Wogaboo, la caída de la última promesa de la restauración

Nadie podía prever que la exitosa cadena de restaurantes creada por los hermanos Domínguez fuera a terminar liquidada en menos de una década. Ni los programas de televisión ni las numerosas entrevistas de sus conocidos propietarios lograron frenar la quiebra absoluta del que se presentó como el paradigma de la nueva cocina.

Corría el año 2006 cuando los hermanos Borja y Alfonso Domínguez presentaron un nuevo concepto de restaurantes al que denominaron “fun eating”. El éxito inicial fue rotundo, en 2011 ya contaban con seis establecimientos propios e iniciaban su plan de franquicias con vistas alcanzar los 40 locales en tres años y los 3 millones de euros de ingresos.

El recorrido de la familia Domínguez también sirvió como garantía del éxito de Wogaboo cara al mercado. La pareja de hermanos creó en 2005 la cadena The Wok, basada en el popular método de cocina asiática, que en tan sólo un año ya tenía cuatro locales en la capital. Pero el negocio les duró poco, ya que en 2006 aceptaron la oferta de compra de Plácido Arango (Grupo Vips) para iniciar un nuevo proyecto.

Su filosofía innovadora sirvió como baza durante los primeros años de vida Wogaboo. La carta, compuesta por platos de todo el mundo, era original y económica y los empleados debían completar la experiencia del cliente con un trato cordial y cercano.

La compañía lidió relativamente bien con los años de crisis, en 2014 registraban 17 unidades franquiciadas y una cuenta de resultados que ascendía a los 17 millones de euros. Aun así los números no cuadraban y en enero de ese año se presentó el concurso de acreedores ante el Juzgado de lo Mercantil número uno de Madrid.

Contra todo pronóstico, la situación de la compañía era extrema: la familia Domínguez, propietaria de la cadena junto a Caja Duero, acumulaba más de un centenar de acreedores. En un intento por salvar el negocio, se propuso una quita de deuda del 30% a un plazo de cinco años.

La compañía siguió operando durante un año más con unas pérdidas insostenibles y unos ingresos menguantes. Hasta febrero de 2015 logró mantener las facultades de administración y disposición de su patrimonio, bajo la supervisión de la administradora concursal KPMG, sin embargo a partir de esa fecha se declaró oficialmente en proceso de liquidación.

A día de hoy no queda ninguno de los famosos restaurantes rosas en activo. Sus privilegiadas localizaciones (Heron Diversia-Alcobendas, Arturo Soria Plaza, Kinépolis) no fueron suficiente para que Wogaboo triunfara en un mercado tan sobresaturado como es el de la restauración en Madrid.

El jefe infiltrado

Muchos fueron los intentos de sacar la compañía adelante durante el año del concurso. Los fundadores siempre habían sido muy activos a la hora de conceder entrevistas en los medios de tirada nacional. Sin embargo, en esta ocasión Borja Domínguez fue un paso más allá y participó en el reality show de laSexta “El jefe infiltrado”, donde se disfrazó para trabajar de barman y de camarero de sala en uno de sus antiguos locales.

La estrategia del cofundador de Wogaboo salió totalmente al contrario y sólo sirvió para poner en evidencia las deficiencias de sus restaurantes, al descubrir que prácticamente nadie cumplía los protocolos y que tampoco conocían el concepto de “fun eating”.

Tras la emisión del programa se anunciaron una serie de cambios en las normas de Wogaboo con el fin de garantizar un buen servicio y la experiencia de los clientes. Una medida que si se hubiera tomado antes quizás hubiera salvado al imperio gastronómico de la quiebra.

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