Soria y Conde, cuando dinero llama a dinero

Pues sí. Por segunda semana consecutiva, el escandalazo de los Papeles de Panamá ayuda a ilustrar las portadas nacionales e internacionales con los rostros –valga la expresión– de personalidades públicas que se valieron de artimañas presuntamente legales para escamotear impuestos y, de este modo, evitar contribuir al mantenimiento de colegios, hospitales y carreteras. Porque los impuestos, amigos, valen para eso fundamentalmente.

Y como se imaginarán, el gran protagonista de la semana –que no el único, ojo– ha sido el ya exministro de Industria José Manuel Soria, un tipo que quiso ponerle tasas al sol mientras, supuestamente, ponía sus caudales a la sombra. A la sombra de un cocotero, claro.

Otro de los nombres de la semana ha sido el de Mario Conde, el señor que puso de moda la gomina en nuestro país y que, curiosamente, lleva en su currículum más años como presidiario que como banquero o que como tertuliano de televisión. Sin embargo, aquí lo seguimos recordando por lo menos indecoroso.

También ha habido espacio esta semana para el expresidente Aznar, multado por el Ministerio de Hacienda por deficiencias en su declaración de la Renta. Por cierto, la cosa está bastante calentita en el Partido Popular después de que el gabinete de Cristóbal Montoro tuviera a bien filtrar a los medios el tironcito de orejas al presidente de honor de la formación. Josemari, sé fuerte. Hacemos lo que podemos.

La semana también nos trajo la detención de los responsables del pseudosindicato Manos Limpias (sic) y de la asociación Ausbanc, a los que la Audiencia Nacional investiga por conformar, presuntamente, una organización criminal que coaccionaba a entidades financieras para enriquecer sus propios bolsillos.

Y para despedirnos por hoy, una frivolidad de esas que nos encantan. Resultan que en Escocia ha aparecido el monstruo del Lago Ness. No sabemos si el de verdad, que tampoco dominamos la materia como Iker Jiménez. Pero sí uno de diez metros que se utilizó para el rodaje de una película de Billy Wilder en 1969. Una joyita.

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