La gastronomía no podría existir sin materia prima y detrás del boom de la gastronomía sudamericana, no podemos olvidar que en la última década Sudamérica ha consolidado su posición como granero del mundo.
Las exportaciones agrícolas procedentes de Latinoamérica, con la soja y el maíz en cabeza, son la principal alimentación del ganado que consumimos en Europa y la principal fuente de proteínas y azúcares de otras potencias emergentes como China y la India. Para entender cómo funciona la producción de alimentos en esta parte de mundo hay que tener en cuenta la coyuntura actual y el uso de los cultivos transgénicos. A nivel de continentes, Europa se ha posicionado claramente en contra, mientras que Estados Unidos y las potencias asiáticas, a favor.
Latinoamérica tiene la peculiaridad de que sus países comparten fronteras con políticas muy diferentes en este aspecto como Perú y Colombia o Argentina y Brasil con Bolivia, por lo que analizando el diferente uso que tiene la tecnología agraria en estos países podemos hacernos una idea de si en el futuro el resto del mundo o continentes como África u Oceanía optaran por el modelo Europeo o el Americano, y así saber cómo será el futuro de la alimentación en global.
Argentina, la iniciadora
De Argentina ya hablamos en otra columna anterior. Solo apuntar que fue la primera que apostó por esta tecnología y que ahora está centrada en desarrollos propios. Presentó dos variedades a finales de septiembre y tiene unas 20 dispuestas a salir al mercado.
Brasil, la potencia inesperada
Brasil es hoy por hoy el segundo productor mundial de alimentos transgénicos, por delante de Argentina que es cuarta. A esta posición llegó durante el mandato de Lula da Silva, lo cual no deja de ser paradójico, puesto que en su programa electoral se especificaba que Brasil estaría libre de transgénicos. El cambió radical en la política se debió a que en la zona de Rio Grande do Sul, fronteriza con Argentina, los agricultores traían la semilla de Argentina, sembraban soja transgénica y luego la vendían en Argentina de contrabando. El gobierno decidió que la mejor solución para acabar con ese tráfico ilegal era autorizar el cultivo y así se puso a producir soja y maíz transgénico a la vez que hacía una fuerte inversión en investigación pública en el campo de los cultivos biotecnológicos.
El caso de éxito más destacado fue la presentación en el 2012 por parte de EMBRAPA (la empresa pública de investigación agrícola) de una judía transgénica resistente al virus de la mosca blanca, fruto del esfuerzo conjunto de más de 90 laboratorios de investigación. Por lo tanto, desde hace dos años el plato más típico de la gastronomía brasileña, la feijoada es transgénico. Otra peculiaridad es que a diferencia de Argentina y Estados Unidos, la ley brasileña sí que obliga al etiquetado de los productos transgénicos, sin que esto haya repercutido en la actitud del consumidor.
Paraguay, Bolivia y Uruguay, el poderoso influjo de Argentina
El éxito del cultivo de la soja OGM en Argentina no solo ha influido en Brasil, sino en la mayoría de sus países limítrofes. Uruguay también está sembrando soja y maíz OGM. Desde el 2015 es obligatorio el etiquetado de OGMs en Montevideo. De Bolivia recordamos las famosas declaraciones de Evo Morales diciendo que por culpa de los transgénicos y de las hormonas de los pollos cada vez a los hombres se les caía más el pelo y había más homosexuales, pero la realidad es que Bolivia lleva varios años sembrando soja OGM y en el 2013 (último en el que se disponen de datos) la extensión de soja OGM llegó a 2 millones de hectáreas. En la cumbre agropecuaria de Santa Cruz del pasado mes de abril, Evo Morales declaró que se estaban planteando abrirse a otros cultivos. Paraguay es la que más fuerte está apostando de las tres. La primera aprobación de un cultivo transgénico se dio en 2004 con poca oposición popular (se convocó una manifestación de protesta en frente del ministerio en Asunción, pero fueron 20 personas), y en este período ha aprobado 20 cultivos más, 6 de ellos en abril del 2015.
Chile, nadar y guardar la ropa
Chile es el país que ha adoptado la política más exótica. En Chile no se autoriza la siembra de OGM a los agricultores si van destinados a cosecha, pero en cambio sí que se autoriza la siembra de colza, maíz y soja transgénica para producción de semilla transgénica para exportación. Lo cual tiene riesgo, ya que un mercado tan concreto depende de demasiados factores. Por ejemplo, en los últimos años, el exceso de producción de semilla en Estados Unidos ha obligado al cierre de muchas explotaciones en Chile.
Colombia, la potencia andina
Colombia fue uno de los primeros países del mundo en sembrar transgénicos, pero se ha centrado en los no alimentarios como el algodón o los claveles azules. En el ámbito alimentario solo siembra maíz, aunque desde el Instituto de Agricultura Tropical se están investigando nuevos cultivos como la yuca dorada, rica en vitamina A. Actualmente siembra casi 2 millones de hectáreas de maíz OGM.
Ecuador, Perú y Venezuela, los que dicen que no
En toda Sudamérica la oposición a los cultivos OGM está encabezada por estos tres países, aunque se puede matizar. Ecuador recoge en su Constitución la prohibición de sembrar transgénicos en su territorio. Sin embargo, en los últimos años el gobierno de Correa ha lanzado el ambicioso programa Prometeo dedicado a captar científicos extranjeros, para trabajar o dirigir líneas de investigación en Ecuador y una generosa línea de becas y contratos para que sus investigadores y profesores hagan la tesis doctoral en Europa. Una de las áreas prioritarias de investigación es la biotecnología vegetal, por lo que las previsiones apuntan a que en breve habrá un cambio en esta política porque de otra forma no se entiende esta gran inversión en investigación.
Venezuela sería un caso similar dado que no está sembrando OGM pero sí que está investigando en este campo y al igual que Europa, sí que autoriza la importación. De hecho, la principal marca de harina de maíz venezolana utiliza maíz transgénico en sus productos y es de los pocos productos alimentarios OGM que se encuentra en los supermercados españoles.
Perú en cambio, firmó en el 2011 una moratoria de 10 años, en medio de un gran debate público, en el que los científicos se han posicionado en contra de esta moratoria y a favor de ella personajes públicos, encabezados por sus reconocidos chefs. ¿Qué impacto tendrá en la agricultura peruana está moratoria precisamente en los años en la que la mayoría de países de su entorno están incrementando la superficie de este tipo de cultivo? Es pronto para decirlo.
Cuba, la que nadie se esperaba
En el debate de los transgénicos un elemento curioso es que Cuba lleva sembrando maíz transgénico desde el 2012. Este maíz es resistente a la plaga del gusano cogollero y fue desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de la Habana, con la colaboración de empresas de biotecnología europeas.
Por lo tanto, queda claro que en la comida del futuro inmediato, la biotecnología va a estar cada vez más presente. Sudamérica es una buena representación de cómo la mayoría de países, algunos partiendo de una posición contraria como Brasil y Bolivia han acabado adoptando esta tecnología. Uno de los factores que está detrás de este auge en Sudamérica es paradójicamente, la oposición europea. En Europa cada año se aprueban solicitudes para importación de nuevas variedades de OGM, y somos uno de los principales clientes del cono sur, principalmente de Argentina. Dado que una de las tendencias de la gastronomía actual es la fusión, no descartemos en un futuro cercano una fabada asturiana con judía transgénica brasileña o una paella con arroz dorado.
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