Si los resultados del 27-S se repitieran en diciembre, el PSC perdería nueve de sus 14 diputados y Ciudadanos irrumpiría con ocho. El PP y la coalición Podemos-ICV empatarían a tres, mientras la CUP obtendría dos por Barcelona. Cataluña es, tras Andalucía, la comunidad que más escaños reparte.
¿Qué hubiera pasado si las elecciones de ayer hubieran sido generales y no autonómicas? Pues para empezar que el resultado hubiera sido seguramente distinto, ya que el 27-S parece haber acreditado la existencia de un votante dual en Cataluña, que opta por formaciones nacionalistas en las citas regionales y luego no lo hace a la hora de elegir representantes al Congreso. La participación desbordó todas las previsiones y alcanzó la cota histórica del 77,5%, 17 puntos más que la media registrada en autonómicas anteriores.
Pues bien, a pesar de que la abstención cayó casi diez puntos respecto a 2012, el resultado no varió en términos absolutos, no se pareció a los computados en las siempre más concurridas elecciones al Congreso y siguió los patrones de las regionales. Las fuerzas independentistas, Junts pel Sí y CUP, sumaron el 47,8% de los sufragios, una décima menos de lo que en la cita anterior se llevaron CiU, ERC y CUP. Sí hubo movimientos dentro de los bloques, entre los partidos constitucionalistas a favor de Ciudadanos y entre los independentistas en beneficio del antisistema Antonio Baños. Pero la correlación de fuerzas es idéntica. Y también es similar a la registrada en 2010 (45,43% sumaron CiU y ERC) o 2006 (45,58% alcanzaron los nacionalistas).
Sin embargo, en las generales que se intercalan entre autonómicas, el PSC y en menor medida el PP -está por ver si a partir de ahora también Ciudadanos y Podemos- mejoran sus guarismos a costa de los soberanistas. El socialismo ganó todas las citas al Congreso en Cataluña salvo la de 2011, donde no obstante subió más de ocho puntos respecto a las regionales del año anterior, para volver a caer más de 12 en las del siguiente. En dinámica opuesta, CiU siempre empeoró sus registros en generales.
¿Continuará la tendencia en diciembre? Destacados politólogos como Lluís Orriols apuntan a que sí y a que “el nuevo votante dual” es el izquierdista que ayer apoyó a CUP o a JxSí y “en generales se decantaría por Podemos”, tal y como explicó en un reciente evento de Politikon en Madrid. También José Fernández-Albertos señaló en entrevista con SABEMOS que “se ha registrado un alto porcentaje de gente en Cataluña dispuesta a votar a Podemos en las generales y a ERC en las autonómicas; ciertos votantes independentistas quieren que Podemos sea fuerte en Madrid”.
Hecha esa aclaración sobre la diferente forma de votar de los catalanes según estén ante unos comicios u otros, lo cierto es que la reedición de los resultados de ayer en unas generales otorgarían al independentismo un grupo parlamentario poderoso, de 26 escaños. Si CDC, ERC y los independientes que componen la lista Junts pel Sí repitieran alianza en diciembre y obtuvieran un apoyo similar, se adjudicarían 13 de los 31 diputados barceloneses, cuatro de los seis tarraconenses, cinco de los seis gerundenses y los cuatro ilerdenses.
En 2011, CiU y ERC obtuvieron su mejor resultado conjunto de la democracia, con 16 y 3 actas respectivamente. Ese récord quedaría, pues, pulverizado. Y sería así gracias principalmente al hundimiento de socialistas y populares, que de 14 y 11 parlamentarios pasarían a cinco y tres. El partido de Mariano Rajoy solo obtendría representación en Barcelona, mientras el PSOE ataría un escaño por Tarragona que uniría a los cuatro de la provincia más poblada.
El subidón histórico de Ciudadanos le daría ocho asientos en la Cámara Baja: seis por Barcelona, uno por Tarragona y otro por Girona. La coalición de Podemos, ICV y EUiA se llevaría tres de los barceloneses y la CUP dos en esa misma circunscripción. Con todas las cautelas que obligan a tomar las características socioelectorales de los catalanes, lo cierto es que Rajoy y Sánchez tienen un problema en esa región, la que más diputados elige tras Andalucía. Especialmente preocupados deberían estar los socialistas, para quienes siempre ha sido imposible optar a La Moncloa sin un gran resultado en Cataluña.