Sin humillación no hay reality

Master Chef

Alberto, el creador de «León come gamba» ha demostrado ser un tipo inteligente. Resulta extraño que lo seleccionaran para el concurso «MasterChef» ya que no tiene la ambición que poseen otros «personajes televisivos». Un ansia que les lleva a entregarse a la fama aunque sea a cambio de la humillación.

Recordamos a los que no siguieran el tema en su día que el plato «León come gamba» se convirtió en trending topic cuando Alberto resultó expulsado de la actual edición del concurso. Los cocineros que formaban parte del jurado cometieron un abuso que se acercó al acoso psicológico. Y el chaval se derrumbó emocionalmente. Un chaval vulnerable es el plato más apetitoso de un reality. Y los guionistas, presentadores y psicólogos lo saben. Sí, los psicólogos están presentes en la mayoría de castings para programas de tele-realidad. Se buscan concursantes quebradizos. El éxito de un espacio de estas características (que los expertos denominan reality de superación frente al de convivencia puro y duro al estilo «Gran Hermano») consiste en la elección de los participantes.

Alguien con un gran equilibrio mental y emocional queda automáticamente desterrado de la selección. Como en las sectas, se suele buscar a jóvenes (o no tanto) con pocas ideas firmes en la cabeza. El objetivo es exhibir emociones (positivas o negativas). Tristeza, ira, deseo… Si es una persona con entereza, queda descartado de la gloria catódica.

He visto las «tripas» de algunos programas de telerrealidad. Y he visto como se provocaba a los jóvenes dispuestos a convivir para que mostraran su peor cara. Si no se sublevaban, si la llama de la pasión o la venganza no prendía pronto y parecían enajenados… se les sometía a muchas privaciones para desestabilizarlos.

Por eso la actitud de Alberto me parece heroica. El público lo busca, un programa televisivo lo reclama y él les planta, consciente de que la dignidad es un bien preciado. Confiemos en que su desprecio no sea una estratagema del programa para estirar el culebrón y fomentar la curiosidad. Si Alberto no vuelve nunca, me habrá devuelto algo de fe en el ser humano.

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