Resulta bastante probable que el mítico El arte de la guerra, de Sun Tzu, dijese algo como: «para acabar con el enemigo primero hay que tener claro cuál es el enemigo». Y el sector del taxi, a tenor de cómo se está moviendo en los últimos meses, parece no tener muy asimilado contra qué o quién está reclamando algo.
El bruto que han recogido los medios de comunicación, sobre todo los no especializados que han desembarcado por primera vez en tierra hostil, como los soldados americanos en Normandía, es que todo esto es contra Uber (y Cabify). Por ese orden y en ese contexto. Pero rascando un poco, no está muy claro.
Contra los VTC (Uber y Cabify)
«Los taxistas se manifiestan contra los vehículos VTC; es decir, Uber y Cabify». Así pregonan los plumillas generalistas la guerra del taxi. Y sí. Pero no. Uber y Cabify son meros modelos, representativos -eso sí- de los transportes privados con chofer. Son solo una parte. De hecho, algunas de las consignas del taxi van contra el número de licencias VTC que hay en circulación. Ni siquiera contra empresas concretas.
Supuestamente debería haber 30 taxis por cada VTC. Pero debido a la justicia ordinaria, que ha ido otorgando licencias cuando se han recurrido, esa proporción apenas alcanza -de media nacional- los 11 taxis por cada VTC.
Luego están los quebrantos contra los impuestos, que no pagan, que evaden… también, en un arrebato de empatía, protestan contra las propias condiciones laborales de esos conductores. Todo muy extraño y poco claro.
Contra políticos y regulador
Quizá los grandes olvidados y, sin embargo, los únicos que pueden poner orden dentro del caos. Por un lado, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que debe vigilar para que, precisamente, haya una regulación acorde y favorable para todos. En eso está. Y, por ahora, es partidaria de que haya más jugadores que entren en el tablero.
Justo en ese tablero también está el Ministerio de Fomento y las administraciones locales que deben meter mano al galiamtias de las licencias. Las concedidas y las que ya no se conceden. La tramitación de las VTC, su asignación, su control…
Por lo tanto, parece claro que los taxistas no deberían quemar coches de Cabify bailando sevillanas; sino plantarse a negociar con todas las partes implicadas y que de verdad pueden solucionar el conflicto. Punto en el que se encuentra Fedetaxi.
Contra los propios taxistas
Precisamente hay una clara discordia entre Fedetaxi, la gremial con mayor representación dentro del sector; y otras organizaciones, como la catalana Elite Taxi, o la Federación Profesional del Taxi de Madrid, liderada por Julio Sanz.
De hecho, quienes nos hemos acercado a informar sobre las polémicas del taxi, o seguimos los temas, sabemos que hay fricciones. La última ha sido en la manera de enfrentarse, precisamente, a Uber y Cabify. También en la forma de gestionar los tiempos y escenificaciones.
En definitiva, el sector del taxi está en plena guerra, ya casi se puede llamar así, pero necesita enfocar bien su enemigo. De lo contrario solo serán un grupo de cabreados que bloquean Madrid cada cierto tiempo.