Estamos cerca de finalizar el periodo estival y nos vemos obligados a abordar el análisis de cómo ha ido el verano que, para no ser diferente a la mayoría de trimestres anteriores, en esta época está castigando con dureza la renta variable.
Con una reducción drástica del volumen negociado junto con la falta de liquidez de algunas valores, conlleva una falta de interés bastante importante que ayuda a reforzar estas caídas, que generalmente se suelen producir en este tercer trimestre del año. Es importante tener en cuenta que no siempre es así y si bien es cierto que existe un patrón estacional bastante importante que, al igual que el efecto enero o los últimos días del año, o incluso el «sell in may and go away» , se puede decir que hemos visto de la misma forma veranos bastante alcistas en renta variable.
En realidad estos veranos alcistas en el parqué suelen coincidir con años generalmente buenos y positivos para la mayoría de compañías que, acompañado de un ciclo económico expansivo, se asocia la inercia del movimiento general para dar ciertas pincelas durante el periodo estival.
Es lógico que generalmente el conjunto de los inversores se pongan nerviosos cuando empieza a llegar la época de mediados de junio, ya que se ven otra vez envueltos en una espiral bajista que se parece cada vez más al día de la marmota. En cuanto el año viene siendo bastante positivo en la primera parte del mismo ( los dos primeros trimestres), todavía se puede ser algo más optimista pero cuando vienen las vacas flacas quizás es más evidente.
Es cierto que este inicio del ejercicio fue bastante titubeante pero, aún así, pocos nos esperábamos un verano tan desastroso para el conjunto del mercado, al menos en Europa, porque en Estados Unidos vemos como parece que las bolsas siguen dopadas sin control.
El conjunto de inversores, por tanto, parecen celebrar esta vuelta a la normalidad y esperan con ilusión el final de este periodo veraniego para centrarse en el último trimestre del año con ciertas garantías.