Odio eterno a la Premier moderna

Ryan Joseph Willson Giggs

Cansado de que el dinero lo invadiera todo, Lee Price decidió aparcar su amor por el Manchester United, uno de los clubes de fútbol más populares de planeta, y animar a un modesto equipo de la cuarta división inglesa.

Se supone que Lee Price debía estar contento cuando su equipo, el Manchester United, ganó el título de Liga 2012/13. Sin embargo, él sintió una punzada difícil de explicar. Sir Alex Ferguson, el único entrenador que había conocido, se retiraba tras 27 años en el cargo. Por si fuera poco, su gran ídolo, Ryan Giggs, anunciaba que la siguiente temporada sería su vigésimo cuarta y última.

El fútbol ya nunca iba a ser igual para él sin las dos figuras que más admiraba. De hecho, hacía tiempo que el fútbol ya no era igual para nadie. Los aficionados, poco a poco, habían sido transformados en clientes. “Es difícil pensar que el fútbol fue considerado una vez un juego de la clase obrera”, lamenta Price al inicio de su libro Turning my back on the Premier League (Dar la espalda a la Premier League), algo así como la reformulación anglófona del “Odio eterno al fútbol moderno”.

Aquella primavera de 2013 trajo vientos de cambio a su vida. Acababa de comprar su primera casa y le pareció que una buena forma de encajar en su nueva comunidad sería animar al equipo local, el Dagenham & Redbridge, de la League 2, la cuarta categoría del fútbol inglés. “Un proyecto romántico”, nos cuenta, además de un tema poético para escribir un libro. En un modesto estadio, Victoria Road, se encontró con un fútbol desconocido, en el que los partidos no se comentan minuto a minuto en las principales webs y los goles sólo pueden verse en televisión con un poco de suerte y un único ángulo de cámara. Price pasó de animar a uno de los equipos más populares del planeta, y el más exitoso tras la creación de la Premier League en 1992, a apoyar a un equipo de barrio en el que un jugador medio gana 700 libras a la semana. En su desconexión no echó muchas cosas de menos más allá de las dificultades para entablar una conversación sobre el Dagenham & Redbridge en sus frecuentes viajes.

“Lo que de verdad comenzó a enfadarme fue el hecho de que los clubes maltrataran con descaro a los aficionados, que se supone que son sagrados en el fútbol inglés”, cuenta Price. “Después de todo, si la Premier League ha firmado tantos contratos en el extranjero es por su increíble ambiente”. Aunque las entradas y los abonos suponen una partida de ingresos cada vez menos importante para los clubes -más dependientes de televisión-, los precios son cada vez mayores. ¿1.500 libras por un abono para ver al Arsenal? ¿40 libras por la réplica de una camiseta que en sólo unos meses se queda obsoleta?

Como parte del desprecio al aficionado, Price cita un argumento que sorprenderá al lector español, al que suele llegar una imagen idealizada del campeonato inglés: “Los horarios de los partidos se fijan con muy poca antelación, a veces un par de semanas antes, y conforme a lo que interesa a la televisión -Sky- y no a los aficionados”. ¿Les suena?

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La compra de clubes por parte de multimillonarios y fondos de inversión, con Chelsea y Manchester City a la cabeza, no ha servido según Price para crear un campeonato más competitivo sino para que todo orbite alrededor del dinero. “Han distorsionado la Liga para siempre”, lamenta. “La Premier League está totalmente consumida por el dinero, y eso es un error. Por esa razón, a los jugadores jóvenes no se les da paciencia ni oportunidades, se prefiere traer jugadores extranjeros y a los aficionados se les cobra todo lo que se puede”.

Lo vivió en su propio equipo con la llegada de Malcolm Glazer en 2005. Fue la primera vez que vio agrietarse su fe en la Premier League. “Esa compra fue una de las cosas más asquerosas que han ocurrido en el fútbol. ¿Cómo puede un grupo comprar un club con un préstamo y luego transferir el préstamo al club?” Aunque con sus nuevos propietarios el Manchester United siguió sumando éxitos (cinco ligas y la Champions League de 2008), se pregunta qué podría haber conseguido el equipo sin esa ingente deuda.

En el fondo ya da igual. Lo que importa es el Dagenham & Redbridge, colista por cierto de la League 2. Eso y la selección inglesa. Pese a los escándalos de la FIFA, Price mantiene su interés por los torneos de selecciones, precisamente por tratarse de equipos al margen de inyecciones de capital. “Conservan un sentido de comunidad. Puede que los jugadores sean millonarios, pero jugar con Inglaterra no tiene que ver con el dinero. Si acaso, mi amor por el equipo nacional ha aumentado tras esta experiencia”.

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