Los correos de Blesa muestran que el Santander maniobró para reducir las medidas contra la burbuja

Antigua sede de Caja Madrid, hoy sede de Bankia.

«La Caixa y nosotros, obviamente calladitos. Parece que los bancos harán el trabajo por nosotros». Es el texto que recoge un correo de 2004 de Matías Amat a Miguel Blesa, presidente entonces de Caja Madrid. El Banco de España se acababa de reunir con las grandes entidades del país: Santander, BBVA, Banesto, La Caixa, Popular y la propia Caja Madrid. Amat explica a Blesa el enfado que bancos como el Santander o Banesto (filial del Santander) han mostrado por la intención del supervisor de mantenerles la obligación de crear un colchón de dinero que amortigüe cambios de ciclo como el estallido de una burbuja. El Popular amenaza hasta con llevarse la sede a Portugal.

Las tripas del sistema colgadas al Sol. Eso son los correos electrónicos de Miguel Blesa. El ex presidente de Caja Madrid, compañero de oposición de José María Aznar, que lo colocó al frente de la caja madrileña nada más llegar al Gobierno, intercambió durante años información que hoy, gracias a la acción ciudadana, al buzón anónimo creado por Xnet y a la llamada que se hizo hace ya más de tres años desde la iniciativa 15MpaRato, es oro para entender lo que le ha pasado a España. El modo de actuar de la gran banca, con el Santander en cabeza, y sus exigencias para que no se aumentasen los colchones contra los riesgos de la burbuja inmobiliaria en ciernes, su poder frente al Banco de España especialmente desde que tomó las riendas Miguel Ángel Fernández Ordóñez o la torpeza que las propias cajas reconocían que tenía su patronal, son ejemplos de lo que desprenden las comunicaciones del ex presidente de Caja Madrid.

Una mina. Los alrededor de 8.000 correos de Blesa, que ayer fueron parcialmente expuestos al acceso de todo el mundo gracias de nuevo a un ciudadano anónimo que se ha encargado de facilitar a Xnet el dominio www.correosdeblesa.com con los correos de Blesa volcados en bruto, incluyen piezas que muestran el papel que jugaba cada uno en aquel país de principios de siglo que se creía el milagro europeo porque iniciaba hasta más de 600.000 viviendas al año con dinero prestado del norte de Europa. Una historia muy distinta de la que se ha contado, en la que las cajas eran las únicas culpables y no por tener unos gestores nefastos, sino porque eran públicas. Es lo que tiene que la historia la escriban los vencedores.

En uno de esos correos, en concreto uno de julio de 2004, Matías Amat, mano derecha de Blesa en Caja Madrid, le explica al propio Blesa lo ocurrido en una reunión que el Banco de España había mantenido con lo más granado del sector financiero. Participan, dice, “Santander, BBVA, Banesto, Caixa, Popular y nosotros». No estaba la CECA ni AEB, patronales de las cajas y la banca respectivamente, aclara el correo. El objetivo de la reunión es explicarles la circular sobre las nuevas normas internacionales de contabilidad (NIC) que iban a entrar en vigor, «un tocho de 400 páginas», dice Amat.

La intención del Banco de España, a pesar de que las nuevas normas internacionales de contabilidad pretendían acabar con las provisiones anticíclicas, era mantener las del sistema español. Esas provisiones eran el colchón de salvamento que debían ir armando las entidades que prestaban dinero, en gran medida al sector del ladrillo e hipotecas a familias, por si llegaba el día en que empezaban a no devolverse los créditos y eso provocaba una crisis capaz de hundir la economía del país. ¿Les suena?

Santander y Banesto avisaron «seriamente al Banco de España» sobre las consecuencias de dejar a la banca española en desventaja por obligarla a mayores provisiones que las que se exigía a entidades de otros países. 

«Algunos han reaccionado muy mal a esa intención», comenta Amat. «Reacción fuerte del Santander y del Banesto, en la propia reunión», añade, «avisando seriamente al Banco de España de que, si en septiembre mantiene su postura de que el nivel anual de provisiones se mantenga (FECI más específica más genérica), ponen en una seria desventaja a la banca española a nivel internacional (comentaron que tanto Francia como Italia van a dejar libertad absoluta a la banca)».

Otra entidad sube el reto contra la provisión anticíclica. «El Popular», continúa Amat explicando la reunión, «comentó que si no había cambios, están valorando el cambio de domicilio a Portugal».

