Esta semana hemos vivido de nuevo un conflicto derivado del problema catalan que en este caso particular podría haberse evitado. Efectivamente la prohibición decretada por la Delegacion del Gobierno de Madrid el pasado martes fue desautorizada por el juez Jesus Torres Martinez, titular del juzgado de lo Contencioso-Administrativo numero 11 de la capital. Dice el auto de este magistrado que «exhibir esteladas es una mera manifestación de la libertad de expresión e ideológica» y añade que «no ha resultado probado que el portar esta bandera pueda incitar a la violencia, racismo, xenofobia o cualquier otra forma de discriminación». Y probablemente la decisión del Juez tiene sentido ya que con la resolución de la delegación del Gobierno se estaba limitando un derecho fundamental reconocido en nuestra Constitución.
Ciertamente el asunto había generado desde el minuto uno un importante debate politico y social que, como viene siendo habitual, ha sido utilizado de manera ladina y torticera por un buen numero de dirigentes nacionalistas que están esperando la mas mínima oportunidad para azuzar a sus seguidores y sacar los pies del tiesto para seguir alimentando y engordando el recurrente victimismo al que nos tienen acostumbrados. En este caso y una vez más, han conseguido politizar la final de la Copa del Rey , un evento que deberia ser ni mas ni menos que un gran partido de futbol y que se ha convertido en un circo. La cuestión a partir de algo tan normal como es la decisión mas o menos discutible de un juez es ver como reaccionan en lo sucesivo los partidarios del secesionismo que indudablemente se vienen arriba con este tipo de situaciones.
En mi modesta opinión el Presidente Carles Puigdemont ha tenido un comportamiento pueril con su pataleta inicial de no acudir al partido tras la prohibición de las esteladas. Lo primero que debería haber tenido en cuenta el Honorable es que la estelada es una bandera que nada tiene que ver con la senyera. Esta ultima es la bandera catalana reconocida por el Estatut ( cuatro barras rojas sobre fondo amarillo) cuya historia y legitimidad está reconocida desde hace muchos años.
Cuestión distinta es la famosa estelada que, ademas de no ser una bandera oficial, lo que hace sin ninguna duda es dividir a los catalanes. Y eso es algo que Puigdemont deberia tener presente ya que se supone que es el Presidente de todos los catalanes , no solo de los partidarios de la secesión que hoy por hoy son minoría. Lo anterior no es en absoluto despreciable ya que para muchos ciudadanos catalanes y por supuesto para un enorme numero de ciudadanos del resto de España, la estelada es una bandera ilegal que en si misma encierra el deseo de romper España y en consecuencia rechaza la unidad del Estado y la figura del Rey de todos los españoles.
Hoy domingo veremos en el palco del Vicente Calderón al inclito Puigdemont que tras la pírrica victoria judicial viene a Madrid única y exclusivamente a sacar pecho desde la actitud arrogante que desde tiempo atrás practican los líderes políticos proceres de la independencia catalana. Esperemos que tanto él como sus fieles seguidores actúen con mesura y responsabilidad. Pero mucho nos tememos que la pitada y el abucheo general de los portadores de la bandera separatista al Rey de España y a nuestro himno nacional volverá a producirse ante la impotencia y la indignación de muchos millones de españoles que amamos y respetamos a nuestros símbolos patrios y que aceptamos las decisiones judiciales como la del pasado jueves por que creemos en nuestro pais , en nuestra justicia y por supuesto en la democracia.
Por eso , quien respeta los simbolos , respeta la democracia. Y quienes hacen lo contrario de manera cobarde y oportunista aprovechando como es el caso un evento deportivo traicionan los mas elementales principios democráticos . Por todo lo anterior y una vez superado el episodio de este fin de semana creo que el Gobierno español se debería plantear un nuevo marco de actuación en lo que se refiere al respeto y vigilancia de sus símbolos nacionales que permitan,, sobre todo y ante todo, defender la unidad de nuestro pais y no permitir humillaciones que no se dan en ningún Estado de derecho mínimamente serio.