Dos problemas destacan entre los muchos que atenazan actualmente al PSOE: las tensiones internas y la creciente debilidad del partido en Madrid. Su líder, Pedro Sánchez, ha utilizado la confección de la lista electoral en esta circunscripción para tratar de combatirlos, una vez más ejecutando movimientos ambivalentes que buscan réditos a nivel interno y externo.
El fichaje de Margarita Robles para que forme ticket junto a él en el territorio que más escaños elige (36) pretende ser una maniobra de consenso orgánico a la par que un potente golpe de efecto para el 26-J. Se busca un remedo del efecto Carmena, tal y como se expresa gráficamente en el entorno del secretario general.
El fichaje de la jurista recuerda al de Garzón en 1993 y pretende mejorar las expectativas del deprimido PSOE-M
Y es que el éxito de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha afectado de un modo especial al Partido Socialista. La exjueza, durante décadas icono del progresismo más comprometido, había sido tentada por Ferraz varias veces para reforzar su proyecto. Sin éxito. A la plataforma Ahora Madrid tampoco le resultó fácil convencerla para que fuera su candidata, aunque finalmente lo logró y pudo articular en la campaña de las municipales el relato de la jurista que decide implicarse en política para luchar contra los abusos y la corrupción. Una estrategia que se demostró de lo más eficaz y que hundió al PSOE de Carmona (15’28%).
Podemos ejecutó posteriormente numerosos intentos para tratar de replicar esa operación por toda España. Así fructificaron los fichajes de los jueces Juan Pedro Yllanes y Victoria Rosell, que encabezaron las listas del 20-D por Baleares y Las Palmas de Gran Canaria. El portavoz de Jueces para la Democracia, Joaquim Bosch, rechazó el ofrecimiento de sumarse a las candidaturas de Pablo Iglesias. Lo mismo ha ocurrido recientemente con Garbiñe Biurrun, magistrada del TSJ vasco que Podemos quería como candidata para las elecciones autonómicas de otoño. En su momento también fue tentada Margarita Robles para unirse al proyecto morado, aunque ella rechace ahora comentar ese episodio.
La jurista, exsecretaria de Estado de Interior y exsubsecretaria de Justicia con Felipe González, ha desarrollado una trayectoria de compromiso con su ideario, y no con unas siglas. Cuando tuvo que enfrentarse a prebostes del PSOE o de la carrera judicial para mantenerse coherente, lo hizo. Y de ahí los adversarios que tiene entre la vieja guardia socialista, así como el respeto profesional que se ha granjeado. Y también el interés de Podemos en reclutarla. Hubiera sido un golpe al socialismo como los dados con las incorporaciones del economista Vicenç Navarro, el exJEMAD Julio Rodríguez o el constitucionalista Javier Pérez-Royo. Pero no salió.
Vuelta al PSOE
Robles ha optado por volver a apoyar al PSOE, en una época aún más difícil que la legislatura 1993-1996 que supuso el fin del felipismo entre luchas internas, escándalos de corrupción y crispación con el principal partido de la oposición. Dice ver “necesario” el proyecto de Sánchez y de ahí que se ponga a su servicio con un horizonte tan oscuro. El PSOE cotiza a la baja en toda España desde hace siete años, pero especialmente dramática es su situación en Madrid, la provincia por la que concurre el candidato a La Moncloa con su núcleo de confianza.
Esta circunscripción nunca fue el lugar más propicio para el socialismo. De hecho, solo en tres ocasiones (1979, 1982 y 1986) fue el partido más votado en unas generales. En 1977 quedó por detrás de la UCD y desde 1989 ha sido incapaz de superar al PP. Sí mantiene en su poder el récord de apoyos cosechados por un partido en Madrid en comicios legislativos: 52’09% en la gran victoria de González de 1982.
En la siguiente cita, el PSOE madrileño cayó once puntos, aunque conservó el primer puesto. De 1989 a 2000 se mantuvo estable en torno al 33-34% de los votos, para remontar en la etapa Zapatero (44% y 40%) y hundirse estrepitosamente en 2011 (26%) y 2015 (18%). Los seis escaños de diciembre, cuando se vieron superados por Podemos y Ciudadanos además de por el PP, son su suelo. Las encuestas apuntan a que ahora podría retroceder aún más.