Parece que no le creyeron. Para Amat era «un farol» pero quedaba clara una cosa: que «el cabreo de la banca española es fuerte» y eso, a las cajas, les puede venir muy bien. «La Caixa y nosotros, obviamente calladitos. Parece que los bancos harán el trabajo por nosotros. (…) La batalla está servida. Creo que la mejor estrategia para nosotros es dejárselo a la banca. Algo conseguirán».

Desde luego confían más en la capacidad de la banca de arrancar cambios en la norma, que en su propia patronal. Amat le dicea Blesa: «Si vas a CECA en los próximos días, averigua qué sensación hay ahí o siguen, como siempre, perdidos…

Comenta también que “la circular es muy prolija en la definición de cómo dar la información al Banco de España” aunque cree que se centra en lo que llama “asuntos menores”, en los que incluye los “adjudicados”. Sí, se refiere a esos activos, como inmuebles o suelo, que se acaba quedando la entidad cuando no es capaz de recuperar el préstamo que dio a su propietario. Esos que si se acumulan en el balance de una caja o banco y empiezan a perder valor, se convierten en una bomba de relojería que al final hay que extirpar y enviar a un banco malo para que la onda expansiva de la quiebra de la entidad no deje un agujero del tamaño del país.

La rapidez de Fernández Ordóñez

El Banco de España, por su parte, se preocupó de intentar impedir que la banca iniciase una estrategia en los medios contra sus intenciones. Alguien cuyo nombre está omitido en los correos difundidos a través de correosdeblesa.com por motivos obvios de protección de datos, «recibió una llamada de la gente de comunicación del Banco de España, pidiendo que no realizáramos ninguna declaración mediática negativa», comenta Amat. No lo consiguió del todo. La banca empezó a deslizar a la prensa la desventaja que suponían las provisiones españolas respecto a otros países. 

Hay un mundo más allá de las fotos de Blesa de cacería, más allá de las compras en Louis Vouitton con tarjeta black que quedarán posiblemente impunes porque se hicieron en horario laboral y el juez Fernando Andreu ha decidido centrarse en investigar los gastos fuera de ese horario.

Las NIC entraron en vigor en 2005. A finales de 2006, cuando Miguel Ángel Fernández Ordóñez solo llevaba seis meses al frente tras sustituir a Jaime Caruana, el Banco de España atendió parcialmente la petición de las entidades financieras encabezadas por los grandes bancos. En una carta enviada a las patronales del sector, CECA y AEB, el Banco de España ofreció a las entidades la posibilidad de solucionar de forma individual el posible exceso de provisiones del que se quejaban. Se modificó también la circular de 2004 rebajando el porcentaje de la provisión de forma general a todas las entidades. A mitad del año siguiente empezó a sonar en los oídos de los españoles una palabra que pocos habían usado antes: subprime. Venía de EEUU y era el principio del fin del dinero fácil venido de fuera y el estallido de la burbuja inmobiliaria.

La actitud de Fernández Ordóñez solo fue el remate de la laxitud del supervisor bancario. Caruana había sido un férreo defensor de la provisión anticíclica y eso resultó ser un acierto que dio un respiro a la banca cuando todo empezó a venirse abajo (hay quien piensa que hubiera sido mejor no contar con ese colchón para que se hubiese acelerado el rescate con dinero público y la reestructuración del sector financiero). Sin embargo, Caruana protagonizó otros sonados errores como no escuchar a los inspectores del Banco de España cuando estos alertaban de la que se venía encima. Al final, desesperados, acabaron enviando una carta a Pedro Solbes para advertirle de lo que estaba pasando.Solbes también les ignoró

Hay un mundo más allá de las fotos de Blesa de cacería, más allá de las compras en Louis Vouitton con tarjeta black que quedarán posiblemente impunes porque se hicieron en horario laboral y el juez Fernando Andreu ha decidido centrarse en investigar los gastos fuera de ese horario. No es que todo eso no sea grave y prueba de cómo manejaron Caja Madrid como un chiringuito, pero hay un iceberg bajo esa punta escandalosa que encierra los motivos que acabaron en el rescate, entre otras, de la gran caja madrileña, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, la más antigua de las cajas españolas (fue fundada en 1702), capaz de resistir tres siglos con guerras y crisis de por medio pero no dos décadas con Miguel Blesa al frente.

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