Los socialistas creen haber encontrado un filón con el levantamiento del secreto de sumario de la operación Púnica, que día sí y día también proporciona un reguero de informaciones contra los intereses electorales del PP. Es por eso que el líder de la oposición, Pedro Sánchez, ha dado la orden al PSOE para que estreche el cerco a los populares. Mientras tanto, los estrategas de la calle Génova dan por amortizadas las consecuencias del caso Púnica y creen que sólo un escándalo nuevo les pasará factura en las urnas.
Pedro Sánchez acudió ayer a la Asamblea de Madrid –donde presidió la reunión del Grupo Socialista– con la intención evidente de hacer el mayor ruido posible con la implicación del PP en el caso Púnica. La Comunidad de Madrid era, precisamente, el centro de operaciones de la trama, con ramificaciones en buena parte de la geografía española.
Durante la reunión con sus compañeros, el secretario general del PSOE cargó las tintas contra el presidente del Gobierno y la jefa del Ejecutivo madrileño, Mariano Rajoy y Cristina Cifuentes, a los que hizo responsables de un caso de extrema gravedad, que es fiel ejemplo –en su opinión- de depravación política, sólo comparable al escándalo de la Gürtel o el que protagoniza el ex tesorero del PP Luis Bárcenas.
Para Sánchez, Rajoy no puede mantenerse en su silencio cómplice ni tampoco quedarse sin limpiar el PP de Madrid. Además, el líder del PSOE defendió que para devolver la dignidad de las instituciones y acabar con la impunidad, es necesario que quien se corrompe lo pague y devuelva lo robado.
Es por eso que se comprometió, si llega a ganar las elecciones y formar gobierno, a impulsar una reforma del Código Penal para que, en casos de corrupción, se pueda actuar no sólo contra el patrimonio de los corruptos, sino contra el que hayan podido esconder a nombre de terceros.
La promesa de Sánchez fue motivo de escarnio durante todo el día de ayer. El ministro Justicia, Rafael Catalá, se apresuró a aclarar que la reforma del Código Penal a la que apela el líder socialista acaba de entrar en vigor. La metedura de pata del secretario general del PSOE sirvió al ministro para criticar la falta de conocimiento de Pedro Sánchez en materia de lucha contra la corrupción.
También el nuevo líder de Unión, Progreso y Democracia, Andrés Herzog, quiso sacar al líder socialista de su error. “Eso ya existe, Pedro. Todo responsable penal lo es también civilmente”, replicó Herzog a Sánchez a través de la red social Twitter.
Cumpliendo las órdenes de Pedro Sánchez, los socialistas salieron en tromba a poner cerco al PP. El portavoz del PSOE en el Senado, Óscar López, criticó la intención de los populares de personarse en la causa para tener acceso al sumario, como ya hicieran en la investigación judicial de la trama Gürtel. Olvida este dirigente socialista que, tras el levantamiento del secreto, el sumario se encuentra ya en poder de las partes personadas y en casi todas las redacciones de medio de comunicación de España.
Expulsado el diputado que “se tocaba los huevos”
Mientras tanto, el PP reunió ayer a toda prisa a su Comité de Derecho y Garantías con la intención de revisar los nombres de quienes ya tienen abiertos expedientes informativos o de expulsión a cuenta del caso Púnica, por si tiene que incoar nuevos procedimientos. Sin embargo, la única decisión –que se sepa- de ese órgano disciplinario de los populares fue decretar la expulsión de manera fulminante del ex diputado en la Asamblea de Madrid y antiguo alcalde de Valdemoro, José Miguel Moreno, por decir, según el sumario, que estaba en el cargo para “tocarse los huevos”.
Según una nota de prensa, la presidenta del Comité de Derechos y Garantías, Susana Pérez Quislant, tachó de repulsivo el comportamiento de ese parlamentario popular. “Moreno es indigno de pertenecer a un formación política en la que la inmensa mayoría de sus miembros elegidos para desempeñar algún cargo de gestión dedican sus esfuerzos a trabajar con honestidad”, dice el comunicado poniendo la frase en boca de Susana Pérez Quislant.
Así las cosas, en la sede de la calle Génova se intenta, dentro de lo que cabe, guardar la calma, sobre todo después de que sus estrategas den por amortizado el caso Púnica para los intereses electorales del partido, según cuentan a SABEMOS fuentes bien conocedoras de todo lo que ocurre en esa fuerza política.
En opinión de esas fuentes, las informaciones sobre la trama de la que era cerebro el ex número dos del PP en Madrid Francisco Granados llevan más de un año en el candelero y la única novedad durante estos últimos días es que se ha levantado el secreto del sumario. Los estrategas de Génova consideran que con la llegada de las vacaciones de agosto bajará el ritmo informativo y, dentro de pocas semanas, el asunto de la Púnica quedará en un segundo plano.
Lo único que se teme en Génova, según las fuentes consultadas, es la posibilidad de que les estalle otro caso de corrupción tras el verano. “Con la proximidad de las elecciones, sería muy grave para los intereses del partido”, señalan.