Tras cuatro días de ponencias, debates y alguna que otra queja, el 30 Encuentro de telecomunicaciones y economía digital celebrado en Santander ha llegado a su fin. Lo hace sin que ningún ponente haya subido al escenario con camiseta de algodón y chanclas. Puede ser un detalle menor. Pero es un detalle que releva la forma de trabjar de una industria.
Durante estos cuatro días han pasado por #Telco30 las principales empresas de la economía digital en España. Fabricantes de móviles, proveedores de red, operadores de telefonía, alguna que otra startup y consultoras. Todos ellos ataviados con sus trajes, sus corbatas y, en algunos casos, discursos victimistas porque alguien les pone la zancadilla.
Por desgracia, todo eso sigue oliendo a puro y coñac. Está claro que la vestimenta es un mero formalismo, pero un formalismo que indica cómo se mueve una industria. En el caso de la española, de forma lenta.
Algunos indicadores son claros. Por ejemplo el hecho de que no haya representadas apenas startups relevantes en el ámbito de la economía digital. ¿En serio que su relevancia es la de una mesa redonda el lunes por la tarde? Bien es cierto que por creación de empleo y facturación no se acerca a los colosos que visitan Santander estos días, pero no estaría de más que aporten su experiencia. Y por qué no, los problemas que tienen. Además, hay muchos ejemplos, o alguien lo duda.
Que suba al escenario alguien con camiseta de algodón y chanclas no supone un mejor estado en la salud de la tecnología española, pero sí, al menos, que hay cosas que van por otro camino. Un lamento habitual es que España (y Europa) van atrasadas en desarrollo. Y lo que es peor, se culpa a algunas empresas, muchas en propiedad de esa gente con chanclas, que ellos hacen negocio a costa de las inversiones realizadas aquí.
Además, hay una tendencia generaliza a contar lo que se ha hecho. También se habla de lo que les gustaría hacer, pero olvidan lo principal: el modelo económico ha cambiado debido a la tecnología. No se quitan a Uber de la boca. Todo es uberizable. Pero si Uber ha conseguido ser una de las mayores empresas de transporte del mundo sin tener un solo coche no ha sido por hacer (o recriminar) lo que sucede en la casa del vecino. Ha sido por hacer algo diferente.
La salud de las telecos y la economía digital no es mala. Los operadores se parten el pecho diciendo que en España hay más fibra desplegada que en cualquiera de las potencias comunitarias. El problema es que no se les ve, porque el streaming que retransmite esa mesa redonda llega con cortes. Tampoco se les entiende mucho, porque la charla está doblada al castellano sin que haya posibilidad de simultanear en doble pantalla la señal en directo.
No se trata de directivos en chanclas contra directivos en traje. Es la idea de que muchas multinacionales presentes en Santander cuentan lo que hacen en otros países, porque en España no pueden, no saben, o no quieren. Quizá no sea un simple problema corporativo. A lo mejor es que esos trajes son igual que los trajes políticos, y de ahí que nadie lleve camiseta.