes, Abengoa tiene que afrontar la junta de accionistas en la que se confirmará su reestructuración. El próximo 22 de noviembre se celebrará esta reunión en la que comenzará la andadura de la Nueva Abengoa, una sesión en la que también está previsto que se nombre presidente de la compañía al actual presidente de ArcelorMittal en España, Gonzalo Urquijo.
El futuro de Abengoa está atado y bien atado.