Los socialistas solo han ganado las generales en Madrid en tres ocasiones: 1979, 1982 y 1986
Para evitarlo, Sánchez incorpora a Robles en un movimiento que recuerda al de González en 1993. Entonces, el expresidente del Gobierno fichó a Baltasar Garzón -titular del juzgado de instrucción número 5 de la Audiencia Nacional- como número dos, en busca de un golpe de efecto que contuviera el empuje de José María Aznar. El PSOE ganó las elecciones, pero Garzón dejó el Congreso un año después, contrariado al haber sido relegado a un puesto menor en el Gobierno. De vuelta en la Audiencia Nacional, reactivó el caso GAL por el que acabarían condenados, entre otros, un ministro del Interior (José Barrionuevo) y un secretario de Estado (Rafael Vera) de González.
Ahora, además de efectividad electoral, Ferraz trata de firmar la paz con la facción crítica de la federación madrileña. Los fichajes de Irene Lozano y Zaida Cantera para la lista en 2015, que relegaron a miembros del PSOE-M, soliviantaron al sector del partido que se mantiene en armas desde el descabezamiento de Tomás Gómez. Tampoco entusiasmó que la elegida como número dos fuera una miembro del PSC, Meritxell Batet.
Robles despierta más consenso, como también es bien encajada la inclusión de la madrileña Ángeles Álvarez en el número cuatro de la plancha. Ferraz busca así la mayor cohesión posible para remontar el vuelo en la circunscripción más grande, donde concurren los candidatos a presidir el Gobierno y donde hace unos meses Mariano Rajoy, Pablo Iglesias y Albert Rivera quedaron por delante de Sánchez. El “ruido interno” es lo que “más daño” hace al partido, tal y como reconoció hace unos días Patxi López. También el secretario general hizo referencia a ello en la última reunión del Comité Federal.
Una campaña de gestos
“EL PSOE llevaba unos días que no levantaba cabeza, tanto internamente (abandonos de Chacón y Lozano, polémica con Valencia por las listas del Senado, liderazgo siempre amenazado por el enésimo anuncio de salto de Susana Díaz…) como por la actividad política de Podemos, que tras su pacto con IU trata de llevarle a la irrelevancia y que deje de ser la principal referencia de la izquierda en España”, explica el politólogo Ignacio Martín Granados.
Con estos movimientos, y con otros como la presentación de su Gobierno este domingo en Barcelona o la proclamación del candidato un día antes en Madrid -con Díaz simbólicamente de telonera-, Sánchez intenta retomar la iniciativa “en una campaña que se jugará con este tipo de gestos, porque ya conocemos los programas y los cabezas de cartel”. “Si no aparentas ser importante, tu electorado (volátil) se decantará por el partido que marca los tiempos y se posiciona frente al PP”, concluye Martín Granados.
«Sánchez sabe que la única forma de continuar liderando el PSOE pasa por formar Gobierno», indica la politóloga Ana Salazar
El PSOE necesita establecer hitos en estas semanas previas al 26-J, “ayudar al electorado a entender que no es la prolongación de una línea, sino un punto y aparte”, que “comienza una nueva campaña, anómala” y “este tipo de escenificaciones responden a la necesidad de marcar el pistoletazo de salida”, reflexiona Ana Salazar, directora de análisis y estrategia de Redlines. Según los datos de que dispone su compañía, “la marca PSOE tiene más peso en su electorado que la marca Pedro Sánchez”, de ahí que se busque exhibir equipo o recuperar viejas glorias.
El líder socialista, en opinión de esta politóloga, “sabe que la única forma de continuar liderando el PSOE no pasa ya por obtener un resultado digno, sino por formar Gobierno, no le queda más remedio que salir a ganar y para eso necesita que su ejército (su partido) salga unido a pelear con uñas y dientes por esa causa”. En este sentido, “parece sensato configurar un equipo inclusivo en el que todas las generaciones se vean representadas, el momento que atravesamos como sociedad es tan importante que ninguno de los partidos debería renunciar a todo su capital político”.