Los ayuntamientos y WhatsApp llevan al cierre a los locutorios

Las cifras son frías, pero dibujan muy bien la realidad. Durante los dos últimos años, en Barcelona, han cerrado el 40% de los locutorios. En Madrid, hace un par de años, el ritmo de destrucción era brutal: echaban el cierre tres locutorios a la semana. En estos momentos han disuelto hasta la asociación que existía. Los locutorios tienen los días contados. Sus peores enemigos, según ellos, son los ayuntamientos y las herramientas de mensajería por internet, y están a punto de dar el golpe de gracia.

En esta película no hay buenos ni malos. Cada uno ha cumplido su papel, aunque para cientos de familias, sí hay culpables a los que se puede señalar.

Los locutorios fueron un negocio floreciente hace una década. Quizá no hicieron ricos a nadie, pero a muchas personas, en su mayoría inmigrantes, les supuso la posibilidad de montar un comercio. España recibió gran cantidad de ciudadanos de otros países que querían mantener la relación con la familia y amigos que dejaban en sus lugares de origen. Los locutorios fueron una solución muy recurrente. Un lugar amable, gente en las mismas condiciones, precios baratos para llevar a cabo esas comunicaciones…

Pero nada es eterno. Los locutorios encontraron enemigos por todas partes. Por un lado, la crisis provocó que muchos inmigrantes retornaran a sus países, por lo que sus clientes potenciales se redujeron de forma drástica. Además, nacieron herramientas tecnológicas, como por ejemplo Skype, o más tarde WhatsApp, que facilitaban las relaciones al máximo. A esto, hay que añadir que surgieron operadores móviles virtuales (OMV) denominados étnicos, que permitían el acceso a tener un móvil y llamadas. Incluso los grandes operadores lanzaron al mercado tarifas reducidas para llamar fuera de España. Y por último, e igual de importante, la regulación de los distintos ayuntamientos jugó un papel fundamental para que muchos de estos establecimientos decidieran cerrar.

Los datos son evidentes. Desde hace unos años los locutorios traspasan sus negocios por unos 3.000 euros o menos, que es lo que antes se gastaban solo en licencias para tener en regla el establecimiento. En toda España quedan unos pocos miles de locutorios abiertos y, en su gran mayoría, con una rentabilidad cada vez menor.

Los ayuntamientos, ¿culpables de verdad?

La ley está para cumplirla. De eso no puede haber duda. ¿Pero tiene que ser igual de exigente para todo el mundo? Osama Alkhatib, miembro de la Junta Directiva del Gremio de Locutorios de Cataluña, asegura a SABEMOS que los locutorios están en sus horas más bajas. Afirma que en estos últimos dos años habrán cerrado casi la mitad de los locutorios que había en Barcelona. En localidades aledañas a la Ciudad Condal, estima que donde antes había 5 o 6 locutorios, en estos momentos queda como mucho uno, en el mejor de los casos.

En Madrid la situación no es mejor. Hace unos años existía una asociación (Asocelom) que velaba por los intereses de este tipo de comercios. Ahora mismo, según afirman desde Ficebe (organización que representa los intereses de los empresarios comerciantes iberoamericanos) a SABEMOS, los locutorios no quieren saber nada de asociaciones, ni similar. Cuentan que los pocos establecimientos que quedan en pie están muy atomizados y luchando por sobrevivir.

Dentro de la amalgama de enemigos que han encontrado los locutorios en los últimos años, para Osama Alkhatib los ayuntamientos estarían a la cabeza. En primer lugar piensa que es un error que cada localidad tenga unas ordenanzas municipales distintas, y que cada consistorio pueda poner el reglamento que quiera. Eso provoca que las normas de un pueblo no valgan para las de otro a 10 kilómetros.

Aunque sin duda, el gran problema para Osama Alkhatib ha sido las duras medidas comerciales que les exigen. Por ejemplo, alude a que en muchas ordenanzas de Barcelona no les dejan vender productos relacionados con la profesión: cargadores de móvil, fundas, carcasas… y que, en muchos casos, a veces les multan por hacer esto sin previo aviso.

Es cierto que cada ayuntamiento puede disponer las ordenanzas municipales como crea conveniente, y debe hacerlas cumplir, pero Osama Alkhatib se lamenta de esta actitud porque asegura que muchas veces gran parte de su negocio no reside en las llamadas o las conexiones a internet, sino en la venta en paralelo de agua, refrescos o aperitivos. En este sentido hay que recordar que los locutorios deben contratar sus servicios telefónicos con un operador, y tras pagar los costes pertinentes, el margen de beneficios se reduce mucho.

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Sobre la venta de otros productos, quizá no ha ayudado las multas que se han puesto sobre la comercialización de alcohol, por ejemplo. Aunque Osama Alkhatib reclama que ellos solo piden vender algunos productos, y siempre dentro del local. En cuanto a la propia superficie, cree que se han vuelto muy exigentes, y ahora mismo les piden un gran tamaño para los establecimientos. Y esto es un problema, porque se trata de pequeños negocios con escasa inversión, por lo que no siempre pueden disponer de grandes locales.

¿Y por qué son tan estrictos los ayuntamientos? Osama Alkhatib no se quiere mojar. Cree que tendrán sus motivos, y que los habrá. Pero lo único que tiene claro es que dañan mucho a los inmigrantes que, en muchos casos, ha sido la única vía de poder tener un negocio propio.

Sobre los motivos, es cierto que los locutorios han tenido siempre la etiqueta de establecimientos problemáticos. Bien por estar asociados a cuestiones delictivas, o por participar en casos de blanqueo de dinero al enviar remesas fuera de España. Además, no ha ayudado los problemas legales que han tenido cuando se han llevado a cabo inspecciones. Como por ejemplo en Madrid, donde hace unos años se detectó que el 85% de los establecimientos cometía irregularidades. Aunque este es el punto de inflexión que marca Osama Alkhatib: ¿Tienen una regulación excesiva?

Internet barato, su otro gran enemigo

Aunque Osama Alkhatib insiste en que el gran enemigo de los locutorios es la regulación, reconoce que hay otros factores que han hecho igual de daño. Se trata, por ejemplo, de las aplicaciones y herramientas tecnológicas que permiten una fácil comunicación entre personas. Además, de los operadores que facilitan eso.

Lebara, Laycamobile, la ya extinguida Ortel, Digimobil… Han sido muchos los OMV que se han especializado en las llamadas internacionales. Además, al igual que ha sucedido en el mercado convencional, la guerra de precios entre telecos ha acabado por beneficiar al usuario, que en estos momentos tiene acceso a tarifas realmente competitivas.

Por lo tanto, con el uso generalizado de apps como Skype, Hangouts (Google) o, de modo más reciente, WhatsApp, ha hecho que muchos inmigrantes, sobre todo, no necesiten acudir a los locutorios, porque pueden tener por un precio muy reducido una tarifa con datos de internet, e, incluso, con llamadas a muy bajo coste. Por ejemplo, la tarifa Mundo de Orange permite tener servicios casi por el mismo precio de lo que cuesta en España. Situación muy parecida a la de Vodafone que, además, agrega 1,5 Gb de datos a la tarifa internacional.

Eso por no hablar de los OMV antes mencionados, como puede ser Laycamobile, que directamente su negocio gira, casi en su totalidad, sobre este nicho de usuarios. Tarifas mensuales con llamadas a destinos internacionales y datos, que hacen seguir cavando la tumba de los locutorios.

Imagen | Flickr – Daniel Lobo

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