Yoigo no está para fiestas

Eduardo Taulet

La ausencia de Yoigo en el 29 Encuentro de Telecomunicaciones de Santander ha provocado en el sector una cierta conmoción. La compañía no faltó nunca a la cita en tiempos de su exconsejero delegado Johan Andsjö, y durante la última década su fiesta junto al mar se había convertido en una tradición en un sector industrial que adora sus tradiciones. Aunque la no comparecencia de Eduardo Taulet de las jornadas no sería tan grave de no ser porque sus rivales han comenzado a amortizarles.

Sus competidores, en conversaciones informales, coinciden en que Yoigo está desnortada, y se ha quedado en la peor de las situaciones posibles: un agente no convergente en un mercado enfocado totalmente en la convergencia. Una compañía que hace dos años rechazaba una oferta de casi 1.000 millones de euros, hoy no sólo vendería por la mitad, sino que no tiene quien la compre. 

Después de las adquisiciones de Jazztel y Ono, ni Orange ni Vodafone tienen interés alguno en comprar la filial de Teliasonera, especialmente porque las trabas del regulador y los remedios serían inhumanos. Sólo algún agente externo, como la fusión entre Euskaltel y R; MásMóvil, empeñada en un aluvión de adquisiciones; o algún nuevo agente que no esté presente en nuestro mercado, tendrían opciones reales de comprar.

En el plano comercial, la compañía anunció la tarifa más frustrante de su historia reciente, la Sinfin 8 Gb. Un producto que cuesta exactamente lo mismo que la Sinfin 20 Gb pero que ofrece menos de la mitad de capacidad. 

En la nota de prensa, Taulet habla de que se trata de una propuesta «sin parangón». Y es totalmente cierto, siempre y cuando no se tenga en cuenta la misma propuesta que ellos mismos acaban de discontinuar (aunque los abonados que la tengan podrán conservarla) ¿Cómo es posible que Yoigo presente una oferta tan competitiva y, aún así, parezca que está dando marcha atrás?

Hasta ahora, siempre se asumió que Yoigo tendría dos opciones en el mercado: reservar caja y ser conservadora, o bien ser muy agresiva para tocar tanto las narices a los rivales que estos terminasen por comprarla. Ahora que esta segunda opción no parece viable, Yoigo parece abocada a gastar poco, conservar todos los clientes que le queden y luchar más por la supervivencia que por el éxito, enfrentada a rivales que basan su futuro en unos contenidos y tecnologías que, simplemente, no están a su alcance. Ya ni siquiera se molestan en fingir que están para fiestas. Verdad verdadera.

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