Sánchez firma la paz con Zapatero a diez semanas de las elecciones generales

Zapatero y Sánchez presentaron ayer el libro de Miguel Sebastián.

Pasado y presente del PSOE intercambian palabras amables en un acto tras más de un año de notorios desencuentros. «Siempre me he sentido respaldado por José Luis», enfatiza el líder de la oposición.

Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero han enterrado el hacha de guerra. Al menos, cara a la galería. El líder del PSOE y su antecesor intercambiaron “afectos” ayer, tras más de un año de notorios desencuentros, con motivo de la presentación de La falsa bonanza (Ediciones Península), libro del exministro Miguel Sebastián sobre la época que antecedió a la crisis. Zapatero y Sánchez ejercieron de padrinos en un evento en Madrid al que acudió gran parte de la guardia pretoriana de la anterior etapa socialista. Hasta siete excompañeros de cartera de Sebastián -José Bono, Jesús Caldera, Elena Salgado, Magdalena Álvarez, Valeriano Gómez, Mercedes Cabrera y Trinidad Jiménez- estuvieron presentes, además de otros exaltos cargos como Fernando Moraleda y de diputados que siguen en activo, como José Andrés Torres Mora o Manuel de la Rocha.

«La vida colectiva es tener afectos», le dice el expresidente del Gobierno al actual líder del PSOE

“Al final la vida colectiva, vivir juntos, es eso, tener afectos”, señaló el expresidente del Gobierno al concluir su intervención, tras glosar la figura de Sebastián y declararse “buen amigo” de Sánchez. Zapatero mostró “discrepancias” con algunos puntos de los relatados por el autor, defendiendo que la crisis lo fue “de ambición” porque España quería “lo mejor” y no hay que arrepentirse de esas vocaciones. Sí aprender de los errores de caer en “excesos” como el endeudamiento desorbitado, el crédito sin fin, faraónicos proyectos de infraestructuras o irresponsables adquisiciones de hipotecas. Pero no culparse por tener aspiraciones. “Esa es mi interpretación”.

Además, el expresidente advirtió a “Pedro” de que va a tener la obligación, si gobierna, de apostar por la productividad, palabra mágica que continuamente repetía Sebastián cuando comenzó a asesorar al PSOE y gran tarea pendiente, al entender de los tres intervinientes, del país: “Si queremos cohesión social tenemos que saber hacer crecer la economía, no hay otra”.

“Tienes una alta responsabilidad, vas a tener la más alta” le dijo a su compañero de partido, antes de avisarle de que se alternarán críticas con elogios hacia él porque “la democracia es eso, es inevitable (…) hay que intentar que sobre todo te lluevan las ayudas”. Y ahí estuvo la única y ligera evocación del enfriamiento que ha marcado la relación Sánchez-Zapatero desde que el primero ganó las primarias a Eduardo Madina en julio de 2014.

El diputado madrileño entendió al hacerse con las riendas de Ferraz que debía romper amarras con la época anterior, que sumió al PSOE en un descrédito del que aún no se ha recuperado, y cuestionó la gestión de Zapatero al tiempo que renovaba los cuadros orgánicos. Sánchez cree injustificable que no se emprendiera una reforma fiscal progresiva -extremo que ayer volvió a defender- y que se cometiera el “error” de consagrar la estabilidad presupuestaria en la Constitución, entre otras cosas. Su predecesor no encajó bien esa actitud y contestó con desaires que soliviantaron a Ferraz como la reunión mantenida en secreto con Pablo Iglesias o el viaje con tintes de solemnidad realizado a Cuba junto a Miguel Ángel Moratinos.

Como consecuencia de esa falta de sintonía, Zapatero no coincidió con Sánchez en ningún mitin de la campaña de mayo, ni siquiera participó en la catalana y apoyó a Juan Segovia en las primarias del PSOE madrileño frente a Sara Hernández, la candidata de Ferraz. Dos momentos estuvieron impregnados de especial tensión: el frío encuentro mantenido en enero en la presentación de un libro de Jordi Sevilla y el ninguneo sufrido por el expresidente en la conferencia municipal de abril, donde no se le invitó ni a intervenir. En clamorosa contrapocisición, mucho más fluido ha sido el trato con Felipe González, siempre considerado por Sánchez como su referente.

Críticas al Gobierno Aznar

Pero ambos parecen ahora querer olvidar todo eso, en aras de una cohesión interna que devuelva al PSOE al poder en diciembre. El actual secretario general correspondió a Zapatero con nuevos afectos y una declaración de intenciones en el inicio de su intervención: “Siempre me he sentido respaldado por ti, he agradecido tus sabios consejos, todos los días de todos los meses, si ha habido alguien que me ha dado apoyo, aliento (…) ha sido José Luis”.

Sánchez avanza que liderará unos «nuevos pactos de La Moncloa» si llega al poder tras los comicios de diciembre

En una alocución muy política, Sánchez criticó al PP por la gestión de Aznar, que con acciones como “la ley del suelo” o el desprecio a la productividad provocó, según él, el caldo de cultivo de la crisis que estallaría en 2008. También se mostró seguro de ser el próximo presidente del Gobierno y avanzó que impulsará unos “nuevos pactos de La Moncloa” para alcanzar consensos “en tres frentes”: reforma constitucional, modernización económica y recomposición del Estado del Bienestar. La situación lo requiere, a su entender, porque estamos en una época más parecida a 1982 que a 2004. De nuevo aparecía el afán por asemejarse a González y no a Zapatero.

En primera fila escuchaba la exministra Jiménez, gran valedora del leonés e impulsora de la Nueva Vía que le hizo ganar el Congreso socialista del año 2000. Ella precisamente ha sido una de las últimas en hacer mutis por el foro, dejando paso a la nueva generación que Sánchez está aupando en el partido y que hará que solo nueve cabezas de lista de los de 2011 repitan en diciembre, tal y como publicó ayer El País.

En el polo opuesto, Sebastián puso el énfasis en la dificultad de romper una dinámica como la de la burbuja del ladrillo -“¿por qué no la pinchaste?, me siguen preguntando, pues lo explico en el libro”- y aseguró que los que “son un desastre” como gestores son los miembros del PP. La reivindicación de la figura del expresidente del Gobierno está presente hasta en la dedicatoria de su obra, que quizá tiene más destinatarios que el explícitamente aludido: “A José Luis Rodríguez Zapatero, deseando que pronto resulte habitual que se le dediquen libros”.

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