Está por ver que las movilizaciones, que fueron alentadas inicialmente por los sindicatos minoritarios de Telefónica, vayan a detenerse. Pero la compañía cree que con el acuerdo firmado hoy con las organizaciones más representativas y que supondrá una importante mejoría en las condiciones de los trabajadores, se desactivará lo más peliagudo del conflicto.
Fuentes del grupo reconocieron que, si bien el acuerdo marco con las subcontratas ya está firmado, harán un esfuerzo económico para resolver una situación que está empeorando drásticamente su imagen pública en los últimos días.
Los trabajadores de las diez contratas de instalación de telecomunicaciones con las que trabaja Telefónica -Abentel, Cobra, Comfica, Cotronic, Dominion, Elecnor, Itete, Liteyca, Montelnor y Teleco-, y los dos sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, han puesto fin así a lo más duro de la llamada rebelión de las escaleras o marea azul, un conflicto que ha tenido en jaque a la operadora desde hace más de un mes, así como a algunos de sus rivales.
El problema no era ya tener a Pablo Iglesias alentando a los trabajadores en la calle, megáfono en ristre, o a los eurodiputados de Podemos apoyándolos en Bruselas. El verdadero problema para la operadora era que incluso un político mucho más moderado, como Pedro Sánchez, se retratase y se prestase a hacer de interlocutor con César Alierta sobre el conflicto.
El acuerdo alcanzado hoy afecta a los convenios colectivos, garantiza empleo, establece niveles de productividad, revisa los niveles de subcontratación y racionaliza las penalizaciones. Se ha firmado una subida salarial y la aplicación de los convenios provinciales del metal tanto para las empresas contratistas como para las subcontratas. Una vez ratificado por todas las partes, entrará en vigor el 1 de mayo, con efectos retroactivos.
¿Pero será suficiente? Que el lector no olvide que el conflicto no fue iniciado por los sindicatos mayoritarios, sino que fue alentado por los minoritarios de Telefónica AST, co.bas y CGT. Desde la compañía argumentan que, en el entorno de paz social que vive el grupo, estos grupos, que incluso empeoraron su representatividad durante las últimas elecciones sindicales, impulsaron los paros entre trabajadores a los que, formalmente, no representan.
Sea como sea, hay un problema, y es que las exigencias mínimas planteadas por estos sindicatos, con el nuevo acuerdo, no se cumplen. Ni se va a derogar el contrato de bucle plurianual firmado el pasado 1 de mayo ni se va a responsabilizar directamente a Telefónica de las condiciones laborales de estos empleados. ¿Bastarán los puntos acordados para conminarles a cejar en su empeño?
Durante las protestas, que se organizaron de forma orgánica a finales de marzo mediante el uso de whatsapp, los trabajadores han venido denunciando que trabajan 12 o 14 horas diarias a pesar de que sus contratos sólo contemplan cuatro, por 500 euros al mes, y que el exceso se les abona, pero en dinero negro. También han denunciado demasiados niveles de subcontratación y unos baremos que hacen muy difícil rentabilizar su actividad, si bien desde la compañía matizan que la evolución tecnológica y la mayor experiencia en los despliegues de fibra ha hecho que instalaciones queantes suponían más horas de trabajo hoy se resuelvan en menos tiempo.
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